En 1995, Silvia Caballero decidió invertir sus ahorros en la compra de un terreno de 840 metros en Valle de Aragón, pensando en construir su casa y accesorias comerciales para dejárselo a su pequeña hija Jimena.
El día que cerró la compra-venta fue para Silvia, ahora de 65 años, el mejor. Sabía que vendrían mejores tiempos y que el privarse de tantas cosas materiales había valido la pena.
En ese terreno ubicado en Valle del Yukón, en Valle de Aragón, Nezahualcóyotl, estaban puestas todas sus esperanzas.
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Se presentó en los domicilios cercanos a su recién adquirida propiedad para que le avisaran en caso de cualquier percance.
Dos o tres veces a la semana la mujer acudía a “echarle un ojo” a su terreno, que se encuentra en una zona popular en el Estado de México.
Pero una noche una vecina le avisó sobresaltada que más de 30 personas habían invadido su propiedad, rompiendo la cerca de alambre de púas.
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Al llegar al terreno, Silvia se enteró que toda esa gente pertenecía a un grupo de invasores llamado Zapata, coludido con funcionarios municipales.
Fueron días de ir y venir a Nezahualcóyotl para recuperar su terreno. Sin embargo, Silvia no logró nada y se vio obligada a contratar los servicios de una abogada que pudo sacar a la mayoría, menos a una persona de apellido Bernal, quien se apoderó ilegalmente de 210 metros, argumentando que se los había vendido Silvia.
Por la colusión de Bernal con autoridades de ese municipio, Silvia perdió 210 metros de terreno, que tiene un valor en el mercado inmobiliario de más de un millón de pesos.