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Los hongos medicinales han dado el nombramiento de mágico al pueblo de Huautla de Jiménez, en Oaxaca, de donde era originaria María Sabina, la curandera más reconocida en México entre los años 60 y 70.
Sin embargo, la Sierra Mazateca alberga otras comunidades donde se realizan ceremonias desde tiempos ancestrales en las veladas con los Chjota Chjine, que significa “persona que sabe o persona que cura”.
Viajamos entre las montañas para conocer los pueblos donde, a decir de los pobladores, Dios ha escogido a los curanderos para el beneficio de la comunidad. Allí la costumbre es sanar con elementos de la naturaleza, con ayuda de lo divino y lo sagrado, con plantas medicinales, velas y altares con imágenes de santos de la religión católica.
Lee la historia completa: Hongos Sagrados: de medicina ancestral al turismo psicodélico y despenalización
Los Ndi Xitjo, o “pequeños que brotan” o Ndi Santos “niños santos”, son sagrados para el pueblo mazateco porque tienen espíritu. “No les llamamos sicodélicos ni alucinógenos”, explica el historiador por la BUAP, Osiris García Cerqueda, también originario de Huautla.
En la cultura mazateca los hongos representan la última opción, la más fuerte e importante, como una cirugía en la medicina general. Los curanderos tradicionales realizan un diagnóstico a las personas que buscan sanar. Primero aconsejan las limpias con hierbas, con huevos de totola y tabaco San Pedro.
Quienes recurren a los hongos buscan la sanación en una velada que puede ir de cuatro a seis horas. Durante el viaje resuelven la situación que les genera problema, ya sea espiritual o físico.
En Huautla, un joven de nombre José Manuel Idelfonso nos contó que desde niño le inculcaron que los mazatecos deben realizar estos rituales con fe y respeto, es por eso que se preparan con una lista de guardas. Cuatro días antes y cuatro después de la ceremonia no pueden tener relaciones sexuales, consumir bebidas alcohólicas ni otras sustancias.
Sobre el rumor de una iniciativa para despenalizar los hongos, señala que en su entorno la mayoría desconoce la propuesta. “La gente no sabe siquiera que el hongo está penalizado porque aquí nunca ha habido ningún problema”, afirma.
Actualmente, en el pueblo mazateco el consumo de hongos se puede utilizar libremente con fines medicinales en ceremonias porque forman parte de sus costumbres y tradiciones.
De acuerdo con la Ley General de Salud, no pueden ser castigados penalmente.
En 2023, se presentó en el Senado de la República una iniciativa para despenalizar y reclasificar los hongos con sustancias activas como la psilocibina y la psilocina con fines de investigación y como una alternativa en tratamientos para la salud mental. La propuesta, de la legisladora Alejandra Lagunes, argumenta que esta medicina es ancestral y es utilizada en pueblos indígenas como en Huautla de Jiménez.
La ley vigente clasifica a los hongos psilocibes en el grupo 1, donde están las sustancias que “no tienen valor terapéutico” y que por ser susceptibles se catalogan como “un problema para la salud pública”, a pesar de que pueblos indígenas los utilizan como medicina tradicional. Incluso, en “otros países han empezado a hacer investigaciones para realizar terapias con estos hongos”, señala Lagunes.
La senadora asegura que por esa razón la propuesta para despenalizar y reclasificar a los hongos “se teje desde una visión ancestral de los pueblos indígenas en conjunto con la visión de la medicina moderna”.
Ante el cuestionamiento de cómo beneficiaría a los pueblos originarios la iniciativa, Lagunes enlistó: “se protegerán las zonas donde crecen estos hongos, también los recursos genéticos, si son endémicos de México, y no se permitirá que sean patentables por farmacéuticas. Además, estamos buscando que los saberes ancestrales sean reconocidos como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”.
“También sentamos las bases para que los saberes se puedan compartir y que cualquier persona que quiera hacer una ceremonia con esta medicina en pueblos originarios tenga la seguridad de que son estos abuelos y abuelas, conocidos en su comunidad, quienes pueden dar los hongos”, agregó.
Sin embargo, el historiador García Cerqueda considera que hace falta más diálogo sobre la propuesta de ley, “más acercamiento con el pueblo mazateco y con otros pueblos indígenas”.
Asegura que la representatividad indígena será complicada: “no quiero imaginar qué tan problemático será tratar de elegir a una persona que se presente como sabio y sea tomada como única voz para avalar propuestas e iniciativas”, señala el historiador sobre los foros que se realizaron en el Senado con la participación de un par de figuras del pueblo mazateco.
Para Edgardo, curandero tradicional de la comunidad El Camarón, a unos 15 minutos de San Miguel Huautepec, los hongos no son una droga y desconoce por completo la iniciativa presentada en el Senado para despenalizarlos. Su pueblo no ha sido consultado, pues tan sólo llegar aquí es complicado porque los caminos de tierra apenas se conocen entre los habitantes.
