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El temor de salir a cubrir los estragos de un virus desconocido que en un principio se anunció sería menos letal que la influenza, pero que hasta ahora ha dejado de más de 198 mil muertos en el país, ha marcado cada una de sus notas, fotografías y productos audiovisuales.
La responsabilidad de informar y mostrar lo que sucede en hospitales y panteones principalmente, se contrapone con la obligación que sienten de cuidar a los suyos y los ha hecho alejarse de sus familias por largos periodos.
Perla Miranda, Diego Simón y Diego Prado, reportera que cubre la fuente de salud, fotógrafo y realizador audiovisual, respectivamente, de EL UNIVERSAL , han sido espectadores en primera fila del Covid-19 en México y también, en dos casos, forman parte de las estadísticas de contagios del país .
Los tres coinciden en que nadie dimensionó, ni siquiera el gobierno, la magnitud de lo que duraría esta pandemia y el saldo que dejaría en varios sectores.
“Esperar a que alguien saliera a decir algo oficial sobre el primer caso de coronavirus , mientras personal médico que son un apoyo y muchas veces pide ser anónimo, ya me había confirmado que habían recibido pacientes con Covid , fue muy estresante”, recuerda Perla de la guardia que realizó el 27 de febrero del año pasado afuera del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) .
“Salió una enfermera con un doctor y sin dejarnos grabar, nos dijeron que ya había llegado un paciente con Covid. Fui a la conferencia nocturna, se preguntó si ya habían dado con el diagnóstico del primer paciente y dijeron que esa información no la tenían.
Poco después de las diez de la noche, López-Gatell apareció en Twitter diciendo que había una persona con un posible diagnóstico del virus pero que tenían que esperar para confirmarlo. Al otro día, el 28 de febrero, en la mañanera, la sorpresa fue que no era un sólo caso, si no que ya había dos más con antecedentes de viaje en Italia”.
De esta forma, fue como nacieron las demandas del personal médico por la falta de equipo adecuado para atender la emergencia sanitaria que apenas comenzaba. “Ellos son los que se acercan a decirte lo que les falta para cumplir con su labor. Ahí entiendes que aunque te dé miedo salir, debes hacerlo porque tienes que informar desde todas las perspectivas”.
Para Diego Prado, un elemento importante para vencer el miedo fue el apoyo que se dieron entre colegas desde un inicio.
“Momentos antes de entrar a terapia intensiva del 81 Batallón Militar de Infantería que fue reconvertido en un hospital Covid , me pregunté: ¿en qué me metí?, pero ya no puedo decir que no”. El joven de 29 años, sabía que quería documentarlo pero el miedo y desconocimiento del virus hizo que pensara en claudicar.
“Me salí de donde estábamos, me calmé y dije: te van a dar todo el equipo de bioseguridad, ellos dicen que es seguro, es tu vocación, ponte el traje, sigue las instrucciones y esperemos que todo salga bien”.
Los panteones se volvieron un lugar recurrente de cobertura para Diego Simón , cuando a ellos, solo se asistía si moría una celebridad, político o algún caso que se volviera mediático.
“Si tuve miedo. La primera vez que me tocó entrar a los crematorios del panteón San Nicolás Tolentino , en Iztapalapa, era abril, estuve en la zona donde llegaban los cadáveres en carrozas . Retraté cuando bajaban los cuerpos y los metían a los crematorios.
El impacto de ver cómo trabajaban los empleados y los cuerpos en bolsas, me hicieron sentir un miedo tremendo, pero el papel del fotoperiodista es llevar estas imágenes a la sociedad para que la gente se pueda informar”. Diego recuerda que para vencer su miedo, tomó la cámara y comenzó a disparar.
“Es no nublarte por estas cosas, estarte moviendo, mantener tu distancia y buscar la foto”.
Durante este último año, en su quehacer periodístico, se han encontrado con imágenes y situaciones que más allá de ser la nota que que deben de dar a conocer, los ha trastocado como seres humanos.
Para el realizador audiovisual, Diego Prado, quien ya se contagió de Covid y por el que perdió el gusto y olfato durante siete días, lo ha marcado el cómo ha cambiado el ritual para despedir a los difuntos.
“Ver cómo los funerales dejaron de ser como antes, el ataúd emplayado sin poder abrir, fue muy impactante. Saber que ya no se despide a los seres queridos como antes”.
De ahí, en mayo, cuando anunciaron que sería el pico de contagios, decidió ir con un dron al panteón civil San Lorenzo Tezonco, en Iztapalapa, donde encontró un terreno en el que estaban abriendo un gran número de fosas. Regresó en agosto y todas estaban ocupadas. La foto, tuvo gran impacto en redes sociales , al ilustrar tan sólo una mínima parte de las estadísticas de defunciones que daban las autoridades.
Diego Simón se contagió en junio, lleva 26 pruebas Covid y fue asintomático, pero para no exponer a su madre y hermana, decidió alejarse de ellas. Él siguió un par de noches el quehacer de paramédicos de la guardia nocturna en Neza.
“Lo más fuerte para mí fue el cómo trabajan, no saben a lo que se enfrentan cuando les hablan y deben de cuidarse porque tienen el contacto inicial con las personas enfermas.
Ver a las familias desesperadas, cuando tienen que tomar la decisión de si trasladan a su familiar a un hospital, cómo se doblan porque no saben si hay regreso o no, es algo muy cruel y doloroso”.
Perla, de 32 años, no se ha contagiado, pero el temor es latente. Cuenta que hubo momentos en los que se tomaba la oxigenación varias veces al día, dejó de ver a su madre por meses para no exponerla y sigue, en lo que considera, ha sido lo más difícil de cubrir en esta pandemia: la búsqueda de testimonios que reflejen lo que se está viviendo en el país.
“Lo más complicado ha sido acercarme a la gente que está afuera de un hospital y pedirle que sea mi testimonio porque no sabes las condiciones en las que está su familiar, en cómo llegó o si saldrá con vida.
Hubo días en los que terminaba mi jornada y lloraba, era la única manera que encontraba para desahogarme. Somos reporteros pero somos seres humanos y al final, siempre hay algo que te toca y te mueve”.
Pero, pese al panorama desolador donde las redes sociales parecen obituarios y vivieron la pérdida de compañeros y colegas, la reportera, el fotógrafo y el realizador audiovisual de esta casa editorial, rescatan los aprendizajes que les continúa dejando la cobertura de esta pandemia.
Diego Prado valoró que mientras había familiares de compañeros o colegas que fallecían, su padre salió sano del virus. “Me di cuenta que todo puede cambiar muy rápido, que nada es seguro; todo puede cambiar para siempre”.
Perla agradece a las personas que se han abierto y le han contado sus vivencias, “porque al final eso hace que no todo se quede en cifras y datos oficiales, les pones cara. Ese es nuestro trabajo y por eso nunca tenemos que perder la empatía y el respeto hacia las personas que nos comparten su historia”.
Y aunque Diego Simon aún tiene miedo de recontagiarse, asegura que eso no lo puede nublar para seguir trabajando, por el contrario, pide exagerar las medidas y no bajar la guardia.
“Para enfrentar estas cosas uno tiene que estar bien física y mentalmente. El externar tus miedos, tus tristezas o comentar lo que has vivido con tus colegas y seres queridos es bueno. Tener una retroalimentación que te ayude a seguir con estas coberturas. Buscando la noticia, la foto”.