La señora Gabriela tiene 57 años y 41 los lleva practicando el bordado, por lo que ha mantenido viva una de las indumentarias tradicionales de la Península de Yucatán: los hipiles, como llaman en esa región a los huipiles.
Las arrugas de sus manos reflejan la experiencia que esta mujer tiene en el oficio de la sastrería. A sus 16 años fue cuando aprendió a bordar, todo comenzó por el gusto de los colores y la ropa típica del lugar.
Gabriela tiene siete hijos, cuatro son mujeres y a ellas siempre les ha confeccionado su ropa. “Costuro la ropa de mis hijas. Les gustan las blusas y los vestidos, pero bordados”, comenta frente a su máquina de coser.
Con alegría, Gabriela cuenta que sus creaciones han llegado hasta Canadá, pues menciona que en algunas ocasiones turistas que han visto sus hipiles le han comprado por mayoreo y, al preguntar sobre el destino, le responden que irán a ese país. Lo que no sabe es que allá las prendas pueden llegar a alcanzar hasta cuatro veces su costo original.
La artesana no sólo borda hipiles, también elabora las tradicionales hamacas, que forman parte de la cultura de la península, pues es muy raro encontrar un hogar que no tenga una.