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Dice Francisco Bravo, director y maestro de sexto grado en la escuela Leonardo Bravo, ubicada en la alcaldía Cuauhtémoc, que la profesión de docente, a la que le ha dedicado 38 años de su vida, es muy grata ejercerla, aunque comenta que existen carencias de todo tipo en una gran mayoría de los planteles del país.
“Hay una gran diferencia de las escuelas de la Ciudad de México o del norte del país, con las que se encuentran en el sureste, donde he trabajado, pues existen muchas con enormes carencias, como la falta de piso de cemento, sanitarios y en ocasiones ni hasta agua potable”, señala.
Menciona que las autoridades educativas tienen una tarea pendiente que cumplir: acabar con la desigualdad y la disparidad que existe entre las escuelas públicas de educación básica.
“La disparidad y la diferencia en las condiciones materiales de las escuelas, es bastante acentuada dependiendo de la región del país. ¿Qué quiere decir? Que no se han establecido programas en los que se compense a los alumnos que más lo necesitan. Y todo esto lejos de revertirse, se ha acentuado aún más”.
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Y agrega que existen planteles en los que no hay condiciones para que las maestras y maestros ejerzan su labor y los estudiantes puedan aprender, por lo que los recursos para que la escuela siga operando tiene que salir de las propias madres y padres de familia, así como de los docentes.
“Esta es una realidad innegable. Ahí es donde las autoridades educativas, en este caso la Secretaría de Educación Pública, debería poner el acento para que las carencias a las que se enfrentan diariamente millones de maestros y maestras, vayan disminuyendo”, menciona.
Cuenta el maestro Francisco Bravo que una de las experiencias que guarda, es cuando en una ocasión que marchaba en la Ciudad de México por el Día del Maestro, el periodista Sergio Sarmiento lo entrevistó para un noticiero y le preguntó si se consideraba un buen maestro porque salía a las calles a manifestarse, a lo que el docente respondió que sí.
“Yo le respondí afirmativamente, que cumplía con las expectativas y para mi sorpresa dijo: ‘Le vamos a creer, profesor. Porque aquí tengo a lado mío a una exalumna suya, quien asegura que usted es muy buen maestro’. Esto me conmovió mucho y me llenó de satisfacción”, dice.
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