Se paraba casi todas las noches afuera del Hotel Polly, en la colonia Buenavista de la Ciudad de México, a la espera de clientes. Era joven, tenía apenas 26 años de edad cuando dos militares que solicitaron un sexoservicio le arrebataron la vida con un tiro de gracia, el 24 de marzo de 2020.
Eligió el nombre de Naomi Nicole, pero sus compañeras del punto la conocían como La Soñaré por la manera en que solía esculpirse un cuerpo exageradamente curvilíneo y voluptuoso usando las almohadas del hotel en el que vivía.
A pesar de que ella decía que era hondureña, la realidad es que salió de su pueblo, en el municipio de Las Choapas, Veracruz, buscando libertad para vivir su identidad de género lejos de los prejuicios de su familia y también para “ser alguien”, pero el trabajo sexual fue la única manera que tuvo para superarse.
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Era alegre y bromista, recuerda Niki, quien fue su compañera y gran amiga, y cuyo testimonio fue determinante para que el pasado 3 de agosto los dos homicidas fueran sentenciados a 23 años y nueve meses de cárcel.
“¿Alguna vez ha visto a estos hombres?”, le preguntaron los abogados en el juicio, el cual se pospuso durante dos años a causa de la pandemia. El cuestionamiento bastó para que Niki “se fuera como hilo de media”.
Aquella noche no había nada de trabajo. Niki llegó al Polly a las siete, pero La Soñaré la alcanzó tres horas más tarde. “Mamá, me quedé dormida, apenas vengo llegando, préstame maquillaje”, le dijo. Se arregló y se quedó ahí un rato, pero la calle estaba muerta. “Sabes qué, hija, yo me voy a ir a Revolución y al ratito nos buscamos”, se despidió Niki.
Iban a dar las cuatro de la mañana en un parque de la calle Estrella, en la colonia Guerrero.
Luego de un servicio, Niki se sentó en la banqueta, justo abajo de la luz del alumbrado público, para retocarse el maquillaje.
“Escuché que rechinó un carro. Los gritos se oyeron desde antes de que dieran la vuelta en la esquina”, cuenta. “¡Maricón, te voy a matar, maricón!”. A bordo iban dos hombres, pero la voz que pedía auxilio era femenina. Niki supo de inmediato que se trataba de La Soñaré.
Antes de que el carro se estacionara, La Soñaré se bajó corriendo, pero uno de los hombres la siguió con un arma en la mano.
Ella era de carácter fuerte, dice Niki, quien para entonces ya se había metido abajo de la camioneta, pecho tierra, para esconderse. La vio regresar para defenderse, pero el hombre la golpeó con la pistola en la boca y la tiró.
Como pudo, La Soñaré se levantó y entonces recibió una patada en la espalda. Cayó de boca. Ahí, en el suelo, fue asesinada de un disparo en la cabeza.
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“Nunca voy a olvidar el crujir del cráneo. Me dicen que todo pasó en menos de cuatro minutos, pero yo sentí que fueron horas. El tipo que le disparó veía para donde yo estaba, y yo pensé que me había visto, pensé que también me iba a matar a mí. Fueron los minutos más espantosos de mi vida”, añade.
Niki se asomó y vio al otro hombre bajar del carro también con un arma. “No, ya ni pa’ dónde correr”, pensó.
El carro arrancó a quemallanta, alguien había accionado el botón de pánico que estaba en la esquina de la calle y una patrulla estaba por llegar. Los militares fueron aprehendidos y permanecieron en el Reclusorio Sur hasta que se llevó a cabo el juicio.
“Dos años me tragué el haber atestiguado el crimen de mi amiga. Ahora me consuela que ya está descansando en paz”, dice Niki, quien recibió amenazas y golpizas para evitar su declaración, hasta que juntó el valor para hacer justicia de la mano de la activista Kenia Cuevas.
“Su muerte nos da fuerza”
La sentencia del caso de La Soñaré es un hecho histórico que marca un precedente para la comunidad transgénero en México, dice Kenia Cuevas, conocida como Mamá Kenia por la ayuda que brinda a la comunidad.
Desde el asesinato de La Soñaré, la activista y directora de la Casa de las Muñecas Tiresias A.C. dio seguimiento al proceso en búsqueda de que éste no se quedara en una carpeta más.
“Es el segundo caso de transfeminicidio en México que tiene una sentencia y el primero en el que los asesinos se encuentran cumpliendo una condena”.
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