La soleada tarde de otoño, con tonalidades para un idilio, se rasga con el grito del senador veterano de la oposición, Dante Delgado Ra- nnauro, pues la legisladora Ana Lilia Rivera ha ordenado apagarle el micrófono para callar su exposición contra la extinción de los 109 fideicomisos.

Su tiempo terminó, ni modo. Rivera justifica la medida silenciadora. Aplica el reglamento. La suerte cambió y ahora Morena manda (como desde hace dos años). Dante acusa que sin la oposición no se hubiera dado esta reunión, en la que se le apaga el micrófono.

Se llena el auditorio con un aire de indignación, acompañado por el Bloque de Contención, que escucha a personas afectadas por la eliminación de los fondos, la medida más severa, acusa, del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

El líder de MC en el Senado truena contra los actos “arbitrarios, indignos, que denigran a este gobierno”. Denuncia a la mayoría de traición a la voluntad del pueblo.

El pasado lunes y ayer, el Senado permaneció bloqueado por inconformes y la comisión que encabeza Ana Lilia Rivera no tuvo quorum en dos ocasiones por la falta de la senadora Nancy de la Sierra, quien, aunque es de la 4T, representa la agenda de su grupo, el PT, y está a favor de 37 fideicomisos.

Ricardo Monreal despliega su táctica y estrategia, con movimientos imperceptibles, que ejecuta desde la Casona de Xicoténcatl, ese “Senado histórico” al que no se le podría llamar “sede alterna”, aunque sea la alternativa al cerco que han puesto a la Cámara Alta decenas de personas que resultarán afectadas por la extinción del fondo para víctimas.

Mujeres, niños y ancianos han pasado la noche a la intemperie, con sobresaltos al reconocer que la policía los rodea.

En el Hotel Emporio (ubicado en Reforma), los morenistas tienen su cuartel general. Los panistas se encuentran en el Sevilla Palace, en la misma acera donde está el Senado, al igual que los petistas y priistas.

A quien no van a ver por ninguna parte es a quien tiene los hilos de poder en movimiento. Monreal busca persuadir a sus interlocutores habituales, los coordinadores parlamentarios.

En tanto, senadores del PAN se reúnen con representantes de la comunidad científica. Han estado en diálogo con desplazados y familiares de desaparecidos, y con exbraceros. Van a ver a gobernadores de la Alianza Federalista.

Afuera de la casona, las legis- ladoras Kenia López, Xóchitl Gálvez y Martha Cecilia Márquez, acompañadas de sus correligionarios, entre ellos Gustavo Madero, protestan.

Adentro, cuando tienen rendido a Morena, que no puede con el Bloque de Contención, llaman a sesión en Xicoténcatl. Los estrategas del bloque entienden que llegó el momento de enfrentarse y quieren llevar el tema de los fideicomisos al terreno de las exposiciones.

Nancy de la Sierra Arámburo, quien por ausentarse a la Comisión de Estudios Legislativos les dejó un quorum incompleto, tiene enojo cuando defiende que no llegue a la hoguera un paquete de fondos.

Revienta, colérica: “Es inexplicable quitar recursos y afectar muchas vidas, y dirigirlos, como dicen, a la atención de la pandemia”. Y lamenta que este Senado, alterno a las protestas, “no quiere escuchar a nadie”.

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