A los cinco años, Estrella Salazar cambió los juguetes y juegos propios de esa edad, para leer su primer libro sobre anatomía humana. Su coeficiente intelectual es de 150 y actualmente estudia el segundo semestre de la carrera de Ingeniería en Biotecnología en la Universidad Abierta y a Distancia de México, de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
“Me gustaba jugar al futbol y algunos juguetes, aunque después dejé todo eso porque me gustaba más leer sobre anatomía, fisiología y novelas. De chiquita comencé a escribir cuentos, poesía y novelas. De hecho, he publicado varios artículos”, comenta alegre.
Está convencida de que la educación es clave fundamental para el desarrollo económico, político y social de cualquier país, pues sostiene que “es una vía importante para salir adelante y posicionar a México, por ejemplo, en un buen lugar a nivel mundial en todos los terrenos, en lo económico, político y social.
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“La educación siempre será la clave para ser mejores personas, pero también para caminar hacia adelante como país”, destaca.
Apenas la semana pasada, Estrella fue seleccionada como una de las 50 mejores estudiantes del mundo, además de quedar como finalista del Global Student Prize por la Fundación Varkey, con sede en Gran Bretaña.
Hoy, Estrella tiene 17 años de edad y combina sus estudios con su estancia como investigadora en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán y en el desarrollo de una aplicación para ayudar a comunicarse más fácilmente a gente con sordera y problemas de audición.
“En los próximos años espero lograr desarrollar más proyectos de investigación, científicos, tecnológicos y quiero involucrarme para desarrollar proyectos de neurotecnología, estudiar enfermedades virales e infecciones”, señala.
¿Por qué te apasiona el estudio del cerebro?
—Me gusta esto porque justamente desde chiquita siempre me interesó saber cómo funciona este órgano, sus conexiones, neurotransmisores, sinapsis y todos estos procesos que están involucrados en su funcionamiento. Y por supuesto, también me atrajeron las patologías relacionadas con él. Quisiera, en un futuro, desarrollar estrategias para combatir las enfermedades cerebrales.
La adolescente dice que a los 14 años de edad estuvo colaborando en el Departamento de Medicina Genómica y Toxicología Ambiental de la UNAM.
“Estuve realizando una estancia académica por un año. Ahí empecé a realizar proyectos de investigación”, refiere.
En entrevista con EL UNIVERSAL, comenta que para el desarrollo de esta app se inspiró en Perla, su hermana mayor, quien tiene pérdida auditiva severa y profunda.
“Después de ver la discriminación que enfrentaba Perla, me pregunté una y otra vez: ‘¿qué estoy haciendo para ayudar a mi hermana?’ Hasta que un día me metí de lleno a desarrollar esta aplicación que se llama Hands with Voice, que permite a las personas pasar del lenguaje de signos al texto o la voz, y viceversa”, platica la joven cuyo hobby es leer novelas, especialmente de Ángeles Mastretta y José Emilio Pacheco.
“También me gusta pasar el tiempo jugando con mi gatita”, dice en tono festivo la joven estudiante, quien domina a la perfección el idioma inglés.
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La adolescente, quien tiene la intención de realizar un posgrado en Neurociencia Biomédica, volará a París, Francia, en septiembre próximo, para participar en el 73 Congreso Internacional de Astronáutica, con el artículo titulado Estudio de las alteraciones producidas en la organización funcional y estructural de la conectividad cerebral durante el vuelo espacial.
Y eso no es todo, porque en noviembre viajará a las instalaciones de la NASA, en Huntsville, Alabama, ya que fue seleccionada para participar en el International Air and Space Program 2022 de AEXA.
“Ahí participaré en un proyecto sobre los efectos que tiene la microgravedad en el cerebro, cómo cambia este órgano en el espacio y cómo podemos identificar marcadores de diagnóstico que nos permitan combatir esas alteraciones que sufre el cerebro de los astronautas”, detalla.
Estrella, a quien le gusta la música pop, como la de Reik y Camila, aunque también la de Agustín Lara, comenta que en primaria y secundaria sufrió bullying escolar por su alta capacidad para aprender más rápido.
“Las burlas y el acoso no faltaron por parte de algunos compañeros, pero poco a poco fui superándolo. Cuando iba en segundo grado de secundaria, mis papás me dieron de baja porque quería aprender más rápido e investigar. Quería estar en un nivel más universitario. Así que buscamos las opciones de acreditación a través del INEA y el Ceneval”, dice.
Hace poco realizó un proyecto de investigación sobre el diseño de estrategias terapéuticas para pacientes con Covid-19, desde un enfoque neuroinmunológico.
¿En dónde te visualizas trabajando en unos años más?
—Me gustaría trabajar en un instituto de investigación de Estados Unidos, quizá en un medical center para desarrollarme en el ámbito de la neurociencia, aunque después me gustaría regresar a mi país para desarrollar todas las neurotecnologías posibles.