Dentro de seis meses, el dos de junio de este recién estrenado 2024, todo apunta que México habrá de contar con la primera mujer que se convierta en Presidente de la República, así es que, continuando con la saga LAS GUERRERAS DEL PERIODISMO, que iniciamos aquí, en EL UNIVERSAL, El Gran Diario de México, el pasado 17 de diciembre de 2023, un merecido y justo reconocimiento a las mujeres periodistas que hay en nuestro país, quienes, sin descuidar sus obligaciones del hogar, cumplen cabalmente y de manera sobresaliente, su cotidiano quehacer periodístico, poniendo muy en alto su esfuerzo y el prestigio del medio de comunicación para el que colaboran, pero, sobre todo, dignifican el periodismo nacional.
Antes de iniciar de lleno con esta amena e interesante charla con la destacada periodista Ivonne Melgar Navas, mi estimado lector de EL UNIVERSAL, hago votos, de todo corazón, porque este 2024 esté lleno de salud, bienestar y éxitos para usted y los suyos.
Salvadoreña por nacimiento, pero nacionalizada mexicana por voluntad propia, en esta primera parte de la entrevista con EL UNIVERSAL, nos comparte la dolorosa experiencia que le tocó vivir en carne propia en su natal El Salvador, bajo un régimen socialista y represor. Tajantemente, enfatiza: “Como México no hay dos, no dejemos que estúpidas políticas socialistas implementadas en los últimos cinco años, destruyan a este gran país, tal y como ha sucedido con varias naciones de Centroamérica, entre ellas, mi natal El Salvador” Una y otra vez, señala que México es un bendecido paraíso del continente americano.
Ivonne Melgar es una mujer inteligente, educada, culta, hiperactiva y dueña de una memoria prodigiosa. Dentro de su ardua actividad periodística, actualmente es una incansable reportera del periódico Excélsior, teniendo a su cargo la fuente legislativa, cubriendo las crónicas y actividades de la Cámara de Diputados y Senado de la República, y por si fuera poco, le ha tocado asumir la enorme responsabilidad de conducir diferentes espacios informativos para la radio y televisión en Grupo Imagen.
No cabe duda que Ivonne Melgar es una mujer sorprendente y fuera de serie, comenzó a escribir desde muy temprana edad. Se graduó con honores en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, como Licenciada en Ciencias de la Comunicación, presentando la tesis “De las cenizas a los escombros”, un excelente reportaje sobre la guerra civil salvadoreña.
Además de ser una destacada columnista y colaboradora en Imagen Radio, Cadena Tres y Canal 28. Lo mismo trabaja para radio, televisión y hasta se da sus “tiempecitos”, como le llama, para colaborar con diversos medios de comunicación impresos y digitales. Amén de sumergirse en la cocina de su hogar para preparar deliciosos platillos para su familia.
Por más que se esfuerza en ocultar su nerviosismo, confiesa sentirse sumamente “rara” al ser entrevistada, pues es ella -afirma-, durante casi 40 años, quien formula las preguntas en miles de entrevistas que ha tenido que realizar como parte de su cotidiano quehacer periodístico.
Con absoluta sencillez y franqueza en cada una de sus palabras, responde a nuestras preguntas, siendo acompañada por su esposo, el abogado Martin Beltrán Álvarez, en la intimidad de su hogar, finamente decorado dentro de un hermoso y moderno conjunto residencial ubicado al sur de la Ciudad de México.
Sencilla pero elegante en el vestir, a manera de bienvenida, nos invita una deliciosa taza de café para mitigar un poquito el intenso frío que se registra al sur de la Ciudad de México, con lo que nos da muestras de ser una excelente anfitriona.
-¿Cómo te va en la vida?
-¡Vaya pregunta!! Me ha ido de todo en la vida…
-¿…A lo mero macho?
-Sin lugar a dudas. Solamente quien carga el costal, es el único que sabe lo que lleva adentro….
-¿La vida va…?
