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Desde 2014, dos de sus hijos están en la cárcel: uno en Michoacán y otro en Texas, Estados Unidos. Desde entonces, María Auxilio se levanta todos los días para pedirle a la Virgen de Guadalupe que sean libres.

Chilo es originaria de una comunidad del municipio de Tuzantla. Desde que se casó, dice: “No he visto mi suerte y la tragedia me acompaña”. Declara: “Se imaginará todos los problemas que tengo con lo de mis hijos en la cárcel, porque tengo que trabajar para ayudarlos y mantenerme, porque aparte de eso mi esposo se fastidió y se fue; él no es el papá de mis hijos”.

Ella es madre de cinco (una mujer y cuatro hombres). Dos de los varones se encuentran en prisión: uno acusado de secuestro y otro por trata de personas.

Uno más también estuvo preso seis meses en Estados Unidos y fue deportado a México. Llora al recordar que en abril de 2014, su hijo de actualmente 40 años fue expulsado de la Unión Americana donde trabajó como cocinero. Apenas tenía dos meses de haber regresado, cuando Pablo fue detenido y acusado de secuestro. Chilo considera que es inocente. Dice que nunca detectó que su hijo anduviera en malos pasos.

Cuenta a EL UNIVERSAL que el hombre retomó el oficio de pintor que ejercía hasta antes de irse a suelo estadounidense y una mañana, luego de pasar a visitarla y pedirle 30 pesos prestados, fue arrestado. “Cuando lo vi ese día me dijo que iba al tianguis y se fue, pero después no sé, presentía algo y sentí algo muy feo, le hablé y no me contestó. Después me marcó mi hija para avisarme que unos hombres se los habían llevado”.

Indica que su hijo fue detenido bajo engaños y torturado por policías ministeriales para que aceptara su responsabilidad; sin embargo, declara: “Investigué y no me daban razón de él, porque se lo llevaron con otro nombre. Hasta después pudimos saber de él”. María Auxilio enfatiza algunas de las adversidades que ha enfrentado desde que su hijo está recluido, como el hecho de haber sido estafada por un abogado.

Explica que el litigante no sacó a su hijo de la cárcel, a pesar de que se los prometió en varias ocasiones y solo les despojó de 35 mil pesos que les dieron tras vender la casa que Pablo construyó con su trabajo en Estados Unidos. Él fue procesado por secuestro y sentenciado a una condena de 28 años de prisión en el Centro de Alta Seguridad para Delito de Alto Impacto Número 1. Chilo señala que ahí “agarró los vicios para aguantar el encierro”. Cuenta que no deja de ir a las visitas de martes y sábado al penal.

Del otro de sus hijo preso en EU, María Auxilio cuenta que el joven de 28 años tenía una relación con una mujer que conoció del otro lado de la frontera con la que abrieron una casa de citas, por lo que fue procesado por trata de personas. De él, de nombre Ignacio, su madre reconoce que sí sabía que trabajaba fuera de la ley, puesto que un 10 de mayo, cuando le envió dinero a México, se lo confesó.

La madre señala que ella le aconsejó salirse de ese negocio y que la respuesta de su hijo fue que pronto lo haría; sin embargo, no lo hizo y dos meses después de la detención de Pablo en México, Ignacio fue capturado y sentenciado a 10 años en Texas.

“Por eso es que ahorita, nada más le pido a Dios y a la Virgen de Guadalupe por ellos; le ofrezco todo este sufrimiento y le pido que me dé licencia de volver a verlos libres”, reitera María Auxilio.

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