A la doctora Fabiola del Carmen Ramírez le ha tocado conocer todas las caras que puede mostrar el coronavirus. Primero, atendiendo a los pacientes contagiados que buscaban valoración. Después, la enfermedad la alcanzó y tuvo que guardar cuarentena, presentó algunos síntomas, pero fueron leves. Cuando salió de ese capítulo la desgracia tocó a su puerta, su mamá también se infectó de Covid-19, pero ella no pudo ganar la batalla al virus y falleció en agosto pasado.
“Yo ya fui Covid, estuve aislada en mi casa pero con síntomas leves. Tuve una tragedia personal a nivel familiar, mi madre falleció de coronavirus en agosto de este año. Ahora sí, que siendo médico, viviéndolo de cerca, me tocó estar del otro lado, como paciente y como familiar de un enfermo. Viví la tragedia en carne propia”, comenta la especialista que trabaja en el Área de Diagnóstico Externo de Covid en un hospital privado de la colonia Roma.
Como a todos los que han perdido a un familiar durante la pandemia, esta situación le cambió la vida a Fabiola, la volvió más humana: “De por sí hay sensibilidad en los médicos, pero eso me hizo más humana, más sensible y comprensiva ante esta situación”, platica con mirada amable mientras espera la llegada de algún paciente en busca de apoyo para ser atendido.
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La doctora Ramírez ha notado cómo en estos días el flujo de pacientes contagiados de coronavirus ha aumentado, de hecho, en el hospital que labora, el día de la entrevista no había camas disponibles para recibir enfermos.
“Han venido más pacientes, incluso algunos que afortunadamente no necesitan hospitalización acuden por el pánico mismo que se vive. Por un lado está bien, porque así los valoramos desde los primeros síntomas, platicamos con ellos, los orientamos y los regresamos a casa”, comenta la médico.
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La actitud de la doctora Fabiola es de admirar. A pesar de las jornadas exhaustivas, de la pesadez que vive al tener que usar el traje que la protege pero que al mismo tiempo le impide por horas tomar agua, comer y hasta ir al baño, sólo se enfoca en poder ayudar a sus pacientes.
“La fatiga emocional es mucha, pero lo que nos mantiene firmes es nuestra vocación y el amor por los humanos, por la salud de la gente. Es un reto tremendo el que estamos viviendo, pero vamos a salir de esta primero Dios”, son las palabras de la doctora que inmediatamente regresa a su puesto para seguir enfrentando desde su trinchera al letal virus.