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La Iglesia católica trabajará en equipo con autoridades y organizaciones sociales para disminuir la violencia que hay en el país y construir la paz, afirmó Alfonso Miranda Guardiola, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

De cara a la renovación de la dirigencia del Episcopado, Miranda Guardiola resaltó que la violencia, la corrupción y la economía son los principales problemas a los que el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador se enfrentará una vez que entre en funciones.

En entrevista con EL UNIVERSAL, aseguró que la Iglesia católica actúa bajo la lógica de una “laicidad positiva” en la que “somos protagonistas y tenemos que aportar lo mejor para el bien de los ciudadanos que habitamos este país”.

Resaltó que se requiere la participación de todos los actores de la sociedad para reconstruir el tejido social y establecer la paz, puesto que “ningún país puede solo, necesitamos trabajar como un equipo”.

El también obispo auxiliar de Monterrey enfatizó que hay cero tolerancia en la pederastia clerical y que evitar estos casos es una de las prioridades para el Episcopado Mexicano, puesto que pone en riesgo la “credibilidad y subsistencia” de la Iglesia católica.

Del 12 al 16 de noviembre se llevará a cabo la 106 Asamblea Plenaria de la CEM, en la que los más de cien obispos del país que conforman este órgano colegiado votarán para renovar el consejo de presidencia, el consejo permanente, los cargos de las ocho comisiones episcopales y las 33 dimensiones que se derivan de ellas, lo que suma 70 nombramientos.

¿Cuáles son los problemas que enfrentará el próximo gobierno?

—El problema de la violencia la inseguridad, la corrupción, no rebajar la estabilidad económica, apuntalar la paz, la reconstrucción del tejido social, lo que tiene que ver con la inseguridad.

¿La transición de gobierno representa un desafío para la Iglesia?

—Representa una oportunidad, hay que mantener, no sólo antes de las elecciones un seguimiento a las propuestas, sino hacerlo con el nuevo gobierno para que se conduzca de acuerdo con la ley, con el bien común, de acuerdo con temas que defendemos, que son parte de la doctrina católica, lo que es la vida, la familia, lo que es el respeto a la dignidad de las personas.

¿De qué manera van a colaborar con el nuevo gobierno para la pacificación del país y la disminución de la violencia?

—Vamos a aportar un plan nacional de construcción de paz, versión 2018, pero que viene desde 2010, lo estamos actualizando y consiste en ofrecer todos los recursos que tiene la Iglesia católica en las diferentes diócesis, tales como los centros de escucha, centros de atención a víctimas, acompañamiento de familias, búsqueda de desaparecidos, los talleres de padres de familia, las jornadas de oración múltiple en las diferentes parroquias y todo lo que hacemos como Iglesia.

¿De qué manera van a articular todos estos esfuerzos con las instituciones del nuevo gobierno?

—Debemos aprovechar este espacio que se ha abierto a la sociedad en los foros de pacificación, ahí es donde la Iglesia, desde su dimensión de justicia, paz, fe y reconciliación ofrece el trabajo que realizamos, ya después veremos si este espacio es el más idóneo o el más efectivo para llegar a resoluciones o acciones concretas, eso tendremos que verlo, todavía está en operación, tendremos que buscar qué otros espacios de colaboración se abren.

¿Cuáles han sido las medidas para evitar la pederastia?

—Ha sido un trabajo de muchos años, por lo menos desde 2012. Aquí en la CEM se inició la elaboración de las líneas guía respecto al comportamiento sacerdotal en caso de abuso a menores. Tomó cuatro años en ver la luz y se aprobó en noviembre de 2016, lo que tiene que ver con un instrumento para tratar esos delitos de acuerdo al derecho canónico universal.

Un año después, en noviembre de 2017 se aprobó el protocolo de acción sacerdotal contra menores, de acuerdo a la ley civil, en particular de la Ciudad de México, para que se replicara en todo el país.

Lo consideramos prioridad, si no atendemos el caso de abusos sexuales por parte de clérigos, todas nuestras demás acciones pastorales se vienen abajo y no podemos hablar de pobres, del cuidado de la tierra, de los marginados si no atendemos a los niños abusados por clérigos, esa es la prioridad.

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