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Delfina Gómez, futuro enlace del próximo gobierno federal en el Estado de México, se deja querer por Duvalin, Canelo, Canelita, Gremlin y Democracia, los perros que rescató de la calle en 2017 mientras hizo campaña para gobernadora en el Estado de México. “He tenido hasta nueve perros y seis gatos”, afirma. De los perros, dice, aprendió a ser “perrona” y reconoce que ese rasgo lo aplica en la política cuando es necesario. “Soy de la filosofía que perro que ladra no muerde, yo no ladro porque soy tranquila y respetuosa. Pero puedo enseñar el colmillo y lo sé hacer con dulzura y delicadeza”.
Recién asumido su cargo como senadora por Morena, la ex maestra de primaria trabaja en el método con que se medirá el alcance registrado en los programas sociales federales en el Estado de México.
“En todos los recorridos que hice en campaña y los más recientes veo una realidad muy complicada. La función de nosotros como delegados federales es coadyuvar a que todos los beneficios de los programas sociales lleguen a donde deben llegar. Confirmamos que, en efecto, hay gente que necesita el programa y no les llega, hay una pobreza extrema. Queremos garantizar que todo llegue a donde debe, sin fines electoreros”.
La senadora pone algunos ejemplos: lecherías Liconsa, donde hay beneficiarios que llegan en camioneta por su leche o comerciantes que la utilizan para hacer negocio.
Hasta hoy, el plan a implementar abarca la división del Estado de México en 35 regiones, cuatro de las cuales se destinarán a grupos originarios como los Nahuas, Matlatzincas, Otomíes y Mazahuas a fin de medir su pobreza.
Espera que el gobierno del estado, encabezado por Alfredo del Mazo, la reciba con respeto: “Lo que voy a pedir o a exigir, si es necesario, es que sea en un marco de respeto.
“Como representantes del gobierno electo tenemos orden de coadyuvar, y ¿por qué no? garantizar que se manejen bien los recursos y programas sin afán de ser antagónicos.
“Que exista ese respeto y reconocimiento, sin lugar para la soberbia ni discriminación”.
La Maestra Delfina, como le llaman sus vecinos en Texcoco, llegó a la política de manera fortuita después de 29 años de ser docente: “Me desempeñaba como directora escolar por la mañana y subdirectora por la tarde. Cuando me plantearon entrar a la política, pensé que sería como directora de educación o regidora, pero no como candidata a la alcaldía. Sí me pregunté si en realidad sabían lo que me estaban proponiendo”, recuerda.
La senadora sopesó sus opciones y aceptó, comenzando una carrera política que —en apenas siete años—, la convirtió en alcaldesa, diputada federal, candidata a gobernadora, senadora electa y ahora funcionaria del futuro gabinete presidencial.
Ella, después de Elba Esther Gordillo, es por ahora la única profesora que destaca en la política por jugar un rol decisivo clave para las elecciones del Estado de México en 2017, donde obtuvo el segundo lugar. Pero además tuvo un papel importante en la elección presidencial que transformó al estado de priísta a morenista.
La futura coordinadora de López Obrador en el Estado de México reconoce que un mitin y una clase escolar tienen similitudes: “A los niños y al ser humano los tienes que hacer reflexionar. Sé que tengo su atención si mueven la cabeza y dicen ‘sí, es cierto’”.
Pocos saben que la senadora estaba cercana a su jubilación magisterial antes de ingresar a la política.
Ante las recientes declaraciones del presidente Enrique Peña Nieto, en las que indica que una vez terminada su administración regresará a vivir a la entidad, la maestra comenta: “Lo invitaría a que venga a ver la realidad, a darse una vueltecita para que vea la impotencia y tristeza de la gente que aún vive en un estado lacerante. Para los priístas puede que todo esté muy bien, pero que vayan a Tejupilco, lo que es Amatepec, