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Gabriela Escamilla Zenteno está decidida a seguir adelante con la denuncia que interpuso ante la Fiscalía de Justicia de Jalisco por el abuso sexual que sufrió su sobrina desde que tenía cinco años de edad y cuyo agresor es su propio padre, quien es proveedor en esa entidad, donde goza de plena libertad a pesar del ilícito que cometió.
“No me van a amedrentar ni achicar para no continuar con la demanda. Me enteré que el agresor y su gente le están queriendo dar públicamente otro sentido a este caso.
“Yo no me manejo con dimes y diretes, pero ya lo están queriendo hacer así. Para mí estos son actos de cobardía”, dice en entrevista con EL UNIVERSAL.
Gabriela se enteró el 7 enero de 2021 que la menor, quien actualmente vive con sus padres, estaba siendo violentada sexualmente por su propio hermano, además de que era golpeada por la madre.
Se dio cuenta de que la niña tenía lesiones que prendieron en ella señales de alarma.
“La niña no sólo era abusada sexualmente, sino que la madre la golpeaba, la violentaba. Yo me di cuenta porque la metí a bañar y le pregunté que quién la molestaba. De momento no me dijo, pero después me respondió: ‘Es papi’. Me lo confesó con mucho temor y me pidió que no le dijera nada”, relata.
La mujer, de 55 años de edad, cuenta que hubo otros signos, como la ropa interior de la niña, que le revelaba que la menor era víctima de abuso sexual, y que a partir de ese momento fue presa de insomnio.
“En esa ocasión, la llevé en brazos hasta la cama y le volví a preguntar sobre quién era el agresor y me contestó: ‘Yo estaba dormidita, y abrí mi ojito cuando sentí que alguien me tocaba’. Y me platicó cosas muy puntuales de lo que le hacía su papi.
“Me sentí muy impotente porque sé quién es él. Pero no me quedaré callada ni manejando miedo, porque eso paraliza. Necesito tener la cabeza bien fría para que se haga justicia y la niña pueda tener una infancia plena y feliz”, agrega.
Relata que las pruebas que presentó para demostrar las agresiones que sufría la pequeña las entregó ante la Fiscalía de Justicia de Jalisco en cadena de custodia porque pensó que servirían como prueba. Sin embargo, por esa causa fue privada de su libertad durante seis días.
“No soy abogada. Nunca pensé que eso fuera indebido o que pudiera ser un delito.
“Lo hice para que se investigara. No se ha investigado bien el caso. Pues la carpeta tiene muchos errores y nunca se retiró a la niña del lugar donde se cometió la agresión”, dice.
El ministerio público Ángel Eduardo Capilla amenazó a Gabriela con iniciar una carpeta de investigación en su contra.
Estaba molesto porque había recibido una recomendación por parte de la Comisión de Derechos Humanos por la manera en que se estaba manejando el caso de la pequeña.
Cuenta Gabriela que fue la propia fiscalía la que entregó ese material al presunto agresor y el 9 de diciembre pasado le dictaron prisión preventiva.
Este miércoles, el juez determinó que la fiscalía no pudo probar que el material capturado por Gabriela tuviera otro fin distinto al de ofrecer pruebas a las autoridades por los ataques. Y por ello recobró su libertad la noche del 14 de diciembre pasado.
“Mi hermano está muy relacionado, pero no siento temor de continuar. No es nada más por mi sobrina, sino por todas las niñas, niños y mujeres violentadas, a los que no les hacen justicia en este país. Esta es la oportunidad que todos pedíamos, lo que todos necesitamos, la oportunidad de cambiar, de ser mejores”, indica.
Dice Gabriela que la carpeta de investigación está plagada de irregularidades. Y como muestra, comenta que el agresor es quien acude con la pequeña cuando han sido citados en la fiscalía.
“La fiscalía no ha investigado nada, al contrario, ha revictimizado a la niña, además han encontrado afectaciones en mi sobrina y no las quieren aceptar. En este caso ha habido también mucha corrupción que me hace ver que hubo un arreglo para que me encarcelaran. Y desde hoy responsabilizo al presunto agresor si algo me sucede a mí y a mis hijos Luis Gabriel García Escamilla, a Pablo Escamilla y a mi prima Lorena Zenteno”, añade.
Escamilla Zenteno expresa que hay muchas personas que, ante casos como este, se quedan calladas y tienen miedo, aunque asegura que siempre habrá alguien que las apoye.
“Me di cuenta de que aunque no me conocían a mí ni a la pequeña, hubo gente que se prestó para apoyarnos”, comenta.
Sostiene que cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, le dolió porque indica que nunca se imaginó que su hermano se hubiera atrevido a hacer algo así. “Pero nosotros amamos tanto a la niña que este es el camino que se tenía que hacer”, agrega.
Confía en que la carpeta de investigación sirva para contener los ataques sexuales del padre y los golpes de la madre hacia la menor.
“Esperamos que ellos, sabiendo que hay abierta una carpeta de investigación, hayan detenido el abuso sexual y los golpes contra la niña”, comenta.
Señala que seguirá luchando hasta lograr justicia para la menor, para que el caso no se quede en la impunidad. “Si yo tuve el valor de alzar la voz es porque hay una verdad”.
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