En las bulliciosas y vibrantes calles de la Ciudad de México, una sorprendente población de aproximadamente 25 millones de perritos lucha por sobrevivir día a día. Esta asombrosa cifra eclipsa con creces a la de los perros callejeros en cualquier otra parte de América Latina, marcando un desafío único y conmovedor para la región.(1) Específicamente, las colonias céntricas, incluyendo todas las pertenecientes a la alcaldía Cuauhtémoc, son las más afectadas por esta problemática.

Esta situación se vuelve todavía más apremiante, cuando consideramos la desafortunada calidad de vida a la que estos animales se ven sometidos, pues además de enfrentarse a las inclemencias climáticas, deben soportar una triste serie de maltratos a lo largo de su existencia. Esta trágica realidad se manifiesta de manera evidente al acercarse a uno de estos canes, ya que es innegable cómo evitan el contacto humano, mostrando las secuelas de sus experiencias pasadas.

A pesar de que este problema es de alcance público, las soluciones propuestas han tendido a abordarlo desde la perspectiva de lo que es "conveniente" para la sociedad, dejando en segundo plano el bienestar de los perros. Por ejemplo, las campañas de esterilización, promovidas por las autoridades locales, han sido una de las alternativas más destacadas como posibles soluciones. Sin embargo, esta opción, aunque tiene efectos significativos a largo plazo, no toma en cuenta la calidad de vida de los animales. Simplemente sugiere que la única forma de resolver el problema es eliminando a los seres vivos que lo padecen (lo cual además es inviable).

Para enfrentar una problemática tan compleja, es esencial adoptar un enfoque multidimensional. Esto implica reconocer y respetar los derechos de todas las formas de vida que coexisten a nuestro alrededor. Dentro de esta perspectiva, una de las propuestas que mejor aborda esta complejidad es la adopción. Brindar un hogar a uno de estos compañeros caninos no solo contribuye a reducir la cantidad de animales en situación de calle, sino que también les garantiza un nivel de dignidad y refugio en sus vidas.

Sin embargo, el 13 de agosto del presente año, la alcaldía Cuauhtémoc, liderada por Sandra Cuevas, emitió un comunicado (número 0371) en el cual se prohíbe la instalación de grupos o asociaciones dedicados a fomentar la adopción de estos perros en parques públicos, específicamente en el parque “México”. La decisión se basa en dos argumentos: denuncias ciudadanas (sin presentar pruebas concretas) y la alegación de que en ocasiones se ofrecen en adopción cachorros recién nacidos en violación de la normativa (una afirmación especulativa que no se respalda con pruebas sólidas y que, resulta una falacia, ya que en el supuesto de que un albergue de adopción no cumpla con la normativa, lo apropiado sería abordar esa situación específica, en lugar de detener la operación de todos los albergues).

Ahora bien, es indudable que debemos proteger el bienestar de los perritos, y en razón de ello, es entendible que exista un interés por regularizar. Pero ante una situación tan delicada con millones de perros relegados al más cruel abandono, vale la pena cuestionarse si verdaderamente el prohibicionismo y la obstrucción general por unos cuantos eventos aislados, son la alternativa más adecuada en este momento.

(1) Jessica Barrett. (2019). Mexico’s street dog problem — and how travelers are part of the solution. 20 de julio de 2022, de World Footprints Sitio web:

Directora de Servicios Administrativos en el Senado de la República

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