-Indiscutiblemente, la vida va…
-¿Pero, ha valido la pena?
-¡Por supuesto que sí! He tenido el privilegio de hacer lo que me propuse desde niña, pero, además, con creces.
-¿Gracias a la vida?
-Tarareando la bella melodía “Gracias a la Vida”, que inmortalizara la inolvidable Mercedes Sosa-, me dice: “He tenido muchísimas oportunidades de crecer y disfrutar de mi trabajo profundamente…”
-¿Una vida sobre terciopelo azul?
-¡Nooo!!, por supuesto que no. ¡Puff!!, no siempre las cosas son aterciopeladas, como bien lo apuntas.
-En esta vida nada, pero nada, es fácil…
-Coincido contigo, es un constante aprendizaje, enfrentar el dolor, lo cual, va conformando tu propio destino…
-Nadie puede patear su futuro…
-Querido Edmundo, antes de responderte, quiero preguntarte ¿Tomaste cursos de psicología avanzada?...
-No, para nada... ¿Te molesta que haga preguntas, un tanto fuera de lo común?
-¡Claro que no! Al contrario, me demuestras tu inteligencia e invitas a tu entrevistado a sumergirse en un plano de absoluta confianza. Me tienes impresionada, y eso, que apenas comenzamos la conversación…
-Te agradezco mucho el concepto, pero déjame decirte que… A lo Mero Macho… Primero entrevisto y luego existo. Mejor dime, ¿Cómo abrazas a la vida cuando recibes golpes que te derriban?
-¡Qué agradable es conversar contigo…
-¿Otra vez con el duelo de halagos?
-Está bien ya veo que eres de lo más sencillo. Respondiendo tu pregunta, tienes que abrazar tu propio destino y preguntarte si puedes hacer eso, o simplemente, asumirlo como tal. Es así como la vida comienza a desarrollarse ante situaciones que son inevitables.
-Dicen que los tiempos de Dios son perfectos…
-Tienes toda la razón. Hoy, hace exactamente cinco meses que mi papá sufrió un infarto cerebral y logró sobrevivirlo. Esta recuperándose poco a poco. Gracias Dios… ¡está vivo!
-¡Uf!!, lo siento mucho, como dice Ciro Gómez Leyva… ¡Ánimo!
-No lo puedo negar, ha sido un muy duro golpe, para mí, saber que se encuentra postrado en una cama de hospital. Mi padre era un destacado académico, un Maestro de Letras y un hombre amante de la poesía, no obstante, tiene que sobreponerse a estos momentos tan difíciles que lo ha puesto en los límites de su existencia…
-Súbitamente, los ojos de mi entrevistada se llenan de lágrimas. Un nudo en la garganta le impide continuar con su relato, mi eficiente acompañante, le proporciona un pañuelo desechable y le acerca un vaso con agua que minutos antes le había llevado el licenciado Martín Beltrán Álvarez, el esposo de esta destacada reportera. Considero pertinente dejar pasar unos minutos en lo que se tranquiliza… Querida Ivonne, nada es para siempre…
-¡Exacto!, nada es para siempre. Justamente, eso es lo que he empezado asimilar, es decir, no vivir en medio de la ansiedad y angustia…
-Tú, eres una auténtica Guerrera del Periodismo… ¡Qué sabroso es platicar contigo!
Tienes toda la razón, el periodismo te salpica de toda esa adrenalina. Siempre, estas ansioso por querer “cubrir” más de cinco cosas de manera simultánea.
-¡Arrba corazones!, como decía don Carlos Amador.
-Déjame decirte que, mi esposo, acaba de superar una verdadera crisis de resistencia a causa de un cáncer de próstata, hoy en día, mira, está lleno de vida y dándole gracias a Dios y a la vida misma.
-Insisto, vale la pena vivir…
-Totalmente de acuerdo contigo, mi querido Edmundo
-Vayamos a cosas más gratificantes ¿Qué recuerdos tienes de esa etapa infantil vivida por la pequeña Ivonne, en su natal San Salvador, el vecino país centroamericano El Salvador?
