Este año se perfila para concluir como el más violento en la historia reciente de México, y los menores de edad no han quedado exentos de este problema. Cifras oficiales revelan que en 2019 se rompió un nuevo récord de casos de violencia sexual infantil al haberse registrado, hasta el mes de noviembre, 3 mil 461 denuncias.
Desde hace cinco años, cuando el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) empezó a contabilizar las violaciones equiparadas —agresión sexual cometida contra menores de 15 años, personas que no entienden el significado del acto sexual o con un instrumento diferente al miembro de un hombre—, las denuncias por este delito no han dejado de crecer.
En 2015 hubo 2 mil 81 presuntas agresiones de este tipo; para 2018, el número se elevó a 2 mil 962, y en 2019 ya suman 3 mil 461 los actos violentos.
Expertos consultados explican que si bien la violación equiparada es un delito que no sólo contempla la violencia sexual contra menores de 15 años, los datos del SESNSP son la única fuente de información pública que permite acercarse a este fenómeno.
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De acuerdo con el secretariado ejecutivo, 10 estados de la República concentraron este año 86% de las denuncias: Estado de México, Puebla, Baja California, Nuevo León, Ciudad de México, Chihuahua, Oaxaca, Campeche, Coahuila y Zacatecas.
Por su parte, Tlaxcala, Tamaulipas, Jalisco e Hidalgo no reportaron ningún caso de violación equiparada en 2019. Los especialistas entrevistados descartaron que esto se deba a que ningún niño o niña haya sido violentado en esas entidades, sino a que los incidentes no fueron denunciados o simplemente las procuradurías y fiscalías no dieron información al SESNSP.
Diohema Anlleu, directora de Incidencia y Comunicación de la Fundación Juconi A.C., una organización especializada en derecho infantil, explica los motivos por los que los menores son vulnerados, y advierte que la violencia sexual está latente en todo México.
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Lamenta que aún no podemos conocer la verdadera dimensión del problema debido a que este tipo de agresiones regularmente no se denuncian, ya que los procesos suelen ser tortuosos para los niños, niñas y adolescentes, además de que los padres de familia no tienen información al respecto.
Por ello, hace énfasis en la responsabilidad que tienen las mamás y los papás cuando un menor sufre una agresión sexual: “De entrada, debe haber una [relación parental] positiva; la voz de ellos es importante y debe haber una relación de confianza. Cuando un niño tiene un cambio de conducta, se altera su rutina: deja de comer, no duerme bien, está irritable o llora, entonces debemos preguntar qué pasa”.
Violencia en el ámbito público
El incremento de las denuncias por violación equiparada ha sido más visible en algunas entidades federativas. En la Ciudad de México, por ejemplo, en 2015 se registraron 67 incidentes, y en 2019 van 268. Hace cinco años, en Oaxaca sólo se dio cuenta de 12 casos, pero este año se denunciaron 202.
Baja California es el único estado que, aunque está en la lista de los lugares con más violaciones equiparadas, disminuyó sus registros levemente, al pasar de 385 eventos en 2015 a 323 en 2019.
Juan Martín Pérez, director de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), señala que la violencia sexual cometida contra menores de edad no puede disociarse del clima de inseguridad producido por los grupos de la delincuencia organizada.
En este sentido, el especialista asegura que los 10 estados que concentran 86% de las denuncias por violación equiparada tienen en común la presencia de grupos delictivos dedicados al tráfico de personas y drogas, entre otros ilícitos.
“Todos estos estados son escenarios del crimen organizado, territorios donde el Estado es muy débil o ha sido cooptado, y obviamente la violencia sexual en esos lugares se incrementa, además de otros delitos, como el homicidio doloso y las desapariciones”, apunta.
Añade que aunque tradicionalmente las violaciones de menores de edad ocurren en el hogar y por personas cercanas, ahora también se debe prestar atención a los espacios educativos: “Este año hubo un patrón de grupos criminales que entraban a las escuelas públicas a asediar a los menores. Sumado a eso, detectamos casos en los que los conserjes, maestras y maestros se suman a una red de pornografía y abuso sexual”.
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Juan Martín Pérez pone de ejemplo los casos de violencia sexual que este año fueron denunciados y que ocurrieron en el interior de museos e incluso en instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por su parte, Sandy Poiré, directora de Calidad y Asuntos Internacionales de Save The Children México, dice que la violencia sexual contra menores “se gesta por las condiciones de inequidad en las que vivimos, con toda la lógica de discriminación y exclusión. Es una forma de sustento del poder, más que una circunstancia relacionada con el asunto sexual en sí mismo”.
Aunque los expertos consultados destacan que en el primer año de Andrés Manuel López Obrador como presidente se avanzó en la creación de una Estrategia Nacional de Primera Infancia, aún falta visibilizar más la problemática y ayudar a que se denuncien más los delitos sexuales infantiles.
“Debemos trabajar en la detección de los casos; ahí tenemos muchos problemas, porque los niños casi siempre guardan silencio por lealtades internas y por miedo a las repercusiones de denunciar”, concluye.