Al rechazar que la pandemia por el Covid-19 haya sido domada todavía, el exsecretario de Salud, Julio Frenk Mora, demanda un golpe de timón en la estrategia de comunicación del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, “porque la impresión que se tiene es que se están subordinando las cifras”.
La comunicación del gobierno, señala el también presidente de la Universidad de Miami, ha sido contradictoria, inconsistente y poco creíble. A la epidemia, recalca, no se le ha domado y señala que todavía va a pasar un largo tiempo, porque no bajará de golpe.
En entrevista con EL UNIVERSAL, quien fuera responsable de la política de salud en el sexenio de Vicente Fox sostiene que se tiene la idea de que ya pasamos lo peor, aplanamos la curva y salimos del problema; sin embargo, estamos en el peor momento de contagios, se piensa que todo está bien y la población sale a la calle.
Como experto en salud, cuando se habla de Covid-19, ¿de qué se está hablando realmente?
—Es una enfermedad causada por una nueva cepa del coronavirus, un virus bastante común, causante de otras enfermedades, incluyendo la gripa normal. El problema es cuando infecta a una persona y empieza a haber transmisión de humano a humano.
Lo que define esta emergencia sanitaria en particular es la incertidumbre, porque no sabemos bien a bien qué va a pasar. Este virus ha resultado tener dos características que lo hacen muy complejo. Primero, es altamente contagioso, más que la influenza. Segundo, y quizá más importante, que personas sin síntomas o teniéndolos muy leves pueden trasmitir la enfermedad. Es muy peligroso y entendamos que, como es un virus nuevo, todos los humanos somos susceptibles.
A nivel gobierno, ¿cómo se debe manejar la situación?
—Para los que somos expertos en salud pública y global, la pregunta no es si iba a haber una pandemia, sino cuándo iba a llegar. En enero sabíamos que era cuestión de tiempo para que llegara a todos los países del mundo, incluyendo México.
Pero los países reaccionaron de dos formas. Hubo un grupo de países que, cuando llegaron esas noticias, reaccionó rápido y enérgicamente, y un segundo grupo, en el cual se encuentra México, que no quiso escuchar la opinión de los expertos y minimizó el tamaño de la amenaza, diciendo que no era muy grave. Estos países son los que han tenido la peor respuesta.
Hay dos patrones bien claros: las naciones que reaccionaron rápido y pronto son los que han tenido más éxito en controlar la pandemia.
Los países que no reaccionaron bien, obviamente no todos, pero entre ellos está México, tienen ideas populistas, como Rusia, Turquía, Italia y Gran Bretaña, que no es estrictamente populista, pero con gran elemento de discurso populista. También Estados Unidos, Brasil y Nicaragua son los países que han tenido las peores respuestas, el mayor sufrimiento y número de casos.
Un patrón común de los populistas es menospreciar la opinión de los expertos, porque la personalidad de ellos es pensar que tienen una fuente propia de conocimiento derivado de su contacto con el pueblo. En estas emergencias, cuando hay un proceso complejo, biológico y médico, se requiere de los expertos y de los científicos.
Ese retraso inicial fue el común denominador de los países que actuaron mal.
En estos Estados la estrategia de comunicación ha sido muy errada, con mensajes contradictorios, una comunicación confusa tanto en palabras como en hechos. Predomina la incertidumbre, la gente lo que quiere es una comunicación clara, con mensajes concisos y creíbles. Si se actúa temprano en salud pública se pueden detectar los casos, rastrear a los contactos y ponerlos en cuarentena. Así es como manejamos en la gran mayoría los brotes epidémicos en salud pública.
México es el único país que ha decidido no hacer las pruebas, cuando el resto del mundo dice que es lo más importante. Las pruebas son los ojos de la vigilancia epidemiológica y con pocas pruebas no sabemos bien cuántos casos hay.
¿Cuál es la ruta en este momento?, ¿en quién apoyarse?
—La comunicación ha sido contradictoria, inconsistente y, finalmente, poco creíble. A la epidemia no se le ha domado. Todavía va a pasar un largo tiempo, no baja de golpe. Se tiene la idea de que ya pasamos lo peor, aplanamos la curva y salimos del problema. Todo indica que no se está reportando el número real de muertos y casos.
