Casi todas las revoluciones del siglo XX en el mundo, han sido barridas por el tiempo, pero la nuestra de 1910, está viva en la participación de nuestros viejos inolvidables: nuestros abuelos, nuestros padres, nuestros maestros que nos enseñaron a leer y escribir.

Debemos preguntarnos, no con espíritu añorante pintando un paisaje bucólico, ¿Qué ha pasado con México? ¿Qué ha pasado con los mexicanos? Pero, sobre todo. ¿Qué ha pasado con los campesinos que le dieron el verdadero contenido a la revolución de 1910?

¿Por qué aquel pueblo valeroso ha sido dominado por la cobardía o por la comodidad?

¿Perdimos la voluntad insobornable para defender el patrimonio ideológico, legal e institucional de la Nación?

¿Qué nos pasó a los mexicanos? – Que en un cambio generacional fuimos adormecidos por la globalización.

¿Cuándo perdimos el coraje para defender la herencia de siglos, de los hombres que como Emiliano Zapata se transformaron en símbolos en leyenda?

¿Por qué hemos abandonado al campo que nos dio de comer la inspiración y el fervor de sentir en nuestra tierra la existencia de nuestra patria? Aún a sabiendas que perdíamos gradualmente la noción y el orgullo de nuestra soberanía.

¿Por qué ahora solo nos lamentamos al perder nuestras tierras, nuestras playas, nuestras aguas de los ríos y de las lagunas?

y ¿Por qué ya no es la razón primordial del gobierno de la República nuestra soberanía alimentaria?

No solamente del gobierno de la República, de todos nosotros, los legisladores, que legislamos sobre derechos humanos, pero no sobre las cuestiones fundamentales por las que lucharon nuestros héroes.

Entramos al quinto año de gobierno y los campesinos no pueden sembrar en este ciclo de cultivo más de 4 millones de hectáreas, este hecho nos hace depender cada día más de las importaciones de granos para la alimentación y la de nuestro ganado.

El 12 de abril el el presidente Andrés Manuel López Obrador, envió una iniciativa a la Cámara de Diputados para eliminar el organismo público descentralizado, Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero (FND), por considerarlo “atrofiado” e “incapaz de impulsar el desarrollo rural”.

A 12 días que junto con mis compañeras y compañeros diputados del Grupo Parlamentario del PRI, acompañamos en su demanda a los líderes de organizaciones campesinas en un pronunciamiento ante los medios de comunicación en la Cámara de Diputados, en donde a través de un Punto de Acuerdo, solicitamos la comparecencia de los secretarios de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, y de Agricultura, Víctor Manuel Villalobos Arámbula, ante el Pleno de la Cámara de Diputados.

Este proyeto de exterminio que comenzó en el 2019, sólo justifica la insolvencia de la actual administración. Por qué la FND durante dos decadas tuvo la capacidad de mantenerse con vida, generando y recuperando créditos a miles de productores campesinos ¿Por qué justo ahora con este régimen desinteresado, cae la FND en proyecto de disolvencia, el cual parece un plan deliberado?

Todo esto es aún más grave si tomamos la figura de Emiliano Zapata a una fecha tan cecana a su aniversario luctuoso, pareciera que hay una hipérbola de aquel día en la ex hacienda Chinameca, donde fue emboscado y asesinado a traición por el Coronel Jesús Guajardo; ahora se trata de una celada contra la FND.

La desaparición de una institución como la Financiera, afectará a tantos miles de productores campesinos, como a miles de familias que viven del campo, sin contar

a todo el personal que a dedicado su vida al servicio de la institución, dejándolos sin empleos.

Es el campo pobre el que sobrevive y ha prevalecido con la incertidumbre, pues desde el 2019, cuando desaparecieron los fideicomisos, con el argumento de que existía una enorme corrupción, eliminaron el Fondo de Garantías de la FND. Al desaparecerlo, quedaron totalmente desprotegidos miles de pequeños productores que no tienen oportunidad de ofrecer garantías para sacar un crédito. Los pequeños productores son los que tienen menor capacidad para ofrecer garantías; la Financiera significaba una oportunidad para acceder al crédito, y está es una herramienta que ya no está. Esto genera un efecto que detiene a los productores que no cuentan con el acceso al financiamiento, lo que los pone a merced del crimen organizado.

La Financiera Nacional de Desarrollo, tiene su origen en el proceso posterior a la Revolución Mexicana, para darle continuidad a los avances logrados en la reivindicación de la tierra a los pueblos originarios y a todos los campesinos del país. A la par de la Reforma Agraria, se planteó la necesidad de no solo dotar de tierras sino hacer que este reparto se acompañara con los recursos económicos para hacer estas tierras productivas.

