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Francisco Labastida Ochoa, con 55 años de militancia en el PRI, afirma que su partido tiene la obligación de levantarse de la condición de minoría casi inexistente y, para lograr esta hazaña, debe tomar la fuerza de las ideas; una de ellas, recuperar su ideología de centro-izquierda.
Ante un inminente proceso de elección de presidente del CEN, en agosto próximo, advierte que Enrique Peña Nieto busca intervenir en la designación, y dice: “Los ex presidentes no deben meterse en la definición del partido que queremos, buscamos un partido nuevo, no un partido viejo”.
Entrevistado en su oficina, el político que ha sido candidato presidencial (2000), gobernador de Sinaloa (1987-1992), embajador en Lisboa y secretario de Energía, Agricultura y Gobernación, y que se inscribió al PRI en 1964, manifiesta que es dramática la hazaña que tendrá que lograr quien sea presidente del PRI, pues en menos de dos años tendrá que llevar a su partido a las elecciones intermedias.
Quien sea presidente del Revolucionario Institucional (PRI) para el cuatrienio 2019-2023 debe ser alguien con más de una elección constitucional, conocer al PRI, tener capacidad de motivar a la gente, ser persona de inteligencia y carácter, con una hoja de servicios que le dé calidad moral para ejercer el liderazgo.
¿Cómo ve al partido de regreso a la oposición?
—El partido está obligado a hacer análisis crítico y autocrítico de qué fue lo que nos ocurrió [en las elecciones]. El partido es prácticamente inexistente. ¿Por que? Nos la ganamos a pulso, no fue casual. Hubo pésimos presidentes, quizá [Humberto] Moreira destaca dentro de los más malos. Fueron dirigentes personas que nunca habían participado en una elección, que no conocían al partido ni al país. Por ejemplo, Enrique Ochoa.
¿Hubo buenos presidentes?
—Manlio Fabio Beltrones fue buen presidente. Me permití sugerirle que no aceptara, una semana antes, porque los problemas no vienen de partido, vienen del Ejecutivo y tu capacidad de influencia sobre el Ejecutivo es cero. Cuando menos dos secretarios te van a jugar las contras. ¿Para qué te metes? Juicio elemental.
¿El tiempo hoy es adverso?
—Es muy difícil hacer un cambio de gran magnitud en un contexto tan adverso como el que estamos viviendo. El partido representa minorías simbólicas [en el Congreso]. Nos estamos haciendo chiquitos, como el anuncio del insecticida Baygon Verde. Es lamentable, pero más lo es no querer ver la verdad.
¿Cómo ir hacia adelante?
—La presidenta del partido [Claudia Ruiz Massieu] dijo que había que hacer elecciones democráticas para nuevo presidente. Buen principio, pero insuficiente. Tiene que ser de veras, sin línea, no un juego de espejos para engañarse a sí mismos.
Como segunda etapa del proceso, tenemos que tener muy claro hacia dónde queremos ir, qué va a ofrecer el partido al país. Si no tiene clara su ideología, creo que tenemos que regresar a los orígenes más limpios del partido. El país necesita un partido de centro-izquierda, que sepa cómo mejorar el nivel de vida de las mayorías para cerrar la enorme brecha [de desigualdad], sin quebrar la economía, finanzas públicas, generación de empleo o inversión privada.
¿Cómo observa una contienda interna en el PRI?
—Si nos vamos a una elección democrática, va haber muchos candidatos que la pueden ganar. Tienen que tener capacidad de comunicación y para emocionar y decirle cosas reales a la gente. Se dice que hay tres senadores que pueden intentar jugarla, el líder de los diputados también. De alguno de los perfiles posibles me gusta, por ejemplo, los resultados que puede mostrar Ivonne Ortega, quien como gobernadora de Yucatán puso las bases de un esquema de seguridad exitoso. Pepe Calzada Rovirosa [ex gobernador de Querétaro] logró tener el estado con mayor crecimiento, un estado seguro, tranquilo.
Los dos casos sin chismes de corrupción. Necesitamos gente que tenga la autoridad moral de decir: “Yo ofrezco esto y atrás de mi persona están hechos que acreditan que lo puedo lograr”. No es un asunto menor.
¿Son las llantas del carro?
—Exactamente, es la fuerza de las ideas. Es un reto enorme, de gigantescas proporciones, y tenemos la obligación de hacerlo, y por los factores en contra se trata de una hazaña. Actuar como contrapoder sensato, equilibrado, constructivo, con acciones cotidianas del partido y los 12 gobernadores, y escoger temas torales que le digan algo a la gente.
¿Qué metas a corto plazo debe alcanzar el PRI?
—Tener más diputados en las elecciones siguientes, en dos años, y ser realmente un contrapeso. Es enorme lo que hay que hacer en poco tiempo, si el nuevo presidente entra en agosto. Fíjese qué dramático.
¿Trabaja en binomio partido y gobernadores?
—Tienen que tender una interacción muy fuerte y hablar con la verdad. Basta de reunirse y echarse flores mutuamente, y pareciera que no ocurre nada. ¡El barco se está hundiendo y pareciera ser que están tocando, como la orquesta, una sinfonía, y el Titanic va para abajo!
¿Cómo desde el Congreso los priístas pueden abonar a la causa de la hazaña del partido?
—Tenemos gente pensante, como Beatriz Paredes en el Senado y Dulce María Sauri en la Cámara de Diputados. Y hay un hombre que piensa, que es René Juárez [coordinador de la bancada priístas en San Lázaro].
[El siguiente dirigente] tiene que tener muy claras las ideas, los conceptos, la filosofía y el mapa de ruta para saber cómo lo va a lograr.
Y los instrumentos. Es una hazaña un cambio de esta magnitud, (para) evitar que el Titanic se siga hundiendo. No está fácil.
¿Una empresa para gente muy inteligente y con brío?
—Con mucho carácter y con capacidad para transmitir ideas, porque el cambio lo origina el presidente del partido, pero tiene que convencer a los miembros del partido, a la población y a los gobernadores, que son parte fundamental.
¿Considera que es tarea de liderazgos o de un liderazgo?
—Es tarea de liderazgos, es tarea común. ¿Cómo puede estar en el PRI [José] Murat?, ¿perdón?, ¿encargado de la Fundación Colosio, el área que debe tener el pensamiento, la reflexión del proyecto de país que queremos y que es el contacto con la intelectualidad y la inteligencia del país? ¿Un porro metido en la Fundación Colosio?
¿En el hervor de destacados priístas que quisieran ser presidente del partido puede haber divisionismo?
—Desde luego sí puede haberlo. Es un error. Espero que el grupo sea de gente sensata, constructiva, que no vaya a provocar una fractura en el partido. Todos los que hemos mencionado son políticos experimentados, pero la unidad no basta.
La unidad es un instrumento para llegar a un lado, nada más que tenemos que tener claro a dónde queremos llegar.
¿Puede haber algo como una convención de grandes personajes del PRI que aporten ideas, como usted, o proyectos para un entendimiento y pongan reglas unitarias?
—No lo veo. ¿Quién tiene capacidad de llamarnos?, ¿la presidenta del partido tiene la capacidad de reunirlos?, ¿de despertar las emociones en ellos? Perdón. El [ex] presidente [Enrique] Peña Nieto se mete en ello, y los ex presidentes no deben de meterse en la definición del partido que queremos. Buscamos un partido nuevo, no buscamos un partido viejo.