Trabajadoras del hogar, ambulantes, recolectores de basura voluntarios, despachadores de gasolina, mariachis, aseadores de calzado, organilleros, empacadores de supermercado y diableros, son los trabajadores informales más golpeados económicamente por la pandemia al no contar con seguridad social y algunos con apoyos limitados y temporales.
Un estudio de la organización Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando (WIEGO, por sus siglas en inglés), indica que este tipo de empleados se vieron obligados durante los 15 meses de la pandemia a gastar sus pocos ahorros, pedir préstamos, vender muebles o buscar otras opciones de trabajo o fuentes de ingreso por la falta de ayuda gubernamental.
El 24 de abril de 2020, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio a conocer un decreto que estipulaba que para enfrentar la crisis derivada de la pandemia por el coronavirus se otorgarían 3 millones de créditos dirigidos a la población más necesitada y a la clase media.
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“Se crearán 2 millones de nuevos empleos, lo que hará posible proteger a 70% de las familias mexicanas equivalente a 25 millones de hogares, sobre todo a los pobres y a los integrantes de las clases medias”, dijo.
De acuerdo con Tania Espinosa, directora en México de WIEGO, “los informales son el sector más golpeado en el país durante la pandemia y la afectación es distinta entre cada uno de los oficios, pero todos padecen los estragos del desempleo, la carencia de recursos para comprar comida y la desesperación por falta de apoyos gubernamentales”.
Un porcentaje menor pudo seguir trabajando, pero de acuerdo con datos de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), se subraya que en esta pandemia a diferencia de otras crisis económicas del pasado donde se perdían empleos formales y se iban a la informalidad, “en este caso lo que ocurre es que se perdieron más empleos informales que formales”, precisa el organismo.
“Eso te da una idea de las grandes afectaciones económicas que tuvo ese sector de la economía, esos trabajadores, por ejemplo, en un estudio de WIEGO en 12 ciudades del mundo, incluida la Ciudad de México, para ver cómo había impactado el Covid-19 a los trabajadores, ellos nos dijeron que un porcentaje importante había pasado hambre debido a la falta de ingresos”, se destaca en el documento.
Sin duda, dice la especialista, les golpeó económicamente a personas que tienen empleos de subsistencia y frente a ello tuvieron que implementar estrategias como usar sus pocos ahorros, pedir préstamos a familia, amigos e instituciones y también empezar a vender sus cosas, incluso instrumentos de trabajo.
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Expone que el Gobierno de la Ciudad de México apoyó a los no asalariados vía la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo y les ofreció una ayuda de mil 500 pesos por dos meses, es decir, 3 mil pesos en total. Menos de 50 pesos al día, apenas para comprar dos kilos de tortilla.
Refiere que sólo en México, 57% de los trabajadores se encuentra en la economía informal, es decir aproximadamente 30 millones 489 mil personas.
Ellos son los más afectados por el Covid-19 al no contar con seguridad social y tener sólo apoyos limitados, temporales por parte de los gobiernos, por lo que han enfrentado desesperación y hambre casi un año y medio.
El estudio de WIEGO se realizó en la Ciudad de México entre trabajadores informales, 24% de los cuales reportó haber padecido hambre junto con sus familias durante la pandemia por la falta de empleo, ingresos y carecer de apoyos de los gobiernos de la Ciudad de México y federal.
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Desamparados
La encuesta, detalla Tania Espinosa, se aplicó vía telefónica entre 163 trabajadores informales de distintos ramos como empleadas del hogar, tianguistas y trabajadores del limpia, entre otros, quienes dejaron al descubierto el abandono que padecen.
Un 24% de los no asalariados reporta haber recibido apoyo económico. En su mayoría fueron trabajadoras del hogar. Un 15% dice que durante la pandemia sólo recibió algún tipo de ayuda alimentaria.
“Es importante decir que sí existió el apoyo, pero fue insuficiente, no alcanzaba para mucho e incluso era por debajo de la línea de pobreza urbana alimentaria y sólo por dos meses, cuando la pandemia ya alcanzó los 15 meses, es decir, son ayudas limitadas, insuficientes”, subraya.
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Explica que es importante concretar el llamado Ingreso Mínimo Vital que está contemplado en la Constitución de la Ciudad de México: “Consiste en que todas las personas que habitan en la capital tienen derecho al mismo. Sin embargo, por los altos costos, se debe establecer cuál es el monto adecuado, el plazo por el que se debe otorgar y priorizar en este momento a los grupos más impactados por la pandemia, que son los trabajadores informales”, asegura.