Fernando de Yarza, presidente de la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA, por sus siglas en ingles), se describe como un hombre con formación analógica, pero irónicamente, sus exitosos negocios están fincados en la comunicación digital y en la tecnología.
Con gran sentido del humor, este español oriundo de Zaragoza dice que hace más de un cuarto de siglo, cuando comenzó a tomar responsabilidades en la industria, se sintió como un agente de la KGB, el viejo servicio de espionaje soviético, cuyo primer día de trabajo fue precisamente el día en que cayó el Muro de Berlín y finalizó la Guerra Fría.
Hoy, Fernando de Yarza dirige el grupo de comunicación HENNEO, cuyo génesis es el periódico El Heraldo de Aragón, fundado hace 127 años, al tiempo que preside la WAN-IFRA, desde la que expresa la preocupación de la asociación por el “inasumible número de periodistas fallecidos en México”.
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“Es algo que no se puede aceptar y tiene que haber un apoyo explícito de las autoridades a la profesión periodística. Quiero mandar un abrazo y todo mi apoyo a los periodistas mexicanos que se sienten amenazados”, expresa, y añade que le parece preocupante cuando escucha al presidente Andrés Manuel López Obrador amenazar a la prensa.
En entrevista con EL UNIVERSAL, habla sobre las plataformas digitales y de la incipiente práctica de estos gigantes tecnológicos de pagar a medios por el uso de sus contenidos, así como el papel de las redes sociales.
¿Cómo se encuentra la industria periodística ahora?
—Tras unos años muy duros en los que hemos sufrido, como toda la sociedad, el golpeo de la pandemia del Covid, creo que vivimos unos momentos esperanzadores porque precisamente hemos recuperado el crédito y la confianza de los lectores que, ante una situación seria, han buscado a los medios legacy, el lugar dónde buscar información. Creo que hemos recuperado la confianza y que hay elementos objetivos y esperanzadores para el futuro de la prensa.
Hemos visto cómo han explotado los formatos digitales, y de manera inevitable viene una vez más la pregunta, ¿el periódico en papel todavía tiene futuro?
—Los últimos 20 años he conocido a los voceros del apocalipsis del papel. Creo que el papel, obviamente no de la forma tan masiva como la hemos conocido, pero sigue teniendo su hueco.
La gran virtud es que hemos sabido reconvertirnos también al mundo digital y hoy tenemos las audiencias más masivas que hemos tenido en la vida, precisamente por la suma de nuestro soporte papel y nuestro soporte digital.
¿Qué le parece el reto de las suscripciones digitales que hoy enfrentan los medios?
—Pues realmente el reto es detectar el interés de nuestros lectores, por lo que están dispuestos a pagar y por lo que somos nosotros capaces de generar contenido diferencial.
Históricamente lo hemos hecho, ha habido ese contrato sagrado en el que la gente nos pagaba un dinero por información veraz e interesante, y nuestro reto es saber replicarlo en el entorno digital. Creo que nos ha costado un poco porque estos cambios no resultan fáciles, pero ya se están viendo resultados que invitan al optimismo que, sin caer en autocomplacencia, vamos en la buena dirección.
El modelo de las suscripciones tiene más tiempo en Estados Unidos, ¿qué podemos aplicar en la región?
—La verdad es que con el modelo americano pasa un poco como el europeo, que en la zona del norte sí que estaban más familiarizados con el mundo de la tecnología y con el de la suscripción.
En el caso de mi país, España, y también en Latinoamérica, teníamos menos cultura digital y menos cultura de suscripción, pero esto se va convirtiendo con el tiempo, y la verdad es que ya vemos cifras de suscripciones digitales en algunos periódicos que son francamente destacables.
Han comenzado a surgir legislaciones para que los gigantes tecnológicos, las plataformas, comiencen a pagar por los contenidos de los medios, y a la par algunas de ellas han comenzado a negociar pagos, ¿ese es el camino que debe seguirse?
—Si nos hubieran dicho hace cinco años que esto iba a ocurrir, pues sí lo hubiéramos visto con escepticismo, pero creo que es de justicia.
Hacer periodismo de calidad es costoso: hay que pagar a profesionales, a los medios, y quienes usan esos contenidos tienen que retribuirlos.
Estamos viendo pasos incipientes, no probablemente en las cantidades que nos gustaría, pero creo que vamos en la buena dirección de justicia y me parece que son muy buenas noticias.
A mí me gusta decir que los avances en la humanidad no se han producido de cero a 100 de golpe, pero creo que este es un paso muy importante y que marca un hito que nos puede ayudar en la sostenibilidad futura de los medios.
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¿Hacia dónde cree que deben avanzar los medios?
—Primero, ponernos un poco todos de acuerdo, que tuviéramos una postura en común. Por ejemplo, en el congreso que se celebra a finales de septiembre, del 28 al 30 en España, para debatir sobre ello, pero tener una estrategia global de los medios en ese diálogo con las plataformas.
Yo no soy especialmente anti- plataforma, obviamente no soy sospechoso de defender al mundo editorial. Creo que nos tenemos que entender, pero cuanto más unidos vayamos, mejor será el resultado de esa negociación. El enfrentamiento permanente no es un buen escenario, pero debemos ser capaces de conseguir un trato justo y razonable.
Los medios se han visto en un contexto difícil por ataques desde varios frentes, el económico y el de la violencia, incluso de la Presidencia en el caso de México...
—Como presidente del WAN-IFRA me siento muy concernido porque antes la amenaza a la profesión periodística parecía más propia de países del tercer mundo y vemos cómo en primeras democracias, como puede ser en México, o como lo fue en Estados Unidos con el propio [Donald] Trump, o en mi país, en España, se producen ataques intolerables también.
Por ejemplo, aquí el Presidente de la República, cuando lo escucho que amenaza, pues me parece preocupante. Un país libre y una democracia sana necesita de un periodismo independiente, libre y de un ecosistema de medios diverso y plural que enriquezca a los ciudadanos.
Estos ataques son inasumibles y el número de periodistas fallecidos en México es algo que no se puede aceptar y tiene que haber un apoyo explícito de las autoridades a la profesión periodística. Quiero mandar un abrazo y todo mi apoyo a los periodistas mexicanos que se sienten amenazados.
Muchas veces estos mismos ataques se replican en redes sociales, ¿cuál es su opinión sobre este fenómeno?
—Hay algo que me parece profundamente injusto, que redes como Twitter no respondan a esas amenazas o juicios de valor que se hacen sobre los ciudadanos. Hay que profundizar en que se corrija esa disfunción donde, desde el anonimato, se produce una indefensión que no aplica a nosotros. EL UNIVERSAL responde por lo que sus profesionales publican, cosa que no ocurre en esos medios.
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