La iniciativa que nos ha presentado a la Cámara de Diputados el presidente de la república, tiene en su contenido una exposición de motivos tramposa e insultante para miles de productores campesinos, que han podido solventar sus cultivos durante años a través de la FND, y que al día de hoy, no han ni podido acceder, ni pagar sus créditos.

Desde 2019 le han reducido el presupuesto hasta dejar de asignarle para 2022 un solo peso de egresos de la federación. Han cerrado agencias regionales paulatinamente y despidiendo personal basificado y de confianza, cada seis meses sin falta desde que inicio el sexenio; y por lo tanto, dejando de promover el crédito, al mismo tiempo de hacer cobranza. Si la Financiera Nacional de Desarrollo no es viable ni productiva es porque pacientemente han dedicado 4 años desde que

llegaron, en hacerla inviable e improductiva, es por ello que esta estrategia de aniquilación contra la FND no es cuyuntural, es un plan deliberado de la 4t.

El campo que vemos el día de hoy, es un campo abandonado y empobrecido, tenemos 4 millones de hectareas menos de cultivo, y aún con ello han estado abriendo la importanción de productos estratégicos.

Pensemos que la pobreza no se podrá combatir nunca si no reconocemos el éxodo rural incontenible, ocasionado porque los derechos de agua y nuestras presas se reasignan para cultivar productos de exportación, mientras los costos de producción inciden en el desabasto, la carestía y la desnutrición, provocando la hambruna regional en los pueblos distantes de los centros urbanos.

Cuando los campesinos en su desesperación, niños, hombres y mujeres se incorporan al crimen organizado; y qué decir de las comunidades indígenas, quienes a pesar de que acuden sus voces a esta tribuna, solo reciben sordera, trato indolente y la negativa a destinar los recursos que requieren para superar las deficiencias atávicas de una compleja existencia por razones de carácter geográfico y estructural.

Justo es, que le recordemos a los funcionarios de la secretaría de Hacienda y de la Financiera Nacional de Desarrollo, que no se puede desaparecer por inanición a una institución histórica que hizo posible enfrentar la crisis de la globalización y una transición al libre comercio impuesto por el tratado internacional.

No podemos admitir la falta de imaginación para enfrentar la cartera vencida, que es el motivo que se ha argumentado para suspender los créditos durante 4 años a los hombres y mujeres del campo; mientras, por otra parte, instituciones como SEGALMEX se encuentran en entredicho por su manejo contaminado con la corrupción.

El derecho a la continuidad de un gobierno, se gana con la existencia de un proyecto programático y la capacidad para resolver con inteligencia y sabiduría la demanda ciudadana, es momento de convocar a las autoridades responsables del sector

agropecuario y por lo tanto al sector hacendario para decirles que en el campo hay indignación y desesperanza.

¿Cómo honramos la memoria de Zapata y a la revolución si le negamos el apoyo a las instituciones que aún sobreviven para atender los requerimientos para el desarrollo agropecuario nacional, la agricultura, la ganadería, la pesca y los recursos forestales?

Cuando los campesinos reclaman trabajo y en cambio se desaparecen las instituciones que se crearon en el pasado para permitir, no sólo la autosuficiencia, sino también un estimulante modo de vida cuyos productos les permitían incorporarse al desarrollo social y económico del país.

Hace unos días conmemoramos la figura de un campesino transformado en un símbolo de intransigencia y su reclamo de justicia como la voz de una demanda ancestral. Es importante, recordar que las instituciones que se crearon para la producción de nuestros alimentos, no son la obra solo de un gobierno o de varios gobiernos, que durante, cerca de un siglo, lograron enfrentar las transiciones de los diferentes cambios ocurridos en el mundo; son el patrimonio de todos los mexicanos que les permitieron lograr su sustento y con ello la superación nacional.

Y aunque está distante la frase de Zapata cuando alegaron los maderistas que no existía una legislación agraria para dotar de tierra a los campesinos y destruir el régimen hacendario, Zapata contestó: “Se me hace que no va a haber más leyes que las muelles” es decir, los rifles y las balas.

Es oportuno recordar a los hombres en el poder, que aún en épocas del poderoso imperio romano, existía un esclavo, que le decía al emperador triunfante, “Memento mori”: acuérdate que eres humano y que el poder no es eterno.

Zapata no ha muerto,

Emiliano Zapata sigue montado en su caballo recorriendo los campos y los pueblos;

No puede morir, no morirá nunca.

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