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Por: César Herrera Toledo
Coordinador del Comité del Agua del CICM
La Ciudad de México se fundó y creció sobre los antiguos lagos que ocupaban alrededor de la cuarta parte de la superficie de la Cuenca de México. En el proceso de formación de la cuenca se generó una capa impermeable de sedimentos arcillo limosos, denominada acuitardo, que permitió sustentar la zona lacustre. Producto de la expulsión de agua en estas capas, la superficie del terreno se ha ido hundiendo con el tiempo y en algunas zonas del oriente de la Cuenca de México la subsidencia ha sido de hasta 15 m. Los asentamientos diferenciales generados en este proceso han sido muy perjudiciales para la infraestructura hidráulica, vial y en edificaciones.
Actualmente se utilizan 86 m3/s de agua en el Valle de México. El 76% en el uso doméstico urbano, el 14% en la agricultura y el 9% en la industria.
El mayor ususario de agua en el Valle de México es el doméstico urbano. Las coberturas de agua potable son elevadas en general (97% en promedio en todo el Valle de México); sin embargo, se tienen fallas severas en la continuidad y presión con que se recibe el servicio, principalmente en las alcaldías y municipios del sur oriente. Uno de los obstáculos para hacer más eficiente la distribución de agua ha sido la falta de conexión entre el crecimiento de la población, la mancha urbana, la planeación y el desarrollo de las principales conducciones de agua en la red primaria de distribución, tanto en la CDMX como en el Edo. de México. Además, el nivel insuficiente de inversión en mantenimiento y desarrollo de los sistemas obedece en gran medida a los esquemas tarifarios no sustentables que prevalecen.
La agricultura de riego en el Valle de México es una actividad relevante que todavía utiliza alrededor del 14% del agua de las fuentes. Hay 2 pequeños distritos de riego. El DR-073, La Concepción, con 506 usuarios y 358 ha, regadas con agua de la presa la Concepción y el DR-088, Chiconautla, con 1,808 usuarios y 2,790 ha que se abastecen con aguas del Gran Canal. Sin embargo, la urbanización avanza sobre ambos, disminuyendo las áreas de cultivo.
En la industria, a raíz de las medidas establecidas en los años 70 del siglo pasado para controlar las descargas industriales, un buen número de establecimientos salieron del Valle de México hacia otras zonas, a esto obedece que la demanda de agua de primer uso se ha conservado en los 7.8 m3/s .
Por cuanto a las fuentes de abastecimiento, la que más contribuye es el agua subterránea, (cuando menos el 76%), incluyendo la que se importa de una cuenca vecina de Lerma. La mayor parte se extrae de acuíferos sobreexplotados con consecuencias como los hundimientos señalados antes. El agua superficial escurre por los ríos que originalmente alimentaban los lagos, llega a los cauces en la zona urbana arrastrando los suelos erosionados y basura que se acumula durante el estiaje, y se mezcla con el agua residual en el sistema combinado de drenaje. Se suma el agua proveniente de la Cuenca de Cutzamala con la que en conjunto alcanzan un poco más del 25% de este recurso en la cuenca.
El balance entre oferta y demanda se ha mantenido gracias a que se cuenta con acuíferos que se sobreexplotan, actualmente se estima que en 25m3/s con los daños por hundimientos arriba mencionados. Pero las sequías en años sucesivos como la que se está presentando reduce significativamente la aportación de agua de Cutzamala, y obliga a tomar más agua del acuífero, lo que afecta la sustentabilidad del agua en el Valle de México.
Se han dado pasos para reducir la demanda de agua con medidas de ahorro a distintos niveles: local con acciones individuales, de los gobiernos de las alcaldías y municipales con la reducción de fugas, estatales y de la federación con proyectos de transferencia desde otras cuencas, pero han sido insuficientes, hasta ahora, para lograr un manejo sustentable del recurso.
Se prevé que la demanda de agua se incremente ante el crecimiento de la población al año 2050, que se estima será de de 26.5 millones de personas en el Valle de México. En esta hipótesis de crecimiento, se tendrán los mayores aumentos en los municipios del Estado de México. Habrá también un incremento en la demanda de agua para la industria y para otros usos; no así para la agricultura que tenderá a minimizarse.
Para atender los requerimientos futuros, se plantea desarrollar esquemas de largo plazo ya que un problema generado durante muchas décadas no puede resolverse solo con las medidas de ahorro implementadas. Para tal fin se han simulado escenarios a largo plazo (año 2050), a fin de analizar posibles esquemas de abstecimiento futuro que permitan reducir la sobreexplotación del acuífero y cubrir las demandas futuras para todos los usos.
En el escenario que no requiera de transferencia de agua de nuevas cuencas para lograr satisfacer las demandas, se lograría que al año 2050 se redujera la sobreexplotación y se atendieran todas las demandas previstas. Al mismo tiempo se estaría contribuyendo a reducir el hundimiento generado por la extracción de agua subterránea. En este escenario el resultado es que sí es posible atender las demandas futuras. Las dificultades técnicas se pueden superar, los costos son accesibles, pero las reacciones sociales y efectos ambientales deben valorarse.
Escenarios alternativos implican la importación de agua como sería el caso de agua superficial del Tecolutla que ahora se usa para generación de energía o pozos en el Valle del Mezquital, entre otros. Los dos proyectos tienen ventajas técnicas y de costos aunque también requieren de negociaciones para salvar los posibles problemas sociales.
La complejidad de las instalaciones del sistema de agua y drenaje del Valle de México donde intervienen diversas instituciones obligan a compartir una visión futura conjunta a fin de hacer más eficiente su funcionamiento con escenarios como el planteado. Esta visión debe considerar a los principales actores del agua en al menos los siguientes ámbitos: el técnico para el análisis detallado de los proyectos sostenibles, la operación de la infraestructura, los servicios de agua y saneamiento con énfasis en la eficiencia y las tarifas, el agua para al agricultura, la resiliencia y nuevas fuentes; la gobernanza, para propiciar una organización metropolitana que permita manejar la infraestructura primaria de agua y drenaje; la financiera, para buscar esquemas que permitan desarrollar los proyectos necesarios con repagos a base de tarifas y de subsidios; y la ambiental, para recurrir a Soluciones basadas en la Naturaleza, no solo a infraestructura gris.
El trabajo conjunto de los actores involucrados es fundamental para que exista consenso en las acciones a desarrollar de manera estructurada con programas de largo plazo que incluyan la infraestructura, la organización y el financiamiento. En este sentido, el papel de la sociedad es fundamental porque constituye el elemento que dará continuidad a la implementación del programa. Será factor en las definiciones de las acciones a desarrollar y será también vigilante de su implementación.