-Tuve una infancia en medio de una pre guerra civil y militar registrada en El Salvador. Mis padres, estaban catalogados como de izquierda y hasta comprometidos con la causa de la democracia y la revolución, quienes vivían en una dinámica de un anti/sistema, y sobre una ola de la fe, que representaba una revolución en América Latina.
-¿Era un privilegio o un castigo divino desarrollarte dentro de una difícil conciencia social?
-Reza el dicho: “No hay mal que por bien no venga”. Mi padre me alimentaba con el espíritu de la poesía y me dejaba de tarea que leyera “Los Motivos del Lobo”, de Rubén Darío en tiempo de vacaciones para que me lo aprendiera de memoria
-Perdóname que insista ¿Cómo era la vida de esa pequeñita? ¿A qué jugaba?
-Nos tocó afrontar una experiencia mucho muy contrastante porque crecimos en una colonia de clase media. Mis papás se desempeñaban como maestros universitarios, pero al mismo tiempo, eran contestatarios, es decir, teníamos prohibido ver televisión.
-¿De cierta manera, naciste en “pañales de seda”?
-Rascándose la frente con su mano derecha, suspira profundamente y me dice: “¡Uff!!.. Recuerdo que casi todos los niños de mi colonia asistíamos a un colegio privado, mientras que nosotros íbamos a una escuela pública.
-¿Apegados a costumbres religiosas?
-No, fíjate que no. Mis padres se convirtieron en ateos por completo mientras que mis abuelos eran presas de un absoluto fanatismo religioso.
-¿Ni para dónde hacerse?
-Yo me sentía totalmente confundida por esa contradicción y hasta por ese enfrentamiento familiar…
-Vaya dilema…
-Consciente de todo eso, particularmente, en lo que a mí correspondía, algo sucedió en mi interior que me alejé por completo a jugar con las muñecas…
-¿Preferías los juegos de los niños varones?
-No, sino que me atraía muchísimo más participar en todo tipo de concursos de intuición y hasta de estar conduciendo algo. Todo eso, me sucedió durante el tiempo en que cursé la primaria y hasta primero de secundaria.
-¡Cuéntame alguna anécdota que te dejó tu paso por la primaria!
-Solamente te puedo comentar que fui una niña de excelencia académica y durante toda la primaria, me entregaron la “banda de excelencia escolar”.
-¿Muy “matadita” para el estudio?
-Sí, la verdad es que sí. Era mucho muy “matadita” tanto para las tareas como atención en clases.
-¿Te ayudaban hacer las tareas?
-No, definitivamente no y te digo que no, porque no existía una cultura de que tus papás se sentaran contigo hacer las tareas, como ambos eran maestros, no era necesario que nos revisaran las tareas…
-¿Una presión paternal implícita?
-¡Exacto! Muchísima presión y hasta cierto miedo al fracaso escolar, cosa que nos inculcaron de forma angustiosa, por así decirlo. Déjame decirte que, quinto de primaria fue muy duro para mí, porque sufrí de Hepatitis, motivo por el cual, estuve en cama durante un largo tiempo y alimentándome de puros dulces, de acuerdo a los usos y costumbres de El Salvador. Todos los días, mis compañeritos de escuela me llevaban una bolsa de dulces y no me quedaba otra que permanecer en cama hasta que desapareciera el color amarillo de todo mi cuerpo…
-Si no tenían tele ¿Cómo demonios te divertías o entretenías?
-No me quedaba otra que estar postrada en mi cama, leyendo cuanta cosa caía en mis manos. Ahora que sé que es tan grave esa enfermedad, me digo por dentro: “Qué duro debió haber sido para mi mamá que estuvo cuidándome todo el tiempo.
-¿Te aterraba la enfermedad?
