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Luego del fallecimiento de José de Jesús Pérez Yáñez a causa de probable Covid-19, Alma Avilés Romero se quedó sola con sus cuatro hijos. Durante meses, ha sostenido a su familia con la venta de dulces afuera de su casa y el comercio de ropa por redes sociales, mientras los menores de edad se han tenido que acostumbrar a la ausencia de su padre.
“Los más chiquitos no lo captan, creen que va a regresar”, dijo Alma, quien relató cómo su pareja falleció intubado el 6 de mayo de 2020 en el Hospital de Especialidades Dr. Belisario Domínguez de la alcaldía Iztapalapa, en la Ciudad de México.
Madeline, una niña de tres años, es quien más ha sufrido la pérdida de José de Jesús. La pequeña no se separa de Alma, la abraza fuerte y pregunta cuándo volverá a ver a su papá.
“Siento que a ella es a la que más le afectó, me pregunta mucho por él, me ha dicho que quiere volar a donde está su papá. Escucha cierta música y se pone a llorar, es algo que no hacía. Me dice que ya quiere que regrese, que cuando venga [su padre] le va a dar dulces”, comentó Alma con los ojos llorosos.
Ángel, de 14 años; Nicolás, de 11, y José Manuel, de cinco, también han cambiado su comportamiento a raíz del fallecimiento de José de Jesús. Ya no salen a jugar como antes y se han distraído de sus labores escolares.
“Ha sido muy difícil en todos los sentidos. Económicamente, él era el sostén de la familia y me quedé sola, sin poder trabajar, porque para colmo no tengo a nadie que los pueda ver [a sus hijos] mientras yo me pueda ir [a laborar]”, aseguró Alma.
A pesar de las afectaciones que estos jóvenes pueden tener por el fallecimiento de su papá, ni el gobierno federal ni los estatales han diseñado un plan de atención para los menores de edad que han quedado en orfandad a consecuencia del Covid-19.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Alma relató que los aspectos emocional y económico de su familia fueron los más golpeados con el deceso de José de Jesús.
Este hombre, a quien conoció desde pequeño en la Unidad Habitacional Vicente Guerrero, en Iztapalapa, le daba por lo menos mil 500 pesos pesos a la semana para comprar despensa y todo lo que les hiciera falta a sus hijos.
José de Jesús, quien se dedicaba a ambientar fiestas como sonidero, es recordado como un hombre firme, de carácter duro, pero siempre comprometido con sacar adelante a los pequeños, a quienes llevaba de paseo y, cuando su cartera lo permitía, les compraba algunos obsequios.
Para tratar de salir adelante, Alma optó por la venta de dulces afuera de su casa, así como vender ropa usada a través de las redes sociales.