Una hora duraron los empujones, los abrazos, los besos en la mejilla.
Los recibió todos Enrique Graue Wiechers luego de rendir protesta para su segundo periodo como rector al frente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cargo en el que permanecerá hasta el año 2023.
Con la venera de Rector colgada al cuello, la insignia de oro que se le impone al asumir la responsabilidad de dirigir los destinos de la universidad, el exdirector de la Facultad de Medicina recibió cientos de abrazos y felicitaciones. Todos significativos, pero algunos más políticos que otros.
En las primeras filas de honor de sus invitados, y formados para felicitarlo personalmente, estuvieron cuatro secretarios de Estado del gobierno de la Cuarta Transformación : los titulares de la Secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero ; de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval ; de Economía, Graciela Márquez Colín ; SEDATU, Román Meyer Falcón ; así como el subsecretario de Educación Superior de la SEP, Luciano Concheiro, en representación de Esteban Moctezuma Barragán.
También estuvieron presentes algunos de los personajes de la academia más cercanos a la Cuarta Transformación: el jurista John Ackerman, quien sonriente lo estrechó y lo felicitó efusivamente, de brazos abiertos; la directora del Conacyt, María Elena Álvarez Buylla, quien fue investigadora en la UNAM antes de asumir el cargo público y también se le acercó sonriente; y Rosaura Ruiz, integrante del gobierno de Claudia Sheinbaum. "Muchas, muchas felicidades", le decían al oído. "Gracias", "¿Qué te digo, mano?" contestaba el rector.
Durante toda una hora hasta su esposa, Mercedes Hernández, batalló para llegar a él. Entre la gente que se agolpaba para felicitarlo, ella lo regañó con el tono cariñoso que solo se cultiva durante los años de convivencia en común.
"Está muy apretado por aquí, ¿por qué mejor no te mueves para allá", le dijo cuando, después de casi media hora, por fin logró atravesar una marea de personas que a empujones buscaban abrirse paso para acercarse al rector.
"Primero dame un beso", le respondió él antes de besarla brevemente en la mejilla, según se lo fueron permitiendo quienes lo abrazaban y le pedían selfies.
Después del beso alcanzaron a tocarse el brazo por unos segundos, antes de que ella saliera casi expulsada por la multitud que se arremolinaba en torno a él.
"¿Y no va a extrañar a su esposo en su casa?", se le preguntó a la señora.
"Yo lo tengo siempre conmigo", contestó.
Graue recibió la Venera; promete velar por los derechos de la universidad
Ayer, el oftalmólogo de 68 años de edad rindió protesta en el patio principal de la Antigua Escuela de Medicina, recinto emblemático para los médicos de la UNAM. Así, se convirtió en el tercer integrante consecutivo de su gremio que hila dos periodos en la Rectoría en los últimos 22 años.
"Se valoraron su trayectoria profesional, académica, administrativa y de gestión, su desempeño en la entrevista, su capacidad de diálogo con los diversos sectores de la comunidad, así como su conocimiento de la Universidad y sus posibilidades de desarrollo", leyó el presidente de la Junta de Gobierno, Francisco Xavier Soberón.
Luego, Graue juró velar porque se respeten los derechos de la universidad y por el constante progreso de la institución, teniendo siempre en cuenta el bien de México y el progreso social de la Humanidad. "¡Protesto!", contestó enérgico.
Entre los aplausos de los asistentes, Graue recibió la Venera y luego levantó el puño para corear la porra de la universidad que inició uno de los invitados: "¡Goya, Goya, cachún, cachún, ra, ra!", retumbó en el patio de la Antigua Escuela de Medicina.
Fue hasta pasadas las 10:30 de la mañana cuando el rector, por fin, volteó a su alrededor y se dio cuenta que no había nadie más esperando para estrecharle la mano o abrazarlo.
Con paso presuroso, se dirigió hacia la salida dejando tras de sí el patio vacío y a los trabajadores del recinto terminando de recoger y acomodar una sobre la otra las sillas de madera estilo barroco destinadas a los integrantes de la Junta de Gobierno.
Hoy habrán terminado los festejos y Graue Wiechers regresará a su oficina del sexto piso de la Torre de Rectoría.