-No, la enfermedad no, pero sí, mi angustia era cómo le iba hacer con las tareas y lo que les enseñaban a los niños durante mi ausencia. Afortunadamente, mis compañeritos que iban a visitarme, me mantenían al tanto, gracias a mi buena memoria, registraba todo lo que me compartían. Más que la hepatitis, mi sufrimiento era: ¿Qué iba a suceder con mis deberes escolares? Mi mamá iba a recoger los cuadernos a las casas de mis compañeritos, y ahí me tienes escribiendo todo.
-¿…Y Después de la primaria?
-Mis papás deciden adelantarse a México en busca de mejores oportunidades de vida, debido a la delicada situación política que se vivía en El Salvador…
-¿Tú y tus hermanos se quedan al resguardo de los abuelos?
-Solo fuimos dos hijos, mi hermana Gilda y yo, por cierto, ella también vive a media cuadra de esta, tu casa.
-¿Tu juguete favorito?
-No había tal… Quizás, nos gustaba jugar damas chinas. Mi hobby era leer muchísimo…
-Alguna lectura en especial que te llamara la atención?
-Buscaba a las poetizas de la época como Claudia Lars…
-¿Te dejabas atrapar por la magia de los libros?
-Indiscutiblemente, mi formación se la debo a los libros y mis papás, dentro de toda su precariedad, hicieron muchos esfuerzos para que estudiáramos música, estando ya en la Ciudad de México
-¿Qué futuro les deparaba a tus padres en México?
-Mi papá decide realizar un doctorado en Letras Hispánicas dentro del Colegio de México… ¡y que lo aceptan!, Mi papá estaba muy joven…
-¿A qué edad llegas tú, a México?
-A los 13 años de edad. Mi papá tenía 19 años de edad cuando yo nací… ¡era un chamaco!
-¿Y tu mamá?
- A los ocho meses de estancia de mi padre en la Ciudad de México, mi mamá lo alcanza y solamente estuvimos como cuatro meses al cuidado de los abuelos.
-¿Te dolía la partida de tus padres?
-Como que empecé asimilar que la situación política de mi país, El Salvador, era insoportable y los había obligado emigrar, sobre todo, cuando en un periódico de allá, se publica una nota en donde denunciaba que la imprenta que mi papá tenía en El Salvador, era sede de una célula guerrillera, de acuerdo a lo que nos fue a contar una vecina y que mis papás corrían peligro porque los estaba buscando el ejército, de allá, al considerarlos guerrilleros.
-¿Sentías que la muerte los acechaba?
-¡Por supuesto!, le di gracias al cielo que hayan decidido buscar refugio en México, aunque en la muy corta edad que teníamos mi hermana y yo, resultaba mucho muy doloroso para nosotras el desarraigo obligado. Era dejar absolutamente todo, los amigos del vecindario, mis abuelos y hasta las bicicletas en donde paseábamos todas las tardes -De nueva cuenta, se le quiebra su voz sin poder evitar lágrimas en los ojos-
-¿Te rehusabas emigrar a México?
-Era la gran interrogante que me daba vueltas en la cabeza. No comprendía a qué nos íbamos a México, pero al tomar conciencia que nos iban a matar, no me quedaba de otra. Estaba naciendo el Frente Nacional de Liberación Nacional, así como el Frente Farabundo Martí.
-¿Cuánto tiempo hace de eso?
-El pasado domingo cumplimos 35 años de haber llegado a esta bendita tierra, aquel 19 de noviembre de 1978…
-¿Llegaron con una mano adelante y otra atrás?
-¡Ups!!, digamos que mis papás ya habían preparado nuestra llegada como estudiantes becarios…
-¿A dónde llegaron a vivir, ya en la Ciudad de México?
-A la colonia Campestre Churubusco, en prolongación Las Torres, casi esquina con Calzada de Tlalpan, al departamento de uno de los paisanos de mis papás que nos dieron albergue, dado que mi papá estaba por concluir sus estudios de Maestría.
-Bueno, cayeron “en blandito”, era una zona catalogada como de “riquillos”
-Era un lugar precioso en donde había mucha tranquilidad, además, era un feliz choque cultural de un país como México, algo simple y sencillamente impresionante. Me vi atrapada por la obsesión de un consumo cultural.
