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La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) no ha podido consolidarse como una defensoría eficiente y ha sido omisa al no señalar directamente a los funcionarios cuando vulneran derechos, opinó Michael Chamberlin, integrante del Consejo Consultivo de la CNDH y candidato a presidir la institución.

A una semana de que el pleno del Senado elija al nuevo titular del organismo, el defensor acusó un alejamiento de la institución con las víctimas y advirtió que sus recomendaciones no son tomadas en cuenta “porque ni siquiera la CNDH les da importancia”. Criticó que estos documentos no exponen el nombre del funcionario que cometió la irregularidad, además de que no se les da seguimiento.

Dijo para que corregir esto es momento de que el ómbudsman no sea jurista o académico, sino alguien de la sociedad civil.

Nunca ha tenido un cargo público, ¿está preparado para dirigir la CNDH?

—Nunca he sido funcionario público, pero siempre he estado cerca de la administración pública como defensor de los derechos humanos, entonces entiendo cómo funciona; cuando no sepa, tendré que buscar apoyo, pero eso no me preocupa, lo que me preocupa es que los cambios sucedan para que en verdad se defiendan los derechos humanos.

¿Cuál es su propuesta?

—Hay que revisar cómo están estructuradas las visitadurías; a mí me gustaría poder organizarlas de tal modo que respondan a violaciones de derechos humanos concretas, para especializarlas. No me parece muy útil tener una visitaduría que incluye a mujeres e indígenas al mismo tiempo.

¿Fue eficiente la Comisión Nacional en este último periodo?

—La CNDH no ha podido consolidarse como una defensoría de derechos humanos. Me parece, por ejemplo, que, de por sí, las recomendaciones son instrumentos no vinculatorios; el único efecto posible es el señalamiento social de decir quién es el responsable de violaciones a derechos humanos, pero hasta ahora ni siquiera eso se puede saber.

¿Ha sido omisa la CNDH?

—Sí, y tardada, e incluso autista: en lugar de colaborar con especialistas o con gente que ha documentado los casos que documentan ellos, tiene una lógica de competencia.

¿La CNDH tendría que quedar en manos de la sociedad civil?

—Yo creo que es momento de que la CNDH dé un brinco hacia una verdadera defensoría de derechos humanos, que lo haga de manera multidisciplinaria.

¿Hay que cambiar el perfil del titular?

—Debe ser una persona que ya haya estado en el terreno de los derechos humanos por dos razones: tiene que saber cómo se hace y debe estar legitimada por su propio trabajo y su vínculo con las víctimas.

¿Cree que los senadores piensen igual?

—A mí me parece que la sociedad civil es muy capaz de dirigir instituciones de este tipo, y no sólo de dirigirlas, sino de llevarlas a otro nivel, pero eso se ha desperdiciado. Vale la pena para probar si podemos hacer de la CNDH otra cosa, porque ya hemos probado con catedráticos y ya conocemos esos resultados.

¿Qué debe hacer la sociedad civil para convencer de que puede presidir la Comisión de los Derechos Humanos?

—Para mí es un tema de democracia. Si queremos avanzar a esquemas de democracia y participación, debemos diluir mucho más esta línea entre los políticos profesionales y la sociedad civil. Yo creo que eso se logra justamente en prácticas como éstas.

¿Cómo llevaría a cabo la austeridad?

—Hay que revisar cómo se gasta, ser más ligeros en el uso de los recursos. Aunque no tengamos una política de austeridad, yo creo que la CNDH sí puede ser más austera y eficaz. Tengo ganas de conocer más a fondo el gasto que se hace a nivel de edificios, por ejemplo.

¿Cómo mejorar el cumplimiento de las recomendaciones?

—El primer problema es que la CNDH ha tomado con mucha ligereza sus propias recomendaciones; es decir, en el momento en el que no señalan quiénes son los responsables de la violación a derechos no toma en cuenta a las víctimas. Luego, en sus seguimientos, sólo se dedica a palomear si ya fueron cumplidas las recomendaciones por la información que le dan las instituciones, pero no va con las víctimas.

¿Por qué debería ser ómbudsman?

—Tengo 30 años trabajando como defensor de derechos humanos; he acompañado a víctimas a lo largo de todo este tiempo. Conozco el contexto de violencia que vive el país, muchos colectivos de víctimas, organizaciones civiles que me apoyan y confían en que puedo hacer una verdadera defensoría de derechos humanos.

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