Luego de dos años de no llevarse acabo de manera presencial debido a la pandemia Covid-19, dio inició la CXI Asamblea Plenaria de los obispos de México organizado por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

En el mensaje de apertura, el Presidente de la CEM y Arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, lamentó el fallecimiento de obispos, sacerdotes, consagrados y agentes de pastoral a causa del COVID-19.

Mencionó que la contingencia afectó gravemente en lo sanitario, lo económico, en la inseguridad y la violencia, que ya eran un flagelo para nuestro pueblo, en especial para los más pobres, y que se han vuelto más evidentes en este trienio.

Sin embargo, el Presidente de la CEM dijo que esa situación les ha abierto los ojos para responder a estas crisis, tratando de hacerlo de la mejor manera ya que han continuado en todas las diócesis la catequesis a través de medios virtuales, llegando a miles de hogares con eucaristías transmitidas por las diferentes redes sociales y, especialmente, su nuestra pastoral social ha buscado aliviar, aunque sea un poco, el sufrimiento del pueblo.

Por otro lado, el Arzobispo de Monterrey señaló que se comprometieron a recibir con caridad, acompañar, defender los derechos e integrar a los hermanos y hermanas migrantes que transiten o deseen permanecer con nosotros.

Por ello, resaltó que hoy más que nunca, con las oleadas de migración que han recibido en los últimos meses, este compromiso se convierte en una urgencia que espera ser atendida por ellos, “estamos ante un problema que compete no sólo a los obispos de las diócesis fronterizas, sino a todos nosotros, y necesitamos trabajar no sólo con quienes llegan a nuestro país, sino con quienes se niegan a recibirlos, a darles trabajo. Rechazar a un migrante, tenemos que gritarlo, es rechazar a Jesús”.

También, dijo que asumieron el compromiso de atender otra emergencia, los jóvenes, en especial los más vulnerables, por lo que realizaron proyectos pastorales encaminados a acompañar y ayudar a los jóvenes en riesgo, aún con ello, muchos de ellos se sienten lejanos, por lo que pidió acercarse más y hablarles en su lenguaje.

Para finalizar, mencionó que como tienen grandes retos que afrontar para el futuro inmediato: el Encuentro Eclesial de México, la Asamblea Eclesial de América Latina, y el Sínodo sobre la Iglesia Sinodal. Ello nos permitirá vivir la globalidad, pensando globalmente y actuando localmente.

Por su parte, el Nuncio Apostólico de México, Mons. Franco Coppola se dijo alegre de poder asistir a la asamblea de manera presencial, resaltando que su mensaje debía dar voz al Papa Francisco que por vez primera en la historia, ha llamado a todo el Pueblo de Dios a iniciar un camino sinodal.

“Un llamado al que nosotros podemos, o no, responder y sumarnos, bien conscientes, y es importante tenerlo presente, que la Iglesia seguirá adelante y que el Espíritu Santo seguirá bendiciéndola con sus múltiples dones, de los cuales quedaríamos excluidos si decidiéramos, en nuestra diócesis, no caminar juntos con toda la Iglesia”, dijo.

Dijo que este llamado pide una conversión del corazón y de nuestra manera ordinaria de vivir en la Iglesia, por ello, retomó y dio a conocer algunos pasajes que considero esenciales del Documento Preparatorio para caminar con toda la Iglesia, convocada a emprender este camino sinodal.

“La finalidad de este Sínodo, no es producir documentos, sino hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar una aurora de esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos”, mencionó.

rcr

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