-¿Cómo recibió la Ciudad de México a la niña de 13 años?
-Era fascinante andar en bicicleta y sin el peligro de tanta delincuencia, mucho menos, el acoso sexual a las niñas…. Guauu, bendito México, jamás viví eso.
-Eran otros tiempos… ¿Crees que se hayan perdido los valores?
-Vaya preguntas que me haces…. Mmm, yo creo que la descomposición del tejido social del México de ese entonces, no estaba al grado del México hoy en día. Era una deliciosa vida vecinal.
-¿Llegaste con la mentalidad que México era el hermano mayor de Centro y Sudamérica?
-No obstante que ambos países estábamos tan cercanos, debo confesar que había mucho desconocimiento de la riqueza de este gran país. Lo que sí recuerdo, es que, en mi país, México lo escribían con “J” Méjico. Asimismo, sabía de una canción que en El Salvador la consideraban como el himno mexicano: “La Bikina”, por cierto, mi tío Patricio contrataba un mariachi de allá y se ponía a cantar con ellos “La Bikina”.
-Al llegar aquí, ¿qué es lo que apreciabas de México?
-Todas las películas de Pedro Infante, Jorge Negrete y de María Félix, entre otros grandes artistas más. Por cierto, en El Salvador, El Chavo del 8 era un verdadero ídolo, quiero contarte que cuando el Chavo del 8 se presentó en El Salvador, era todo un acontecimiento nacional.
-¿Cómo transcurrió tu asentamiento en la Ciudad de México?
-Escuchando la música de Juan Gabriel.
-¿Viajaste en avión o en autobús desde El Salvador a la Ciudad de México?
-No sé cómo le hicieron mis abuelos, pero nos mandaron en avión.
-¿Cuál fue la primera imagen que te impactó, arribando a la Ciudad de México?
-Aunque aún estaba muy corta de edad, percibí esa fuerza de libertad republicana y como mi mamá era muy tesonera, se fue a parar afuera de la secundaria técnica número 17, que estaba en Coyoacán, para suplicarle a la directora que nos aceptara, dado que el ciclo escolar de El Salvador, era totalmente diferente al de México.
-¿Qué fue lo primero que observaste al ingresar a esa escuela secundaria?
-En ese momento, lo que me llamó mucho la atención, era una condición de clase media muy republicana, es decir, estaban tanto las hijas de empleadas domésticas como los hijos de Manuel Álvarez Bravo, un prestigiado fotógrafo perteneciente a la “clase alta”. En esa escuela no había distingos sociales, fue algo que me impactó muchísimo.
-¿Te la vivías haciendo comparaciones con tu país de origen?
-¡Para que te digo que no! También me impactaba muchísimo el enorme respeto que toda la gente expresaba por los integrantes del Ejército Mexicano, mientras que en El Salvador, nos daba pavor ver simplemente a un uniformado porque sentíamos que nos iba a matar.
-¿Cómo México no hay dos?
-Me quitaste la palabra de la boca. Yo lo viví en carne propia en El Salvador, en donde estúpidas políticas socialistas destruyeron mi país natal. Como México no hay dos, no dejemos que esas estúpidas políticas socialistas destruyan este gran país.
-¿Una nación bendecida por el cielo?
-Toda su gente es extraordinaria, participativa y dispuesta a ayudar a los demás. Recuerdo que recién llegadas aquí, los vecinos nos invitaban a comer, a sus fiestas… vaya, nos fueron integrando poco a poco a su vida social, tanto a lujosas residencias de Coyoacán como a humildes casas de Santo Domingo, pero todas, con el mismo cariño y calor humano que caracteriza a los mexicanos, todo en exceso, la comida, el afecto y respeto.
-México, ¿un paraíso de América?
