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Sobre la calle de Pino Suárez y República de El Salvador, en el Centro Histórico, se encuentra una reproducción de la obra del artista novohispano Juan Correa (1646-1716), la cual lleva por título El Encuentro de Hernán Cortés y Moctezuma.
En el sitio, que pasa inadvertido para automovilistas y ciudadanos, está la pintura que hace alusión a una mañana de noviembre de 1519, en la que el emperador y el español se vieron por primera vez.
“Después de su encuentro con Moctezuma, Cortés quiso dejar un registro de ese hecho. Decretó que en esta zona se edificara el primer hospital que hubo en América destinado a atender las necesidades de los españoles pobres.
“Lo curioso es que también aquí están sus restos”, relata durante un recorrido con EL UNIVERSAL el cronista y periodista Héctor de Mauleón.
En esa misma esquina, caminando por República de El Salvador, a tres calles del Zócalo, se encuentra el templo de Jesús Nazareno e Inmaculada Concepción, junto a éste, sobre la banqueta y frente a un puesto que vende billetes de Lotería, a tres metros del suelo, hay una placa que indica el lugar donde están los restos de Cortés.
Ubicación del templo de Jesús Nazareno e Inmaculada Concepción
El sitio viene a colación luego de la polémica por la carta de Andrés Manuel López Obrador en la que propone al rey Felipe VI que 2021 sea el año de la reconciliación y que ofrezca una disculpa por los agravios de la Conquista.
En ese año será el aniversario 500 de la Conquista de México, por lo que Cortés, el capitán que comandó la expedición, juega un papel crucial.
Alejado de algún filtro de vigilancia, el histórico sitio es un refugio de gente en situación de calle, sin que nadie o algo resalte su importancia.
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El columnista de El Gran Diario de México señala que el cuerpo de Hernán Cortés se ubica detrás de un altar, con una placa muy poco visible.
“Dentro del templo hay una pequeña, pero la gente no lo sabe. En la administración pasada, Rafael Pérez Gay y yo colocamos placas alusivas en edificios históricos.
“Nos pareció interesante poner una aquí para que la gente supiera que en este lugar están los restos”, comenta.
El también escritor afirma que el emblemático sitio también cuenta con la fachada de la primera Catedral Metropolitana de la capital. Junto al Hospital de Jesús se pueden apreciar detalles con los que fue realizada.
“Es increíble que en un mismo espacio se encuentren dos tesoros históricos: los restos de Cortés y la fachada de la que fue la primera Catedral.
“Luego de ser la fachada del templo de Santa Teresa durante 150 años, las autoridades del templo de Jesús Nazareno la compraron y la volvieron a traer a este lugar”, señala.
El peregrinar del conquistador. La llegada de los restos a la iglesia de Jesús Nazareno es una historia que inició el 2 de diciembre de 1547, cuando Cortés falleció en Sevilla. El monasterio de San Isidro del Campo, en España, fue su primera morada mortuoria. El español quería volver a la tierra que conquistó, por eso dejó en su testamento su anhelo de regresar a Coyoacán.
Sin embargo, el monasterio que había ordenado levantar para que fuera su estancia no se concretó, por lo que estuvo por más de 50 años en la iglesia de San Francisco de Texcoco.
Con la muerte de su último descendiente varón, un nuevo destino le deparó: un templo franciscano fue su nuevo hogar hasta 1794. Después fue trasladado al lugar que él deseaba para ser enterrado: la iglesia de Jesús Nazareno.
Un hombre conocía lo que había pasado. Lucas Alamán, quien ante el miedo de que la tumba fuera deshonrada, creó un plan para que se pensara que los restos estaban en Italia, cuando seguían debajo del lugar donde Huitzilopochtli dijo a los mexicas debían construir su ciudad.
Los restos fueron ocultos bajo una tarima del Hospital de Jesús, después su destino fue un muro en la iglesia de la Purísima Concepción.
Lucas Alamán sabía que los restos podían caer en el olvido tras su muerte, por lo que colocó en la embajada de España un documento en el que se daba a conocer su paradero, el cual fue descubierto en 1946 cuando un político filtró una copia. Fue Indalecio Prieto quien reveló el secreto y comenzó la búsqueda de la urna, la cual fue hallada tras varias horas de trabajo.
Los restos fueron colocados de nuevo donde por primera vez el emperador y el conquistador se conocieron.