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Las verdaderas amenazas contra el periodismo y la libertad de expresión son la impunidad y el crimen organizado, considera Griselda Triana, periodista, activista y viuda de Javier Valdez, fundador del semanario Ríodoce, asesinado en 2017.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Triana espera que el caso de su esposo llegue a resolverse porque, opina, eso podría ayudar a solucionar y avanzar sobre otros casos de reporteros asesinados o desaparecidos.
Se reconoce pesimista al señalar que los periodistas muertos y los desaparecidos interesan a sus familias y a nadie más. Sin embargo, reflexiona, cuando un reportero es asesinado, no sólo se silencia su voz, que se le arrebata a sus lectores, sino que se deja en la orfandad a las víctimas de la violencia que se quedan sin alguien que cuente sus historias, como ocurrió con Javier.
¿En qué condiciones considera usted que se encuentra la libertad de expresión en el país?
—La situación no ha cambiado mucho de un sexenio a otro. Siguen asesinando a periodistas, los siguen obligando a verse desplazados de sus lugares de origen por amenazas, intimidaciones. El periodismo es una profesión de alto riesgo, pero sobre todo una amenaza para los poderosos: funcionarios públicos, integrantes del crimen organizado. Los tiempos, hace mucho, dejaron de ser buenos para quienes ejercen este oficio.
Menciona que no percibe un cambio entre el actual sexenio y el pasado, ¿podría abundar en el tema?
—En el caso de Javier, por ejemplo, después de más de un año de espera y de lidiar con la burocracia, se pudo realizar una audiencia intermedia para declarar la apertura del juicio oral en contra de uno de los que lo asesinaron. Ha habido ciertos avances, pero no es lo que ocurre en la mayoría de los casos, sería injusto no hablar de lo que sucede con el resto de los periodistas ejecutados, a veces se nos olvida que en este país hay alrededor de 14 periodistas desaparecidos y sus casos han sido invisibilizados desde administraciones anteriores. La situación sigue siendo compleja. Es inverosímil que la mayoría de sus familias y esposas ni siquiera saben el nombre del [agente] del Ministerio Público que lleva sus carpetas de investigación. No se trata de achacarle todo lo malo a la actual administración, esto viene ocurriendo desde el sexenio de [Felipe] Calderón. En estos casos la justicia es lenta.
¿Cómo califica los avances en el caso de Javier?
—Si observamos que más de 90% de los asesinatos de periodistas están en la impunidad, podemos estimar que es un avance significativo arribar a la apertura de juicio oral, pero no es suficiente porque estamos hablando sólo de las personas que accionaron las armas que mataron a Javier. Sin embargo, en el caso del que se presume es el autor intelectual [Dámaso López Serrano], se entregó a la justicia de Estados Unidos en julio de 2017, está purgando una pena en San Diego, California. Eso va a ser lo más difícil, porque en la mayoría de los crímenes de periodistas no hay avances ni personas detenidas, responsables materiales ni intelectuales. En pocas situaciones son detenidos los responsables materiales, pero no los intelectuales. Son procesos muy largos, desgastantes y dolorosos en la búsqueda de justicia.
¿A qué atribuye que el caso de Javier tenga estos avances y otros no?
—Javier era todo un personaje, tenía proyección nacional e internacional, su asesinato impactó de manera importante, trascendió fronteras, fue un crimen de alto impacto y eso ayuda mucho. En esta búsqueda de justicia no estoy sola, me acompañan Ríodoce, periódico que él fundó, La Jornada, donde Javier fue corresponsal por más de 18 años, jurídica y legalmente Propuesta Cívica. Es importante para las víctimas recibir este tipo de acompañamiento, que ha hecho mucha presión. ¿Por qué no ocurre lo mismo con otros periodistas asesinados? Porque en la mayor parte de los casos, sus medios los dejan solos y no tienen el acompañamiento que sí tenemos nosotros. Eso lo hace distinto y a mí me da fortaleza para seguir exigiendo justicia.