-¡Claro que sí! México es un bendecido paraíso de América. Ahí, fue cuando entendí lo que significaba la democracia. Me llena de satisfacción confesarte que me quedaba de “a seis” cuando al departamento en donde vivía, todas las mañanas llegaban los periódicos Excélsior y EL UNIVERSAL, pero mis papás compraban el periódico Uno Más Uno, por cierto, tiempo después, comencé a trabajar como reportera de Uno más Uno.
-¿Qué te gustaba más de esos diarios?
-Que los caricaturistas se burlaban del entonces presidente de la República. Que las huelgas obreras eran noticia de primera plana. Mira mi querido Edmundo, te estoy hablando de los años de 1977 a 1982. Era un fabuloso inicio a una apertura periodística en México.
-Estando ya en México, ¿cuáles eran tus aspiraciones?
-Ingresar a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Resulta que, habiendo terminado la secundaria, veo una convocatoria de un concurso de oratoria, voy a inscribirme… ¡y lo gané!!
-¿México te recibía con los brazos abiertos?
-Es algo que jamás podré olvidar, algo maravilloso.
-¿Cómo te trataron tanto en la secundaria como en la prepa?
-Que era la niña salvadoreña que hablaba “muy raro”. Que no entendía muchas cosas de la vida y costumbres de los mexicanos. Una chamaca que decía palabras diferentes, tratando de hacerse entender, sin embargo, gané un concurso de oratoria a nivel nacional.
-¿Cómo fue que te preparaste para ello?
-Mi papá me puso de ejemplo “A Roosevelt”, de Rubén Darío, esa fue mi declamación. Total, gano el concurso y después me preparan con un poema que me dijeron que era de Pita Amor, la tía de Elena Poniatowska, por cierto, ese poema nunca, pero nunca, he podido encontrarlo.
-¿Y si era de Pinta Amor o no?
-Yo estoy segura que no, porque, quizás, lo fueron circulando como tal, pero nunca pudieron comprobar su autenticidad. Lo he buscado como parte de la obra de Pita Amor, y, en ninguna parte lo he podido encontrar. Gracias a mi participación en ese concurso fue como me pude acoplar a la perfección a la vida estudiantil de México
-¿Qué diferencias remarcabas entre el estudiantado de El Salvador y el mexicano?
- Aquí, son mucho más cálidos y participativos.
-¿Fuiste objeto de “bullying”?
-No, para nada. Así como también los maestros fueron muy amables conmigo. Me acuerdo uno de apellido Tafoya que me daba literatura, quien al mismo tiempo se desempeñaba como taxista y me decía: “A ver mi´ ja, cuénteme una leyenda de El Salvador y me ponía al frente del salón a contarles cómo era la vida en mi natal El Salvador.
-¿Llegaste a reprobar materias?
-Por supuesto que sí, estando en el CCH Sur. Obviamente, el nivel académico de México es mil veces superior al que se imparte en El Salvador.
-¿Por qué periodista?
-Desde el segundo de preparatoria en el CCH Sur, es cuando decido seguir esta apasionante carrera…
-Pero… ¿Por qué?
-Desde que leía EL UNIVERSAL y luego Excélsior, siempre me propuse estar ahí y ser parte de ellos. Yo quería escribir esas notas y hacer las entrevistas que leía.
-¿Algún antecedente familiar?
-No, ninguno. Quizás, el espíritu literario que me inculcaron mis padres. Mucho menos, en mi familia nunca existió algún conocido o un amigo que fuera periodista. Era algo que me nació del alma…
-¿Estando en el CCH Sur, eras una chamaca revoltosa?
-No creo que no…
-¿Te animó al ver a Jacobo Zabludovsky al frente de 24 HORAS?
-No creo que Jacobo haya influido en mi decisión, fue un gran periodista al que siempre he admirado. Por cierto, a mi mamá le regalaron un televisor, fue así como podía ver a Zabludovsky al frente de ese extraordinario noticiero 24 HORAS.
-¿Querías formar parte de 24 HORAS?
-No, fíjate que no., la televisión nunca me interesó, sino lo que yo quería hacer era escribir en EL UNIVERSAL o en Excélsior
-¿A lo mero macho?