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Edgardo sólo habla mazateco y un nativo, de nombre Feli, ayuda a traducir. Con celo, evita hacer ceremonias a personas que no son de su comunidad, dice, “para que no saquen provecho de nuestra costumbre”. Durante la charla recuerda a María Sabina y dice que a él no le gustaría ser famoso como ella.
Con la llegada de turistas que buscan consumir hongos psilocibios en la montaña mazateca, sostiene el historiador Osiris García Cerqueda, “surgen centros urbanos que entraron a una dinámica más comercializable, más de negocio, más de dinero, el conocido turismo de la experiencia, o también nombrado por investigadores como el turismo psicodélico”.
Desde que María Sabina se dio a conocer por el reportaje del estadounidense Robert Gordon Wasson en la revista “Life” hace 70 años, se convirtió en un puente que atrajo a investigadores, artistas, músicos, entre otros, tanto del extranjero, como del territorio mexicano. Buscaban a la curandera para sanar a través del consumo de los niños santos.
El camino para conocer a los descendientes de la famosa curandera no fue sencillo; había que subir el cerro hacia al barrio El Fortín, lugar donde vivió. La ruta está llena de curvas, además de los escasos señalamientos que confunden y dificultan la llegada.
La primera casa de adobe, que sale en el documental “Mujer Espíritu”, permanece cerrada, porque dicen, le pertenece a otros familiares, pero existe un modesto museo. La choza de madera fue donada a la curandera por la hermana del expresidente José López Portillo, Margarita López Portillo, y se ha conservado por el aporte de los visitantes.
Su tataranieto, Andrés Donaldo García Martínez, reprocha que el gobierno no apoye el proyecto familiar con el que preservan el legado de la curandera mexicana más reconocida a nivel mundial.
“Tristemente las autoridades, como las Secretarías de Cultura y Turismo no han apoyado, incluso Huautla se nombró Pueblo Mágico pero no hay apoyos, no solamente al legado de María Sabina, sino a la comunidad, porque este lugar es rico en su cultura, en la gastronomía”.
Además, comparte su preocupación porque en los últimos años ha notado una escasez de honguitos, dice que es por la falta de conocimiento para realizar la recolecta y por el cambio climático. Este año las lluvias tardaron en llegar poco más de un mes y eso afectó el brote de los hongos.
Junto a ese terreno, Andrés acondicionó una choza de lámina donde ofrece ceremonias con hongos a quienes visitan la “Casa Museo María Sabina”. Así como su abuelo Filegonio García, asegura, heredó la sabiduría de “la mujer espíritu”.
Como parte de los rezos en la velada, los curanderos nombran al guardían Chikon Tókoxó. Dentro de la cosmovisión mazateca, esta espiritualidad termina conectada a la naturaleza, con los “chicones", espíritus sagrados a los que se les ofrenda en cuevas, cascadas y cerros. Uno de los centros ceremoniales más conocidos en estos rituales es el Cerro de la Adoración, llamado en mazateco "Chikon Tókoxó".
Fue allí donde conocimos a Javier Hernández García, otro curandero de Huautla que ofrece veladas a turistas como Irais Morato, quien pagó 2 mil pesos por un ritual espiritual en una cabaña en medio de la montaña sagrada.
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Esa ceremonia fue individual pero Javier cuenta que ha atendido grupos grandes de más de 200 personas, incluso ha viajado a otras partes de México para guiar ceremonias.
“Yo hago la ceremonia acá en el guardian "Chikon Tókoxó" [...] y le pido a los niños santos la bendición para los recolectores, le pido por la gente que va a tomarlos. Los hongos tienen la sustancia que los va a ayudar a sanar, tanto mentalmente, espiritualmente o físicamente, la sanación no tiene límite”, explica el curandero de 65 años.
Sobre la iniciativa para la despenalización de los hongos, Javier cree que es sólo un rumor porque en la zona mazateca se rigen por sus costumbres “por nuestras propias leyes”, dice.
“Si hacemos eso, es para darle paso a otras gentes a que vengan y se lleven la medicina. ¿Y nosotros?, ese es nuestro sustento, es nuestro trabajo darle a la gente la sanación con nuestros rituales. [...] Somos mazatecos y aquí va a seguir nuestra medicina”, reprocha Javier ante la propuesta de la senadora Alejandra Lagunes.
A medida que crecen estas comunidades en la Sierra Mazateca, experimentan dinámicas de una “sociedad urbanizada” pero siguen preservando la tradición de las ceremonias con hongos a pesar de los desafíos que enfrentan. El historiador García Cerqueda considera que el pueblo mazateco “va a resistir” con sus costumbres y tradiciones, porque es una forma de vida.
Y reflexiona que vale escuchar a otros sectores de la población que apelan a su derecho a la salud, “ellos hablan de los beneficios de la psilocibina, no hablan de hongos sagrados, ni de niños santos, ni de los pueblos indígenas”.
Este contenido es parte de la serie de publicaciones resultado del Fondo para investigaciones y nuevas narrativas sobre drogas convocado por la Fundación Gabo