Washington, EU.— Presidir el Consejo de Seguridad de la ONU durante un mes, encargo que tiene desde ayer la Misión de México, encabezada por el embajador ante el organismo, Juan Ramón de la Fuente, no es una tarea sencilla.

Dirigir el órgano de más relevancia de la ONU, cuyas resoluciones tienen carácter de ley internacional, implica marcar la agenda de los problemas globales, pero su composición, con cinco países con derecho a veto, hace que los consensos sean casi inexistentes.

Según Dave Benjamin, doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Bridgeport y autor de varios trabajos sobre las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad tiene relevancia en la geopolítica, “posiblemente ahora más que nunca”.

“Los asuntos van desde las apremiantes realidades del cambio climático hasta los abusos de los derechos humanos en Estados autoritarios y las atrocidades cometidas por igual por Estados y actores armados no estatales”, destacó.

A pesar de eso, no hay demasiado margen de maniobra para quienes presiden este órgano. “En teoría, el presidente del Consejo de Seguridad establece la agenda; sin embargo, la cruda realidad es que el poder está en el P-5”, detalló.

El P-5 es la denominación que reciben los miembros permanentes del consejo (Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido y China), con derecho a veto de cualquier resolución.

Para el experto, el poder que tienen estos Estados se resume en una frase que el periodista David Bosco escribe en su libro Five to rule them all: “La presidencia del Consejo de Seguridad es secundaria ante el enorme poder que puede ejercer el P-5”.

México, en su calidad de presidente del Consejo de Seguridad, podrá aprovechar para poner en la agenda los asuntos y retos que considere más relevantes y las respuestas que hay que dar a los desafíos; sin embargo, el margen de maniobra será mínimo ante el poder de los P-5.

El concepto y poder que representa e implica el veto es fundamental para entender la poca maniobra y a la vez preponderancia que existe en el Consejo de Seguridad, incluyendo en este aspecto la responsabilidad y margen de liderazgo del país que tenga el mandato.

“El veto es indicativo de un conflicto de intereses que tiene el P-5. Por un lado, las resoluciones del Consejo son vinculantes y tienen efecto de ley; por otro, los miembros siempre se han impulsado por sus propias ambiciones estratégicas que han comprometido su capacidad para redactar y adoptar resoluciones que buscan genuinamente proteger o preservar la paz y la seguridad”.

Esto no implica que el trabajo del Consejo sea inocuo o no tenga ningún sentido ni implicación real. En los últimos años se ha hecho un esfuerzo de consolidación de la paz, que para el experto significa una “señal de que el antiguo ‘mantenimiento de la paz’, donde no había paz que mantener, está llegando a su fin”.

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