Solamente cuatro de las 32 entidades federativas de la República cuentan con mediciones sobre la cantidad de niños que abandonan la escuela por sufrir agresiones directas o por el contexto de inseguridad que se vive en sus respectivos municipios; el resto de los estados únicamente aborda cifras de deserción escolar sin atribuir las causas.
En la última década, por lo menos mil 774 niños abandonaron la escuela, pero éstas solamente son cifras de Guanajuato, Sinaloa, Coahuila y Baja California Sur, estados que reconocen esta realidad, en tanto que el resto de las entidades no cuentan con información sobre cómo la violencia ha impactado la vida académica de los menores de edad.
Documentos obtenidos a través de solicitudes de información muestran que, desde 2012, los menores en estas cuatro entidades han desertado de sus escuelas porque eran víctimas de maltrato familiar o acoso escolar, así como por la desaparición de algún ser querido, por peleas entre vecinos, enfrentamientos armados en su municipio, desplazamientos forzados o agresiones contra sus profesores.
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Las cifras revelan que en esos cuatro estados 848 niños abandonaron su escuela en el nivel de secundaria, otros 717 en la primaria y 209, en el preescolar.
En los informes elaborados por autoridades educativas no se especifica si cada menor se volvió a registrar en otra escuela luego de su deserción, pero incluso así especialistas en la materia advirtieron sobre dos tipos de riesgo para estos jóvenes: el primero es que si no continúan estudiando no terminarán una carrera profesional y por lo tanto su futuro podría ser económicamente precario, mientras la consecuencia más grave podría ser su integración a grupos delictivos como una forma de supervivencia.
“Esto es muy grave porque muchos niños se quedarán sin el derecho a una educación para aprender a leer, escribir y desarrollar habilidades. Después de eso podría venir su inserción en espacios precarizados de derechos laborales y en muchas ocasiones fácilmente podrían ser cooptados por grupos delincuenciales”, señaló Alma Padilla García, directora del Centro de Promoción de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes en Guanajuato.
Aunque el futuro de estos jóvenes puede estar en riesgo, la mayoría de los gobiernos estatales no cuentan con un diagnóstico claro del problema para poder atenderlo.
En lo que respecta a las entidades que sí tienen información, Guanajuato es donde más niños se han dado de baja de su escuela, con un total de mil 81 casos.
Estas deserciones se dieron a partir del ciclo escolar 2017-2018, puesto que anteriormente en este estado tampoco se contabilizaba el abandono escolar atribuible a causas relacionadas con el entorno de inseguridad.
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En Guanajuato, por ejemplo, se han registrado bajas escolares en 40 de sus municipios, aunque hay algunos como León (180), Irapuato (133) y Salamanca (93) donde se concentra una mayor cantidad de casos.
Incluso, en la ciudad de León existen secundarias que en un mismo ciclo escolar registraron la baja de entre 14 y 19 menores, mientras que en Irapuato el instituto de preescolar Tomás Alva Edison tuvo 10 deserciones en un mismo año.
Las deserciones en Guanajuato coinciden con un momento en el que el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Santa Rosa de Lima mantienen una férrea disputa por el control del territorio, lo que ha dejado a su paso miles de personas muertas y desaparecidas.
“Cuando la situación de la misma colonia o de la misma escuela tiene altos niveles de inseguridad, muchos niños dejarán de asistir. Hay miedo de los padres y miedo de los niños de que dentro del espacio [educativo] se les violente o incluso en el camino para llegar a la escuela”, comentó Alma Padilla, quien desde su organización promueve los derechos humanos entre los jóvenes del municipio de León.
Sinaloa
Después de Guanajuato, el estado de Sinaloa es el que más bajas de estudiantes registró.
Aquí, en todos los casos el abandono escolar se debió a desplazamientos forzados, es decir, los niños tuvieron que dejar sus hogares por los niveles de inseguridad que había.
En Sinaloa ocurrieron 563 deserciones en 17 municipios entre 2012 y 2020, aunque las localidades de Concordia (175), Culiacán (99) y Mazatlán concentraron una mayor cantidad de casos.
En Concordia, por ejemplo, se encuentra la Telesecundaria Federalizada Número 81, donde 49 menores de edad se dieron de baja en el ciclo escolar 2017-2018. Lo mismo sucedió en otras escuelas que registraron bajas de entre uno y 13 alumnos.
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“La deserción escolar es la consecuencia más grave de la violencia en el entorno educativo. Este abandono se da cuando de plano no hubo una atención oportuna por parte de la escuela u otra institución. Algunos niños se podrían cambiar a otra escuela, pero cuando el entorno es demasiado violento no existe ni siquiera esa posibilidad”, dijo Linnet Lara, sicóloga experta en la atención de niños que han sido víctimas de algún crimen.
Linnet Lara también alerta sobre las consecuencias a largo plazo para estos jóvenes: “Las oportunidades para estos pequeños que desertan se vuelven cada vez menos, hay más probabilidades de que se adhieran a grupos de delincuencia, la maternidad temprana o la drogadicción. Personas que son prometedoras o pudieron tener un papel activo en la sociedad lamentablemente podrían perder esa oportunidad”.
Luego de Guanajuato y Sinaloa, el estado de Coahuila es donde más bajas de alumnos hubo por motivos de violencia. Ahí desertaron 67 jóvenes y en Baja California Sur fueron 63.