San Antonio.— Tras un sorpresivo arresto en un aeropuerto a las afueras de El Paso, Texas, el cofundador del Cártel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada y Joaquín Guzmán López, uno de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán, tomaron caminos separados este viernes.
Zambada, uno de los narcotraficantes más poderosos de México, continúa bajo custodia de las autoridades estadounidenses en El Paso y se declaró no culpable de los delitos de narcotráfico y lavado de dinero que le imputa la justicia federal en Texas; en una parte de la audiencia tuvo que usar silla de ruedas. El capo comparecerá el 1 de agosto en El Paso.
Se había programado una audiencia de lectura de cargos y detención para el 31 de julio, pero Zambada renunció a su derecho a comparecer ante el tribunal para dicha audiencia. Estará representado por su abogado Frank A. Pérez, de Dallas.
El abogado dijo que su cliente “no se entregó voluntariamente”. “Fue entregado contra su voluntad”.
La fecha límite para buscar un arreglo y se declare culpable es el 11 de septiembre.
La traición
El The Wall Street Journal (WSJ) reportó que Guzmán López engañó a El Mayo Zambada y se entregó.
De acuerdo con el medio, Guzmán López quería evitar un final violento. El WSJ destaca que “el hijo de El Chapo quería entregarse”.
Añade que Guzmán López era “el cerebro financiero detrás del Cártel de Sinaloa”. Fuentes dijeron al WSJ que Guzmán López persuadió a El Mayo para que fueran en un vuelo a revisar pistas terrestres y clandestinas en el norte de México. Pero, el hijo de El Chapo acordó aterrizar en un aeropuerto cerca de El Paso, Texas.
Guzmán comparecerá la próxima semana
Guzmán López comparecerá la próxima semana ante una corte federal en Chicago (Illinois), según informaron a EFE fuentes policiales. Se enfrentará a más de una docena de cargos, entre ellos por narcotráfico, lavado de dinero y por formar parte de una organización criminal.
Biden celebra
El presidente estadounidense Joe Biden celebró el arresto de Zambada y Guzmán por significar un golpe a la cúpula del Cártel de Sinaloa, que describió como “una de las organizaciones más mortales del mundo”.