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Recientemente se vivió un episodio de intercambio epistolar entre quien fungiera como presidenta de la Barra Mexicana Colegio de Abogados, A.C. y miembros actuales de su consejo directivo, en el que la primera argumenta haber sufrido intimidaciones, amenazas, insultos y conductas misóginas y machistas de varios de los miembros de dicho organismo.
Con independencia de la situación particular que atañe al organismo gremial más destacado de nuestra profesión y a quien fungiera como su primera presidenta, que anhelada y seguramente será aclarado de la mejor forma, es siempre importante reflexionar acerca de lo que la conciencia social e individual han reconocido en términos de igualdad y perspectiva de género, en un proceso evolutivo que merecemos como individuos, como profesionales del derecho y como sociedad.
La perspectiva de género es un enfoque esencial para comprender y abordar las desigualdades y diferencias entre hombres y mujeres en la sociedad. A través de la identificación de roles de género, estereotipos y discriminación, podemos promover la igualdad y la equidad de género. Al desafiar las normas sociales y las estructuras que perpetúan la desigualdad, podemos construir una sociedad más justa y equitativa para todos.
En el mundo del derecho y de la empresa, son todavía nutridos los retos que presenta nuestra realidad en términos de igualdad y equidad de género.
Aun cuando las firmas legales y las empresas han ido transitando hacia nuevas estructuras de gobernanza donde las mujeres van ocupando poco a poco algunos puestos de toma de decisiones, la parsimonia con la que esto viene ocurriendo contrasta con el apremio de avanzar en el tema y, adicionalmente, de elevar la conciencia de contar con estructuras de gobernanza diversas y participativas que permitan materializar las enormes ventajas que esto representa.
De manera vergonzante, hay que reconocerlo, son contados los consejos de administración de empresas mexicanas (públicas y no listadas) y el número de socias y de abogadas integrantes de órganos de gobernanza de firmas legales mexicanas que aprobarían una prueba seria en materia de diversidad.
La participación de las mujeres en los órganos de gobernanza y en el primer nivel ejecutivo de toma de decisiones (C-Suite) de las empresas permite una visión más amplia y diversa en la toma de decisiones, al aportar perspectivas y experiencias que enriquecen necesariamente el debate y la planificación estratégica de la empresa.
Existen incontables estudios y análisis que demuestran como las organizaciones con representación considerable y participativa de mujeres en sus órganos de gobernanza y niveles ejecutivos revelan mayores niveles de innovación, mejores métricas de desempeño en la valuación de capital a mediano y largo plazo, tasas mayores de retorno de capital, una mejor gestión del riesgo y de supervisión operativa del negocio y, desde luego, mejor desempeño en la detección y prevención de fraudes y sobornos y una contribución superior en materia ESG (cada vez más evaluado por inversionistas como parte del riesgo integral de la organización).
Por otra parte, al ocupar puestos de liderazgo, las mujeres se convierten en modelos a seguir para otras mujeres y demuestran que es posible alcanzar altos cargos en el ámbito profesional y empresarial. Esto contribuye a romper con los estereotipos de género y a promover una cultura de igualdad en el mundo laboral.
Además de ser diversos, los órganos de gobernanza deben ser participativos; la cultura de participación e inclusión es por definición igualitaria y equitativa en contraposición a culturas jerárquicas y cerradas. El liderazgo diverso y participativo debe asegurarse que todas las voces, nuevos integrantes y minorías incluidas, sean escuchadas y tomadas en cuenta. De lo contrario, por más diverso que resulte un grupo de trabajo en el papel, su participación se vuelve fútil.
Estas acciones derivan necesariamente en resultados reputacionales y financieros de largo plazo y permiten el diseño y la construcción de estructuras de gobernanza modernas y robustas que fomentan la cultura de diversidad y participación y el trazo de rutas más claras hacia la operación sustentable de las organizaciones.
Las abogadas y los abogados de empresa nos ubicamos en una posición privilegiada para acelerar el paso en la construcción e integración de estructuras de gobernanza modernas, sólidas e incluyentes, creando valor para nuestros clientes y nuestros despachos.
Abogado líder de la práctica transaccional de Santamarina y Steta