La (IA) llegó para quedarse, para bien o para mal, y eso obliga, inevitablemente, a actualizar y modificar formas de enseñar, investigar, de obtener información y hasta de discutir y analizar, aseguró el investigador del Instituto de Investigaciones Sociales, de la UNAM, Raúl Trejo Delarbre.

Al participar en la primera sesión de reflexiones sobre el especialista comentó que el acelerado avance que se registra en el desarrollo de tecnologías y herramientas digitales lleva a considerar la necesidad de explorar novedosas maneras de evaluación del conocimiento en las universidades.

“Tendremos que pensar, no creo en reemplazar las tesis, pero sí en las formas para verificar sus contenidos y determinar si el alumno que nos entrega el documento es el autor o no, interrogándolo, haciendo un examen más riguroso sobre lo que nos entrega por escrito, para que defienda aquello que se supone conoce, puesto que lo ha escrito”, refirió.

Agregó que las tareas de actualización y alfabetización digital son urgentes, pues desde hace más de un año que comenzó a destacar en las aulas la llamada inteligencia artificial generativa, la respuesta en el campo de la docencia y la investigación no ha sido suficiente y los espacios de reflexión, análisis y toma de acciones concretas han sido limitados.

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Trejo Delarbre estimó que hablar de los peligros de la IA quizá no sea la mejor forma de acercarnos a las herramientas digitales, porque junto a esos riesgos se tienen ventajas y posibilidades que ofrecen las aplicaciones cibernéticas.

“Estas máquinas son capaces de crear contenidos, procesar información, clasificar datos y sirven para diversas actividades que pueden ir desde sistemas para organizar el tráfico en las grandes ciudades, hasta realizar diagnósticos médicos complejos, ya que tienen capacidad para leer radiografías con más acuciosidad que el ojo de los médicos más expertos”, explicó.

No obstante, acotó, la información procesada por esos dispositivos y aplicaciones también pueden tener errores o sesgos programados de manera deliberada, incluso llegan a manifestar expresiones disparatadas.

Al hacer uso de la palabra, la investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, de la UNAM, y especialista en la agenda feminista en comunicación, Aimée Vega Montiel, apuntó que la era de la IA demuestra ser de la centralización, consolidación y monopolización de la economía de mercado, razón por la cual es vital que el pensamiento y la acción feminista profundicen en su política a la tecnología.

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La IA está siendo presentada como el gran paradigma que esta vez sí resolverá los problemas que el Estado y la sociedad no hemos podido lograr en relación con la desigualdad y la discriminación de las mujeres, lo cual evidentemente no está sucediendo, abundó.

La universitaria añadió que, en materia laboral contribuye a la feminización, discriminación y precarización laboral de las mujeres. En la transición en curso hacia la automatización inteligente en industrias tradicionales, se espera que los logros obtenidos con esfuerzo en la reducción de las brechas de género en términos de salario y estatus en la planta laboral retrocedan, debido a la amplia sustitución de empleos inducida por la tecnología.

En materia de representación, puntualizó, ha acentuado la hipersexualización de ellas y otras formas de estereotipos sexistas.

“En la actualidad hemos identificado o son identificados, por lo menos, 25 tipos específicos de violencia sociodigital contra las mujeres y las niñas, que incluyen la producción y difusión de videos e imágenes en los que las fotografías de víctimas son superpuestas en videos y fotografías pornográficas”, expuso.

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Si reconocemos que la tecnología no es neutral y que está conformada a partir de las relaciones de poder, aseveró, probablemente tendremos más posibilidades de hacer de la IA una herramienta para promover la igualdad y la no discriminación.

En tanto, el académico de Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, de la UNAM, Felipe Neri López Veneroni, sostuvo que una vez abiertas las puertas de la IA y que se ha cruzado el umbral, ya no hay camino de regreso y tampoco se puede desinventar lo inventado, por lo que estamos obligados a vivir, o cuando menos a coexistir, con ella.

Indicó que uno de los pendientes es determinar cuáles son las implicaciones del desarrollo de esta herramienta y de los sistemas en su conjunto, desde el punto de vista político.

Es decir, ¿cómo se traduce esto en términos de un control social acompasado por cuestiones como la vigilancia de los usuarios, de las redes, las bases de datos, la biométrica y el seguimiento de nuestra huella digital que consultamos, que preferimos, que descargamos, de qué clase de inteligencia estamos hablando?

Cuando invocamos la idea de lo artificial nos referimos a una racionalidad pura, capaz de pensar en términos del infinito y de categorías como tiempo y espacio, o de una racionalidad práctica apta de llevar a lo tecnológico lo que se concibe la razón pura, dijo.

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