La gente escucha que ya bajamos el pico; sin embargo, el pico es el peor momento, se piensa que todo está bien, la gente sale a la calle, porque no puede estar encerrada todo el tiempo, tiene que salir a trabajar.
Los dos países de América Latina con los peores resultados, que tienen la más alta movilidad, son Brasil y México, que no están respetando la idea de quedarse en casa. Es un error no hacer las pruebas, hay que empezar a hacerlas, son la clave, tanto para atender la epidemia como para reabrir la economía. Hay que dar un golpe de timón en la estrategia de comunicación, porque la impresión que se tiene es que se están subordinado las cifras.
La OMS dice que hay que acostumbrarse a vivir con este virus, ¿por qué?
—La forma en la que uno se puede adaptar al virus, en tanto que sale una vacuna, es haciendo pruebas, manteniendo las políticas de distanciamiento físico, protegiendo el espacio personal de las personas mediante el uso de cubrebocas, el aseo concienzudo de manos, en tanto la ciencia nos da una solución técnica. como lo sería una vacuna.
¿México cuenta con los expertos para hacer las pruebas?
—En México hay muy buenos expertos. Las personas que están al frente de la Secretaría de Salud son competentes, pero da la impresión de que se está subordinando esa capacidad técnica y eso es muy grave en una democracia. México tiene a los expertos, el problema es menospreciarlos, subordinarlos a un proyecto político.
¿México tiene fecha para retomar todas sus actividades?
—Tomará tiempo. Tiene que ser gradual, atendiendo a las condiciones locales. La clave para reabrir la economía es hacer las pruebas para rastrear a la gente que no tiene síntomas, ponerlos en cuarentena para no llegar a un punto donde otra vez la gente se tenga que quedar en casa, porque eso será muy malo para la salud y para la economía.
El gobierno recibió un sistema de Salud fracturado y la compra de insumos es insuficiente. ¿Cómo percibe el estado del sector?
—Este es el peor momento, porque nunca había visto un sistema de Salud tan débil, un sistema que ha ido debilitando este gobierno. Desaparecieron el Seguro Popular de golpe, sin haber tomado en cuenta que se tenía que haber creado una transición para que la gente no quedara desprotegida, cambiando el sistema de procuración de medicamentos. Se dijo que era para combatir la corrupción y todos lo aplaudimos, hay que combatirla, pero lo que está pasando es que se tiene mayor desabasto.
El Presidente ha dicho que quiere que la salud pública sea gratuita, con un sistema de Salud así, ¿se conseguirá?
—Éste es un concepto equivocado. La salud nunca es gratis, porque los ciudadanos son los que pagan, ya sea directamente de su bolsillo [que es la forma que hay que evitar], con el pago de sus impuestos o a través de sus contribuciones a la seguridad social. Cuando el gobierno dice que la salud va a ser gratis, francamente se está haciendo caravana con sombrero ajeno.
El Presidente dijo que quería un sistema de Salud como el de los países escandinavos, como Canadá y Gran Bretaña. Es una gran idea, porque estos países son los que tienen los mejores sistemas de salud del mundo. De hecho, el Seguro Popular iba en esa dirección, pero este gobierno tuvo la oportunidad de dirigirlo hacia allá y la desperdició.
¿Cómo equilibrar la compra de vacunas urgentes como las de sarampión sin afectar el gasto previsto de la pandemia?
—Se está tan enfocando en el coronavirus que se han desatendido otros problemas, por ejemplo, el sarampión. Para demostrar que no todo lo que había antes estaba mal, allí está el sarampión, porque la última muerte que hubo fue en 1995 y es muy grave que esté reapareciendo.
No se puede cerrar todo para sólo atender el coronavirus. Además, se hicieron recortes al presupuesto, se cambió el sistema de compra de vacunas y lo dejaron en desabasto. Y si hay una sola muerte por sarampión, sería realmente grave.
El Presidente regresa a las giras, ¿qué tan peligroso puede ser?
—Es una acción que desatiende las medidas de distanciamiento físico. Si no va acompañada de todas las otras acciones, como el uso de cubrebocas, en una aglomeración, sin duda alguna es de alto riesgo.