-Nunca desee llegar a trabajar en televisión o en radio. Mi amor por la prensa escrita era enorme por tanta literatura que había leído. Un día, una maestra de la Facultad de Ciencias Políticas, quien también era de origen salvadoreña y además poeta, Mercedes Durán, me decía que tenía que dedicarme al periodismo escrito.
-Y tú, ¿qué le decías?
-Aferrada en que quería ser cronista o dedicarme al periodismo cultural.
-¿Tus papás qué te decían al respecto?
-Las amigas de mi mamá le habían metido en la mente que, para mí, no era lo mejor que estuviera en la Facultad de Ciencias Políticas, sino que debería cambiarme a la Universidad Autónoma de México -UAM- porque era una institución mucho más revolucionaria y que estaba más vinculada al pueblo y que hiciera radio comunitaria, en fin.
-¿Hiciste el examen de admisión en la UAM?
-Sí y hasta lo aprobé, pero como me había llegado el pase automático del CCH Sur, así es que me decidí por la FCPyS de la UNAM
-¿Tu mamá puso “el grito en el cielo”?
-No obstante que se mostró sumamente renuente conmigo, me dijo que no desperdiciara el pase automático que tenía en la UNAM. Total, que ahí me quedé.
-¿Qué sentiste al estar en Ciudad Universitaria de la UNAM?
-Sentí lo máximo, es decir, me embargó una alegría impresionante al estar frente a todos mis maestros que me enseñaron a leer correctamente, entender y comprender.
-¿Estar en la UNAM, han sido los años más felices de tu vida?
-¡Brujo! – me lo dice en medio de una sonora carcajada y continúa-: “Sí, ahí aprendí a fumar y relajarme en compañía de mis buenos amigos y compañeros. Nos íbamos al “chisme”, y no sabes, hasta me hice muy amiga de niñas super fiesteras
-¿Cuántas veces te fuiste de “pinta”?
-Solamente un par de veces. La primera, nos fuimos de campamento al Ajusco cuando se registraban enormes nevadas.
-¿Te aventabas tus chelas?
-¡Ay Edmundo!, me sonrojas, fue con ellos cuando empecé a echarme una que otra chela
-¿Eras muy “nerd”?
-Sí, la verdad es que sí. Aunque siempre reprobé matemáticas en el CCH Sur, por dentro me mataba un remordimiento en que no le podía hacer eso a mi mamá…
-Pero ya no llores de nuevo….
-¡Tú tienes la culpa! Invades las fibras más sensibles de tus entrevistados. Me daba pavor no terminar la prepa en los tres años e iba a decepcionar a mi mamá, era algo que no me podía permitir.
-¿Llegaste a “meterle” a la mariguana?
-¡No!, Edmundo, por favor….
-Es que dice el dicho: “El que anda con lobos, aullar se enseña”…
-Sí, pero no. Nunca tuve la necesidad de consumir ningún tipo de droga. En la misma FCPyS de la UNAM decían: “Los mariguanos están más allá de las islas”
-¿Cuál fue el primer escuincle que te llamó la atención. Digo, aparte de tu marido?
-¡Sopas!, me pones contra la pared. Creo que fue en la secundaria.
-¿Qué tenía de especial ese chamaco?
-Ja, ja, ja, tu sicología aplicada. Creo que éramos dos pubertos, de “manita sudada”, pero como me había formado dentro de la cultura de la palabra, me daban flojera que no tenían tema de conversación…a
-¿Y la expectativa amorosa?
-¡Edmundo! Era un simple fraseo y las “cartitas” al corazón. No sé si tuve mucha suerte, pero me tocaron varios “nichos” de lectura. Tuve la fortuna de contar con unos maestros espectaculares. -¿Tu flama votiva por la lectura nunca se apagó?
-¡Qué bonita pregunta!! En la FCPyS de la UNAM, leímos muchísimo, eso te amplía enormemente tus horizontes.
-Continuará-