La mañana del miércoles 17 de febrero, a las 8:50 horas, el periodista y cronista de EL UNIVERSAL, Juan Arvizu Arrioja, perdió la batalla contra el Covid-19.
“Es un día muy triste para su familia, para sus colegas y para EL UNIVERSAL, así como para todos aquellos que colaboran en esta casa editorial. Juan dedicó su vida por entero al ejercicio periodístico y fue uno de los pocos cronistas políticos que quedaban en el país”, expresaron el Licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz, Presidente Ejecutivo y del Consejo de Administración de EL UNIVERSAL, y Juan Francisco Ealy Lanz Duret, Director General de El Gran Diario de México.
Ayer, el nombre de Juan Arvizu Arrioja retumbó desde el pleno de la Cámara de Diputados, uno de sus lugares predilectos y en el cual narró, a través de sus crónicas, el acontecer diario del Poder Legislativo.
La presidenta de la Cámara Baja, Dulce María Sauri, lo recordó y lo calificó como uno de los cronistas más importantes en la historia del Poder Legislativo mexicano, quien contribuyó a escribir su historia y a registrar el devenir cotidiano de la política, y por su fallecimiento pidió un minuto de silencio en su memoria; también lamentó la muerte de otros dos periodistas: Fernando Mora y Juan Hernández.
Muchos de los periodistas que fueron sus compañeros y colegas en las coberturas diarias en la Cámara de Diputados y otras fuentes rindieron un minuto de aplausos en memoria de “el señor Arvizu” desde la sala de prensa del Palacio Legislativo de San Lázaro.
Juanito, como todos sus compañeros y amigos le decían, tenía 65 años. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y trabajó en los diarios Avanza, El Sol de México, la agencia Notimex y fue reportero de EL UNIVERSAL desde el 10 de abril de 1984 hasta ayer.
Inició su carrera de reportero cubriendo la fuente universitaria, para después adentrarse en la política, en donde recorrió todos los sectores: Presidencia de la República en la administración de Ernesto Zedillo; las campañas de Luis Donaldo Colosio (1994), Felipe Calderón (2006), Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota (2012). Estuvo asignado a las fuentes de la Secretaría de Gobernación, organismos electorales, partidos, Cámara de Diputados y Senado de la República, donde obtuvo sus mayores reconocimientos. También fue columnista de El Gráfico con su Vitral Político.
En 1997 fue distinguido con el Premio Nacional de Periodismo en la categoría de crónica y en 2014 fue reconocido por el Senado de la República por tres décadas ininterrumpidas de labor periodística en EL UNIVERSAL.
Juan siempre cargaba su café en la mano derecha y su portafolio en la izquierda. Siempre vestía traje y corbata. Siempre se actualizó, fue rigoroso y profesional.
Políticos y empresarios lo reconocen como uno de los grandes cronistas que ha dado el periodismo en las últimas décadas por su buen lenguaje y buen toque.
A Juan le sobreviven su esposa Micaela y sus dos hijos, de quienes estaba orgulloso de que se hayan recibido: Óscar, de 28 años, ingeniero industrial, y Fabián, de 31, licenciado en mercadotecnia.
“Un día antes de ser hospitalizado, él seguía laborando, se la vivió todo el tiempo trabajando. Para mí, sinónimo de trabajo, es mi papá. Yo alguna vez le pregunté por qué estar en EL UNIVERSAL y su respuesta fue: ‘Porque siempre quise trabajar en el más grande y me gusta hacer lo que hago y lo que hago es ser periodista y reportero, no sé hacer otra cosa’ y se entiende”, recuerda Óscar.