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Ante la saturación de los crematorios públicos y privados de la capital del país, familias de personas fallecidas por Covid-19 optan cada vez por la inhumación en cementerios.
No se ven las filas de carrozas como en los incineradores, pero al día se realizan entre cinco y ocho servicios con víctimas del coronavirus en el panteón San Isidro, en la alcaldía de Azcapotzalco, uno de los más grandes de la Ciudad de México.
“Varían los servicios, unos días hay más y otros menos”, comentó uno de los trabajadores del panteón en la entrada sur, uno de los accesos con los que cuenta el inmueble.
Salvador Ramírez, otro de los más de 60 sepultureros y voluntarios del panteón San Isidro, que atienden los servicios de inhumación en tiempos de la pandemia, asegura que a diario les llegan entre 15 y 20 cuerpos para sepultar, de los cuales, entre cinco y ocho fallecieron por el coronavirus o SARS-Cov-2.
“Realmente andamos apurados, están llegando entre 15 y 20 cuerpos a sepultar al panteón, pero no todos vienen por Covid-19, a lo mucho llegan entre cinco y ocho al día”, relata el trabajador.
Debido a la contingencia sanitaria, sólo se permite el ingreso de un máximo de 20 personas con cubrebocas para los sepelios que se realizan con todas las medidas de protección necesarias.
Al llegar las carrozas con los ataúdes se topan con las entradas del panteón tapizadas de carteles amarillos con la advertencia de que la zona, ubicada entre las colonias San Pedro Xalpa, Petrolera y Providencia, está considerada como de alto contagio, por lo que se pide atender todas las recomendaciones sanitarias.
“Todo este mes estará así. Lo que pasa es que en las cremaciones hay bastante gente y no se están dando abasto, es por eso que ya mandan a la gente también al panteón”, narra Salvador Ramírez.
Recuerda que hace unos días enterraron ocho cuerpos de personas fallecidas por coronavirus o posibles contagios de Covid-19, la mayor cantidad que han atendido y que espera que se supere en lo que resta del mes, debido a que los crematorios siguen operando a su máxima capacidad.
Lleva más de 15 años trabajando como sepulturero y comenta que siente temor cuando le toca enterrar a un muerto por el nuevo coronavirus, aunque porte overol, guantes, cubrebocas y tenga a disposición gel antibacterial y sanitizante.
Explica que comienza a trabajar a las 10 de la mañana, pero han concluido a veces hasta las ocho de la noche por la demanda de fosas.
“Ahora laboramos como unos 30 en esta zona del panteón San Isidro y del otro lado otros 30, por lo que somos unos 60 de todo el cementerio, pero algunos son auxiliares”, detalla el entrevistado.
Destaca que han tenido que echar mano de jóvenes voluntarios para la excavación de fosas y atender la demanda.
No recuerda una situación como la que se está viviendo ahora en la zona metropolitana del Valle de México; sin embargo, dice, seguirá cumpliendo con los servicios que se le indiquen, sean fallecidos por Covid-19 o por otras causas.