¿Qué impacto tendrá la desaparición de los fideicomisos para protección a periodistas y defensores en la libertad de expresión y de prensa?
—En la sensación de desamparo y soledad que ya de por sí vivimos. Cuando te asesinan a tu compañero y padre de tus hijos, así te sientes: desamparada. Debe haber una comunicación directa con las víctimas, que haya certidumbre. Cuesta entender que estamos en una era diferente y que este es un gobierno diferente, hay cosas que sentimos que nos afectan pero lo mismo ocurrió en administraciones anteriores. Estoy convencida de que una manera de paliar esta incertidumbre es dialogando, dando información clara y precisa a las víctimas, para saber cómo se van a operar los recursos, porque ahí van a estar. Hay muchas preguntas. No podemos responsabilizar de todo lo malo que ocurre a un gobierno, pero se toman malas decisiones.
Muchos entrevistados por EL UNIVERSAL aseguran que ha habido un azuzamiento del presidente Andrés Manuel López Obrador contra la prensa, y que la libertad de expresión está amenazada, ¿qué opina?
—Tenemos un Presidente muy contestatario, que responde a las críticas y señalamientos con los que no está de acuerdo y es algo a lo que no estábamos acostumbrados. Yo no digo que esté bien, pero no es políticamente correcto.
¿El Presidente amenaza la libertad de expresión?
—No lo creo. Depende con qué oídos lo escuches, porque al final todos los que han dicho que lo es siguen escribiendo, publicando y lo cuestionan directamente. ¿A quién le han prohibido publicar una nota porque al Presidente no le gusta? Que no estemos de acuerdo es otra cosa. Hay amenazas más importantes para este país, por ejemplo, la impunidad, que no se castiguen actos de corrupción ni a los asesinos, que haya personas que no encuentren a sus familiares desaparecidos son temas más importantes.
¿Cuáles considera que son las verdaderas amenazas a la libertad de expresión?
—La delincuencia organizada, que los principales perpetradores están en el servicio público y bueno... finalmente también son gobierno. A veces imagino o fantaseo que el crimen de Javier un día se va a resolver... y quizás ese pueda ser el parteaguas para que se resuelvan más casos de periodistas. Si hay voluntad se pueden lograr avances, aunque sean mínimos. Quiero pensar que va a llegar el día en que la persona que dio la orden [para asesinar a Valdez] será extraditado a México, y le impondrán una condena fuerte. Los avances en el caso demuestran que se puede avanzar en otros casos... no cuando se quiere, sino cuando uno está empujando.
¿Qué pasa con las familias de periodistas asesinados?
—Están decepcionadas, cansadas y desgastadas emocionalmente porque a nadie le interesa lo que pasa con ellos. Hay reporteros que tienen 14 o 15 años desaparecidos y nadie los busca.
¿A la sociedad le interesa el destino de sus periodistas?
—No, no creo. Los muertos y los desaparecidos nada más interesan a sus familias. Yo he trabajado con parientes de periodistas desaparecidos y siguen esperando que algún día regresen y toquen a la puerta. Eso no va a ocurrir.
¿Por qué es tan importante la labor de la prensa?
—Hay reporteros de comunidades muy remotas que informan sobre los problemas que afectan al pueblo, ¿qué pasa cuando los matan? Silencian una voz importante, dejan a la gente huérfana, sin otra vía de comunicación. He leído periódicos que no me gustan, que me parecen amarillistas y sin contenido importante, pero es lo único que la gente puede comprar porque cuestan 2 o 3 pesos. El día que deje de circular ese diario, esa gente se va a quedar sin algo que leer. Me pregunto qué ha pasado desde que mataron a Javier, a quién silenciaron. Nos lo arrebataron y se perdió mucho, las víctimas lo perdieron, quedaron en la orfandad porque él se encargó de visibilizar lo que viven las personas que buscan a sus familiares desaparecidos, la situación que pasan los niños y niñas víctimas del crimen organizado. A veces contar historias no te resuelve problemas, pero sí remueve conciencias. Es invaluable el daño que se le hace a la sociedad cuando asesinan a un periodista.