Hace poco más de un mes que Hazel salió del Instituto Nacional de Cardiología, después de haber estado internado en terapia intensiva a causa de la covid- 19 . Al principio no podía ni mover la cabeza porque sentía que se ahogaba, ahora, pese a necesitar un inhalador para controlar la respiración y aunque todavía le cuesta trabajo subir escaleras, caminar o incluso sentarse, ya está retomando sus actividades cotidianas, a pesar de las secuelas físicas y emocionales que le dejó la enfermedad a sus 23 años de edad .
A principios de diciembre del año pasado, Hazel Santos Montes, quien actualmente cursa el último semestre de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la UNAM, estaba emocionado pensando en los obsequios que le regalaría esa navidad a su familia, cuando una fiebre arriba de los 38 grados centígrados y una diarrea inusual, lo llevaron a realizarse la prueba covid que resultó positiva .
La evolución del virus en el cuerpo del joven de 23 años, fue muy rápida, prácticamente de un día para otro. Comenzó por la mañana con fiebre y tos ; a las pocas horas, los mareos eran constantes, el dolor en todo el cuerpo insoportable; la falta de oxígeno ya no le permitió moverse y el dolor de cabeza le hizo perder la noción de dónde estaba.
“Las cosas pasaron muy rápido. Fue un mes impresionante en mi vida, un día estaba pensando en mil cosas, haciendo mis prácticas profesionales y al día siguiente me encontraba luchando por mi vida, tratando de controlar mi respiración, de sentir mi ritmo cardiaco, de seguir las indicaciones de los médicos. De mi mente se borró absolutamente todo lo demás”, contó el joven estudiante a EL UNIVERSAL .
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Aun cuando Hazel comenzó inmediatamente a tratar la enfermedad con medicamentos y a recibir los cuidados necesarios por parte de su familia, quien también resultó contagiada; la oxigenación del joven comenzó a disminuir de manera alarmante a pesar de que ya se ayudaba de un tanque de oxígeno medicinal. Luego de casi dos semanas de haberse tratado en su casa tuvo que ingresar a un hospital porque su ritmo cardíaco aumentó a 200 latidos por minuto , y ninguno de los demás síntomas disminuían.
“Ni en la clínica 32 del IMSS ni en el hospital de nutrición me quisieron atender porque me dijeron que era muy joven y que yo me podía recuperar en mi casa. Fue en el Instituto Nacional de Cardiología donde después de hacerme un electrocardiograma inmediatamente me ingresaron a terapia intensiva donde permanecí 4 días, afortunadamente los médicos se esforzaron mucho, después estuve 3 días en la zona de rehabilitación. Fue muy duro estar completamente aislado, no sabía absolutamente nada de mi familia pero tampoco nada de mí, de vez en cuando algún enfermero o doctor me decía cómo veía mis lecturas aunque los doctores me cuidaron mucho.
El 31 de diciembre, durante la víspera del año nuevo, Hazel logró salir del hospital , pero ese no sería el fin de la batalla, porque de acuerdo con científicos especialistas, las secuelas que deja el covid en la vida de una persona y sus familiares pueden durar mucho tiempo. Éstas se manifiestan de manera física como: fatiga, dolor de cabeza, dificultad para respirar, pérdida del cabello, incremento del ritmo cardiaco en reposo, miocarditis, entre otros. Y mentales: depresión, pérdida de la memoria, disforia, trastornos psiquiátricos y problemas para dormir.
“Físicamente me ha costado mucho trabajo, salí con muchas secuelas. Lo primero que sentí cuando salí del hospital fue un dolor físico y un cansancio que nunca antes había experimentado. Me dolían los brazos, los dientes, la cabeza, no me podía levantar a comer ni a ir al baño, tenía moretones en todo el cuerpo, dificultad para respirar. “ Me comentaron que tengo que darle seguimiento a mi corazón y a mis pulmones”
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Hazel es solamente uno de los 2 millones 43 mil 632 casos de coronavirus en México , a pesar de tener tan solo 23 años y no estar considerado dentro del grupo más vulnerable ante el covid, ha tenido que enfrentar una batalla muy dura contra el virus que le ha dejado secuelas físicas , pero sobre todo emocionales, que a su corta edad han cambiado su perspectiva de vida.
“Durante un tiempo te sientes joven fuerte, sientes que a ti no te va a dar. Pensé que ya me había dado y había sido asintomático y al día siguiente no sabía cómo explicarme que no me podía mover, que me estaba debatiendo entre la vida y la muerte sin poder hablar, y eso todavía me tiene preocupado, angustiado, siento un miedo enorme a lo que pueda venir en el futuro”
El miedo es tan sólo uno, de los al menos 60 síntomas , en la vida post covid que puede presentar una persona, 8 de cada 10 personas que padecieron la enfermedad mortal han reportado al menos uno de estos síntomas. Una vez vencida la enfermedad, viene la lucha contra las secuelas es por esto que los científicos sugieren que deben implementarse programas para atender a los pacientes post covid.
apr/acmr