El reloj marca las 18:45 horas, la cafetería se empieza a llenar de hombres que se van acomodando alrededor de una mesa. El círculo todavía no está hecho, pero conforme pasan los minutos -como si se leyeran el pensamiento- comienzan a levantarse en sincronía para colocar las sillas y formar una circunferencia pequeña, pues apenas son diez de los “Hombres Necios” que se reúnen cada lunes para contar sus experiencias.
Conceptos como “deconstrucción” y “nuevas masculinidades” , van cobrando fuerza por su connotación y coyuntura en tiempos donde el feminismo parece solidificarse. Ya existía, pero ahora los hombres también se van sumando a las acciones desde perspectivas diferentes. “Reconocer soy macho, pero que soy un macho en deconstrucción, que puedo y quiero cambiar”, afirma para EL UNIVERSAL, Edmundo Castelán, fundador de los “Hombres Necios”.
“Los hombres no lloran”, “Eres hombre, no puedes llorar”, “Lloras como niña”, “Marica”, “si no te sabes defender te va a ir mal”, son algunas de las aseveraciones con las que se va construyendo un hombre y esto queda codificado en su memoria, misma en la que jamás habría un espacio para expresar algún tipo de sentimiento porque sería sinónimo de debilidad.
“Los hombres no tenemos muy desarrollado lo emocional”, asegura Edmundo quien desde octubre pasado abrió un espacio en el que hombres hablan de su experiencia sobre los roles de género que se ven obligados a seguir y que trae como consecuencia, a decir de ellos mismos, violencia hacia quienes los rodean y también los hace víctimas.
También lee: “No es fácil, pero logré salir de la violencia”, dice víctima
En un lapso de poco más de dos horas y con una luz que enmarca las expresiones de su rostro, los hombres manifiestan lo que sienten con total libertad. Narran sus historias. Lo mismo hay enojo que miedo o búsqueda de comprensión al término de cada comentario.
“Que hablemos desde lo que sentimos más que desde lo que pensamos nos permite reflexionar el por qué nos comportamos dentro del machismo, por qué hemos sido violentos, por qué hemos abusado del poder que tenemos desde nuestro privilegio de ser hombres ”, explica.
Con nerviosismo, uno a uno se va abriendo, algunos llenos de ira para con su pareja o desubicados por mantener un rol de género. “Ya es hora de que te vayas haciendo hombre”, cuenta en un extremo del círculo, un joven de mediana estatura y complexión delgada. Minutos más tarde, y en este formato en el que todos hablan por un par de minutos y de manera voluntaria, otro habla sobre lo negativo que resulta para él la hipermasculinidad dentro del estereotipo.
Nuevas masculinidades y roles de género
No es muy común escuchar sobre la violencia ejercida en contra de los hombres en una pareja, pues históricamente, en torno a la figura masculina se ha marcado un estereotipo caracterizado por la fuerza física y por la insensibilidad, caso contrario al creado para la mujer. Sin embargo, un caso de maltrato al hombre es mucho más habitual de lo que nosotros pensamos.
“Estos círculos de hombres tienen como punto medular la reflexión sobre nuevas masculinidades que tengan que ver hacia la no violencia ” dice Edmundo Castelán. Desde esta intimidad, en el ejercicio, cada uno se encara a sí mismo frente a lo que parece un objeto que refleja su rostro y que no es precisamente un espejo. Se acusan, a veces como víctimas a veces como victimarios, sobre su actuar, en su “privilegio de ser hombres”, todo para concientizar.
“Tener que cumplir con un rol que no me terminaba de satisfacer. Me lastimaba a mí y lastimaba a otros, me reprimía y (a su vez) reprimía a otros, estaba violentando a otras personas”, dice con palabras entrecortadas y con cierta desesperación, Carlos Uribe de 21 años, quien forma parte del círculo.
El joven, al no sentirse parte de un rol no percibía que también ejercía conductas negativas o violentas para con los demás. “Sentía que eso me exentaba de esas violencias, decía ‘estoy chiquito, no estoy fuerte, no estoy con el estereotipo de un machote’, yo sentía que no hacía nada, y después caí en que a lo mejor no cumplía con el rol como tal, pero hacía muchas cosas (negativas) con las demás personas”.
“Hombres Necios que acusáis”
El nombre de este colectivo está inspirado el famoso poema de Sor Juana Inés de la Cruz, Edmundo decidió nombrarlo así después de una plática entre amigos en el que se entendió así: necio. “También es la necedad la que nos trae aquí para cambiar”.
Se muestra sorprendido y satisfecho, pues el grupo ha crecido exponencialmente en los últimos dos meses. Acude desde un joven de 20 años hasta personas de 40 años o más y llegan a ser alrededor de cuarenta participantes,esto no hace más que enriquecer la dinámica al estar en contacto directo con esa necesidad de compartirlo con otros hombres.
“Al escuchar otras historias, verme reflejado y dejarme atravesar por ellas me permito reflexionar sobre cosas que tal vez no me había dado cuenta que soy”, y es por eso que creó un grupo de apoyo, de contención, donde otros hombres puedan crecer en lo personal.
Todos deben hablar en primera persona, Edmundo hace hincapié en hacerse responsable de las palabras, pues estas se vuelven acciones. “Es muy fácil decir que veo cómo otros hombres le hablan a sus mujeres o cómo en su casa no levantan un plato. Me di cuenta de lo fuerte que es hablar desde uno mismo para responsabilizarse”.
También lee: Define Edomex plan de acción contra la violencia de género
¿Por qué el hombre no puede ser feminista?
“No puedo ser feminista, de acuerdo con lo que he leído. Desde mi condición biológica, sexual, genérica de hombre, no soy el sujeto social por el cual las mujeres feministas están luchando”, dice tajante, Edmundo Castelán.
“Ellas plantean una igualdad y liberación de la humanidad, pero desde un sujeto político oprimido. Claro, a mí también el patriarcado me oprime de ciertas maneras, pero no soy el sujeto político oprimido. Es ahí que creo que un hombre no puede ser feminista. Podemos ser machos en deconstrucción, pero no feministas”, argumenta.
Hombres, víctimas del machismo
El machismo afecta directa e indirectamente, dice convencido, Axel Hernández de 27 años, quien desde hace un tiempo es parte del grupo. “Nosotros lo ejercemos y somos víctimas de ello en el momento en que nos relacionamos con nuestras parejas, amigos y amigas; en nuestros lugares de trabajo. El machismo lo hemos adoptado como una forma de vida”, dice.
Para Axel a los hombres les cuesta mucho identificar y reconocer que tienen vulnerabilidades y que deben exponerlas. Todos los participantes coinciden en que la inseguridad que vive el país y la masculinidad tóxica como un dejo cultural, puede parecer imperceptible para muchos. “El machismo lo hemos adoptado como una forma de vida”, dice.
El maltrato hacia el hombre se enmarca dentro de la violencia doméstica y de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), casi un 25% de las denuncias en este respecto de 2011 corresponde a hombres maltratados por sus parejas. Del total de 5.632 personas denunciadas por violencia doméstica, el 76,2% fueron hombres y un 23,8% mujeres.