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Urandén, Michoacan.- Cientos de pobladores de la isla Urandén comenzaron a preparar las tumbas y a realizar actividades previas a la conmemoración del Día de Muertos, como lo fue una misa purépecha en la iglesia de la localidad, una procesión y desfile de canoas, elemento clave de esta región.
En la explanada de la iglesia, más de 30 personas indígenas, junto con sacerdotes, hicieron un altar de semillas, ritual para bendecir una cruz purépecha, la cual representa a Jesucristo y llevaron a cabo la bendición a guirnaldas y coronas como signos de agradecimiento a Jesús.
El padre Hugo Ramírez García bendijo y besó cada corona de cempasúchil y las colocó a los fieles creyentes, mientras las mujeres sostenían velas y copaleros, entraron al templo para dar inicio a la misa. Con un coro conformado por cinco músicos, los cantos en tarasco dieron vida a esta conmemoración, donde se leyeron los nombres de las personas que murieron recientemente en la comunidad.
Integrantes de la isla leyeron versículos en purépecha y los padres ofrecieron la misa en español y en tarasco, con una duración de una hora y 10 minutos. Las mujeres portaban enaguas, huanengos, rebozos y collares, indumentaria de la región; mientras entraban y salían con copaleros para echar incienso en el templo.
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La misa se caracterizó por ser alegre y tradicional, pues un grupo de niños y niñas del pueblo realizaron la Danza del Pescado; y los adultos llevaron alimentos para poner en la ofrenda y recogieron el diezmo. Finalmente, todos bailaron y cantaron en tarasco, incluidos los sacerdotes, y dieron paso a compartir una cena que incluía caldo de pescado. Luego llevaron a cabo la celebración del pueblo en una cancha contigua a la iglesia.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el párroco Hugo Ramírez compartió que los pueblos originarios mantienen la esperanza en la vida después de la muerte, ya que esperan la visita de sus muertos, por eso preparan altares y ofrendas.
“Tienen una costumbre de que las personas que murieron durante este año, les ofrecen un novenario. Para ellos es como tomar conciencia de que ya no están, pero de una manera menos dolorosa que en el momento de la muerte y para pedirle a Dios que les dé el eterno descanso y en esa oración nosotros creemos que Dios además nos consuela a quienes hemos perdido en la familia”, cuenta.
Explicó que se empieza la misa con un altar de semillas y luego hay otro altar en el centro del templo que es una yácata. Sigue la entrada del Evangelio con una danza, las ofrendas las hacen danzando y a los padres los coronan.
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“Por ejemplo, al que predica la autoridad del pueblo le entrega el bastón de mando, que es lo que me dieron cuando estaba ahí en el petate. Y finalmente la danza, la danza es como el signo de la alegría de habernos encontrado con Jesucristo, de regresar a casa, regresar a vivir nuestra fe”, relata.
Paralelo a esta celebración religiosa, cientos de turistas y habitantes de la isla se congregaron en los manantiales para ver la procesión y desfile de canoas purépechas, donde también hicieron demostraciones de sus tradiciones y rindieron homenaje a canotistas distinguidos de la zona, pues la isla cuenta con una Escuela de Canotaje en la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán Sede Pátzcuaro, que es reconocida a nivel nacional.
jf/apr