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La renovación de los gobiernos, tanto a nivel local como federal, es el principal reto para construir ciudades resilientes ante fenómenos naturales, afirmó Eugene Zapata, director Regional de 100 Ciudades Resilientes para Latinoamérica y el Caribe.

En entrevista con EL UNIVERSAL, destacó que los cambios de gobierno dificultan la continuidad de las políticas enfocadas a la resiliencia, puesto que cada que se renuevan las autoridades se impulsan nuevos programas, con lo que se complica dar seguimiento a las medidas anteriores.

“Hay cambios radicales cada que hay una [transición] de gobierno, hay una cultura de que cuando llega la nueva autoridad, reemplaza a todos los cargos medios y superiores”, enfatizó.

Detalló que la organización 100 Ciudades Resilientes trabaja en la elaboración de estrategias para la resiliencia en cuatro ciudades del país: Ciudad Juárez, Chihuahua; la capital de Colima; la zona metropolitana de Guadalajara y la Ciudad de México.

Al analizar estas cuatro ciudades se observó que la falta de continuidad en las políticas ha obstaculizado la construcción de capacidades en las urbes para ser resistentes ante fenómenos naturales.

Detalló que en Ciudad Juárez identificaron retos relacionados con el agua, la sequía, las olas de calor, pero también con temas relacionados con la economía de la ciudad, la cual se fundamenta en la industria maquiladora de exportación, que ha tenido muchas transformaciones.

“La resiliencia no sólo aborda impactos relacionados con la naturaleza y el clima, nosotros también es tudiamos cuáles son los riesgos que puede presentar la sociedad, la economía y el gobierno en las ciudades, porque a veces un impacto como [por ejemplo] si se hubiera terminado el Tratado de Libre Comercio, puede traer efectos más catastróficos en Ciudad Juárez que una inundación”, dijo.

En tanto que en la Ciudad de México el sismo del 19 de septiembre del año pasado, añadió, planteó la necesidad de incluir el riesgo sísmico para que la sociedad estuviera mejor preparada ante este fenómeno y evitar que servicios como el agua potable o el transporte público colapsen.

“Estamos trabajando en resiliencia comunitaria en barrios, un programa de espacio público resiliente y seguridad humana, es decir, cómo se utilizan los espacios abiertos cuando ocurre un sismo; también colaboramos con el gobierno de la capital para un protocolo de resiliencia en el sistema de movilidad”, dijo.

El activista resaltó la importancia de analizar los factores de vulnerabilidad de cada ciudad para la construcción de políticas públicas que fomenten la resistencia ante fenómenos naturales y sociales que pudieran impactar en la población.

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