En México existe un millón 845 mil 800 personas de tres a 29 años de edad que nunca han pisado un salón de clases por múltiples factores, que van desde la discapacidad física o mental, por la pandemia de Covid-19 y hasta por la falta de recursos económicos, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
El instituto revela que la mayor inasistencia de niños a planteles se da en el grupo de tres a cinco años de edad, con 1.5 millones.
Destaca que 12.1% de los menores de seis a 11 años de edad, es decir, 8 mil 107, no acuden por falta de ingresos de sus familias; alrededor de 11 mil 442 de 12 a 14 años, por discapacidad física o mental; de 11 mil 800 de 15 a 17 años 2 mil 265 no van a la escuela por tener que trabajar.
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Del grupo de 18 a 22 años, 14.2% (7 mil 668) nunca han pisado un plantel por falta de dinero, y por esta misma causa aproximadamente 37 mil 893 jóvenes de 23 a 29 años de edad tampoco han estado en un aula.
Para Patricia Ganem, vocera de Educación con Rumbo (ECR), uno de los motivos que más pesan para que niños, adolescentes y jóvenes no hayan pisado nunca un salón de clases es “porque la educación cuesta, aun en una escuela pública. No hemos dimensionado que la educación siempre implica un gasto para que un chiquillo se traslade, compre el uniforme y zapatos, para que adquiera materiales, para su almuerzo y para adquirir material didáctico para sus tareas”, aseveró.
Expone que los padres de familia prefieren escolarizar a sus hijos hasta la primaria y si por razones económicas tienen que abandonar la escuela lo hacen en los primeros grados de la primaria, ya que se han alfabetizado.
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“Muchas familias son comerciantes, por lo que los niños ayudan cuando se van haciendo autónomos o van manifestando habilidades. Entonces, los padres de familia seccionan a quienes se dedicarán al negocio y a los que seguirán estudiando.
“Conozco muchísimas familias que uno o dos llegaron a la universidad, y su responsabilidad es quedarse con la custodia del resto de los hermanos que no tuvieron ese privilegio. Si no dimensionamos el tipo de país que somos, las decisiones que se toman en el interior de las familias difícilmente se generará una política educativa que permee en el ánimo de las familias”, dice la vocera de ECR.
Asegura que la entrega de apoyos económicos, de uniformes o de útiles escolares “no alcanza para que los padres de familia se animen a llevar o a mantener a sus hijos en la escuela”.
Patricia Ganem señala que al no contarse con un diagnóstico ni datos duros, el actual gobierno no puede diseñar políticas públicas verdaderamente asertivas, que vayan directo a la raíz de los problemas.
“La ley obliga a la Secretaría de Educación Pública a resolver este tipo de problemas en concreto a estos niños, adolescentes y jóvenes ya se les está dañando su proceso socializador, por lo que tardarán más tiempo en reconocer sus fortalezas porque no tienen intercambio con sus pares. Además, van a carecer de los aprendizajes que la escuela genera”, argumenta.
Datos preocupantes
Académico del Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación José María Morelos, Erik Avilés, considera que los referidos datos del Inegi “son verdaderamente preocupantes. Llaman y exigen acciones inmediatas de parte de las autoridades educativas, así como de resolver la emergencia educativa con la transversalidad que implica la intervención de todo el gabinete federal”.
Menciona que el Inegi exhibe que la carencia de condiciones socioeconómicas es la principal barrera para el acceso pleno a la educación, así como la falta de inclusión para permitir que las personas con discapacidad ingresen a ejercer su derecho a aprender.
“Esto es una consecuencia del modelo socioeconómico y de la falta de acciones gubernamentales que generen equidad para los afectados por la pobreza, la marginación y la desigualdad”, comenta el académico.
Ante ello, indica que la exigencia inmediata que debe ser para el Poder Ejecutivo, “para realizar mayor inversión y mejores políticas públicas que incrementen el valor generado de la inversión del erario al respecto, para que el acceso, permanencia y aprendizaje sucedan en las generaciones mexicanas aún en formación y se mejoren los indicadores educativos en México”, asevera Erik Avilés.
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