El policía tercero Cornejo recuerda la emboscada que vivió en Michoacán, en diciembre de 2009, cuando salió con un grupo de compañeros a patrullar la base de Tumbiscatío, zona controlada entonces por Los Caballeros Templarios:
“Una tarde —explica— uno de los comandantes nos dijo que al día siguiente había que desayunar temprano porque saldríamos a Las Cruces, con la instrucción de hacer presencia y patrullar. En ocasiones me tocaba manejar, por lo que revisaba la carta y hacía mi croquis de la brecha que íbamos a cubrir; anotaba todos los ranchos que pasábamos, las salidas y los puntos por los que podríamos ser agredidos.
“Ese día salimos a bordo de cuatro patrullas a eso de las nueve y media de la mañana. Dos horas y algunos minutos después llegamos a Las Cruces, en donde estuvimos hasta las seis y media de la tarde aproximadamente.
“Aunque el comandante del agrupamiento nos había dicho que nos llevarían comida, ésta nunca llegó. Comimos una sardina que un compañero compró y dos kilos de tortillas. Debía alcanzar para más de 25 elementos. Y es que en el poblado no había mucho qué comprar.
“Con una sensación rara, iniciamos el regreso a Tumbiscatío. Nuestra unidad era la punta del convoy. Sugerí a mi superior tomar el camino de pavimento que pasaba junto al poblado de Nueva Italia, pero mi jefe prefirió regresar por el camino de brechas por el que habíamos llegado y poner música de banda, al tiempo que me decía: ‘Si me muero, que sea escuchando la banda’. Puse la música bajita, para mantener la atención del entorno y no iba ni la mitad de la primera canción, cuando de pronto vi luces que venían del cerro.
“Sentí varios disparos que impactaron en la camioneta y que me pegaron en la cadera. Sentí caliente. ¡Era una emboscada desde arriba del cerro!.
“[Hubo] otros disparos más del lado izquierdo. Las esquirlas de las granadas se me impactaron en el brazo izquierdo, pero no lo sentía”. Asegura que pudo rehabilitarse y reincorporarme a la PF.