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Enrique Peña Nieto NUNCA siguió a Angélica Rivera en Instagram.
No fue el mensaje publicado en la cuenta de Instagram lo que terminó por zanjar la cuestión, no fueron los chismes en la prensa rosa o los múltiples rumores de la separación lo que confirmó a las nuevas generaciones el final, fulminante e irreversible del matrimonio entre Enrique Peña Nieto y Angelica Rivera.
Fue el rumor de su “unfollow”, aunque este jamás existiera.
Conocedores de los códigos de las nuevas generaciones, el ex matrimonio Peña Rivera o sus operadores digitales, debieron de haber puesto punto final a la novela en los términos de los millennials , no existen reuniones de aveniencia para un “dejar de seguir”, no hay juez que pueda mediar un “bloqueo”.
Los medios sociales necesitan las fibras del imaginario popular para poder lograr el tan anhelado alcance que haga que un suceso cotidiano adquiera su carta de naturalización viral. En esta parte del cerebro del colectivo, habitó durante mucho tiempo la idea de que la presidencia de Enrique Peña Nieto fue un guión perfecto de la televisión mexicana que migró a las nuevas plataformas para convertirse en los “influencers” de las nuevas plataformas de comunicación. Compiten por el corazón de los mexicanos, y también por su odio, Acapulco Shore, el Pulso de la República, La maldita hora, Master Chef y el matrimonio Peña Rivera.
Todos expertos en acompañar los medios tradicionales con la segunda pantalla.
El joven, viudo y apuesto gobernador del Estado de México se presentaba como la carta mediática más fuerte para que el PRI lograra regresar al poder presidencial. Como gobernador, Peña Nieto utilizó figuras de la televisión mexicana como las embajadoras de los «logros» de su gobierno. La cantante Lucero y la actriz Angélica Rivera aparecían todos los días en horario estelar hablándole al televidente de las maravillas de su gobierno. Pero fue la actriz quien se ganaría el lugar para acompañar al gobernador Mexiquense y logró en el otoño de 2010 unir su vida a la del político.
Peña Nieto encarnaba la fantasía del hombre guapo y pulcro, que sustituyera al mítico macho mexicano. Era común que cuando llegaba a las dependencias oficiales federales en su carácter de gobernador, las mujeres dejaran sus labores y se asomaran a los pasillos para verle; incluso una de las arengas lanzadas en la campaña presidencial del 2012 era: «Peña bombón te quiero en mi colchón».
Por eso su boda con la actriz Angélica Rivera era el culmen de una linda historia de telenovela pensada por cualquier productor promedio de la televisión nacional, preocupado más por él rating, en este caso por los votos, que por la calidad argumentativa o histriónica de su producto.
En este contexto la separación oficial de ambos parece que no sorprendió a nadie. Incluso antes de que dejara la Presidencia de la República, en diciembre del año pasado, ya se hablaba sobre el acuerdo de disolver el contrato nupcial. Primero se difundieron unas fotos de Peña Nieto con una joven modelo en Europa, y luego Angélica Rivera anunció en Facebook su decisión de separarse.
Un apunte interesante sobre la evolución de los medios y de cómo las audiencias abandonan cada día más los medios tradicionales para insertarse en los digitales, es que Peña Nieto anunció que sí era novio de Angélica Rivera en un programa de televisión, de esos llamados del corazón, mientras que la actriz dio a conocer la ruptura a través de la red social de mayor crecimiento actualmente.
Ante esta decisión, de que al parecer el ex presidente inicie un nuevo romance y Rivera retome su carrera profesional como actriz, las redes sociales reaccionaron casi idénticamente de la misma manera en la que estuvieron actuando a lo largo del sexenio pasado: con la elaboración de memes. Uno de cada tres post que se compartieron en las diferentes plataformas fueron memes, en donde se hacía burla de la situación de Peña Nieto, poniéndolo como un objeto desechable. Sin embargo, fue el nombre de Angélica Rivera el que más se posicionó en las búsquedas y en los posts.
El 25% de los comentarios emitidos por la audiencia coinciden en señalar que el matrimonio entre ambos fue una farsa, uno de cada dos de esos comentarios incluso sostenía lo que al principio del análisis mencionábamos, que su unión fue un proyecto político de las televisoras. La audiencia sigue si tener un comportamiento diferente hacia el ex mandatario y su familia, esto se muestra con el hecho de que sólo el 6% considerara como lamentable la ruptura matrimonial.
De acuerdo con un análisis, el contenido con mayor interacción en las redes lo generó Twitter, en donde se produjo y consumió el 31%, seguido de Instagram con el 25% de la interacción generada por el tema. Por su parte Facebook sumó un 22%, seguido de YouTube y los portales digitales con un 12% y 10% respectivamente.
La novela de intriga política salió de las pantallas y se fue a vivir a Los Pinos, con altos costos en corrupción para el país. Al menos esa es la sentencia de los productores-consumidores de los medios sociales digitales, y no habrá quien les haga cambiar de opinión.
“Me alquilo para soñar” es un cuento de García Marquez, cada quien decide en dónde y para qué vender sus fantasías. No comparto la indignación de una simulación para ganar la Presidencia, en primera por que solo ellos sabrán la realidad y pormenores de esa relación y aunque en el ambiente digital el que no juzga no es famoso, la verdad no es un asunto de mayorías. Construyeron su narrativa, la presentaron, la compramos y la disfrutamos, lloramos y nos indignamos, nos pronunciamos a favor o en contra, pero fuimos parte de ella. Esa es la política, ese es el poder de la narrativa, y una vez mas, por cuestiones banales, @ EPN nos tiene acompañándolo en su historia.
Nota:
Al cierre de este artículo Peña Nieto ya sigue a Angélica Rivera en Instagram.