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Érevan, Armenia.- Preservar la memoria de hechos históricos, por más dolorosos que estos sean, nos señala el camino para no repetirlos, dice Edita Gyozan, directora del Museo del Genocidio Armenio, organismo que hoy organiza actividades y programas para que jóvenes locales y de todo el mundo se capaciten en materia de derechos humanos y no repitan la historia.
El Museo del Genocidio Armenio no solo honra la memoria de las víctimas del holocausto armenio entre 1915 y 1923, también tiene la misión de transmitir al mundo la verdad de los eventos que, hasta la fecha, aún no son reconocidos como un crimen por algunas naciones del mundo.
“Queremos transmitir al mundo la verdad y, aunque sufrimos por presentar nuestra historia, es necesario porque a veces da la impresión de que no hemos hecho nuestro trabajo ya que en el mundo aún existe violencia, otros genocidios, la historia se ha repetido, pero trabajamos cada día para mostrar nuestra verdad y luchar porque los derechos de los armenios y de todas las personas del mundo se respeten.
“Sufrimos al mostrar las atrocidades del genocidio armenio, pero tenemos el compromiso de educar a la gente para que vivan y hagan un mundo mejor para todos. Hay que despertar la memoria para crear mejores naciones”, considera Edita Gyozan.
El recinto también resguarda un memorial que consta de una estela de 44 metros que simboliza el renacimiento del pueblo armenio. Debajo de ella fueron colocadas en círculo 12 placas que representan las doce provincias de la Armenia histórica, hoy en territorio de Turquía y, al centro, una antorcha se mantiene encendida, misma que rodean ramos de flores para las víctimas.
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Alrededor de la representación, los diplomáticos de países que han reconocido el holocausto de Armenia como un genocidio, plantaron abetos que resguardan el lugar.
En una conversación con EL UNIVERSAL, la directora del también Instituto-Fundación hace memoria y narra cómo su familia fue obligada a desplazarse de su ciudad natal, donde la mayoría de sus vecinos fueron asesinados u orillados a emigrar para evitar la muerte.
Por el contexto mundial, del que cree que uno de los mayores problemas es la violencia, la titular, a nombre del museo, organiza exposiciones ambulantes en varios países, colaboraciones internacionales con museos, difusión de materiales didácticos en diferentes idiomas e impartición de clases en las que se divulga la historia de Armenia con el objetivo de prevenir que otras personas en el mundo pasen por lo que su familia vivió.
El Instituto-Fundación del Genocidio Armenio también desarrolla proyectos de investigación e instruye en materia de derechos humanos a profesionales de la educación en otros países incluso del continente americano como Brasil, Uruguay y Estados Unidos. “Estamos seguros de que la educación es el arma más poderosa para transformar a la sociedad”, afirma.
“En todo el mundo somos testigos de violencia y otros genocidios. Queremos ampliar los estudios sobre el tema, a partir de nuestra experiencia y conocimiento, para reconocer este tipo de crímenes, demostrar la verdad al mundo y liberarlo, es un tipo de remedio para mantener la memoria.
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“Pese a que estamos en el siglo XXI, parece ser que no hemos avanzado mucho en materia de derechos humanos y queremos levantar la conciencia de las personas para que ellas mismas sean los instrumentos de lucha ante las injusticias y opresión en cada país”, apunta Edita Gyozan.
La experta en derechos humanos indica que, para cualquier mexicano que desee acercarse a información sobre el genocidio de Armenia o la historia del país, hay varios caminos a través de su página web en donde hay diferentes materiales didácticos. Asimismo, comunica que existen becas y cursos que el museo financia a científicos y estudiantes que deseen pasar un mes en Armenia para trabajar en el museo.
A través de la diáspora de armenios en México también se difunde conocimiento pues hacen exposiciones ambulantes no solo acerca de temas del país sino de conflictos en la zona sur de Asia.
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