De la noche a la mañana, Ana Cecilia Lara cerró, por orden gubernamental, los dos restaurantes que tiene, para entrar en una cuarentena que la llevó al confinamiento cinco semanas.

Ana vive en Nueva Zelanda desde hace 11 años y, como en el resto del mundo, la propagación del SARS-CoV-2 puso a esa nación del Pacífico Sur en una cuarentena de la cual ha comenzado a salir.

“La verdad es que al inicio de todo esto no creíamos que el coronavirus fuera a llegar hasta Nueva Zelanda. A mí me sorprendía mucho, porque acá hay una comunidad asiática muy grande. Muchos ciudadanos chinos que viven en Nueva Zelanda se habían ido a su país a celebrar el Año Nuevo y todos estábamos muy confiados, hasta que el virus llegó a Australia”, relata.

Hace 10 años, Ana Cecilia abrió su primer restaurante en Nueva Zelanda: Besos Latinos, y en noviembre pasado, tuvo una sucursal.

“Son dos restaurantes normales con toque latino, donde la gente llega come, cena, está tranquila”.

El cierre de ambos lugares la obligó a reinventar su negocio: “Con la cuarentena todo quedó cerrado y solamente las cosas esenciales, como comida y servicios médicos, quedaron abiertos”. Por esa situación, dio un giro a su negocio e implementó la comida para llevar.

“Enfrentar el mundo post-Covid-19 será muy interesante”
“Enfrentar el mundo post-Covid-19 será muy interesante”

La primera ministra, Jacinda Ardern, implementó una política para evitar los contagios y el confinamiento total fue obligatorio.

El pasado 28 de abril, con mil 137 casos confirmados de Covid-19 y 20 muertos, las estrictas medidas de cuarentena comenzaron a relajarse, pero con precauciones.

Para esa fecha, la autoridad en Nueva Zelanda comunicó que se había logrado eliminar los contagios.

“Cuando tuvimos que quedarnos encerrados para todos fue un shock y no se lograba entender que eso estuviera pasando. Estamos por salir de la cuarentena y deberemos enfrentar un mundo post-Covid-19.

“Va a ser muy interesante, porque puede ser un ejercicio para que el resto del mundo vea lo que se puede hacer”, comenta Ana.

Originaria del Estado de México, la mujer se fue a Nueva Zelanda acompañando a su entonces novio, el también chef Luis Cabrera. Ambos montaron el restaurante que han sacado adelante y tras 10 años se vieron obligados a cambiar la forma de trabajo.

Primero, se apegaron al programa del gobierno de Nueva Zelanda, que brindó 585 dólares semanales por cada empleado. Besos Latinos tiene 22 trabajadores divididos entre los dos restaurantes. El apoyo se prolongó por 12 semanas.

Lara detalla que ahora que se ha podido abrir el establecimiento, solamente con comida para llevar, lo primero fue enfrentarse al arrendatario de los locales, pues ha pedido ya el pago de renta.

Pero la logística de trabajo se modificó, pues ahora han aprendido a enviar comida a domicilio, para lo cual también hubo que modificar el menú. Los empleados no pueden trabajar codo con codo, ya que deben estar distanciados.

“La verdad es que no se vuelve a la normalidad. A pesar de que se levantaron restricciones, todavía hay cosas que no se pueden hacer: la gente no puede ir a las playas, no hay vuelos internacionales, en las escuelas no todos han regresado y los restaurantes estamos simplemente con comida para llevar”, indicó.

Maniquíes

Nueva Zelanda bajó a la fase 2 de la pandemia. Los restaurantes ya pueden abrir, pero deben mantener la sana distancia y, para hacer el ambiente más amigable, Cecilia y Luis alquilaron unos maniquíes que sientan alrededor de algunas mesas y con ellos los comensales mantienen los espacios.

“Lo que no queríamos era que el lugar se viera completamente vacío, así que decidimos rentar maniquíes y crear un ambiente agradable para la gente”, indica.

Nueva Zelanda, país con cerca de 5 millones de habitantes, ha pasado la etapa de contagios y ha comenzado a vivir la nueva realidad.

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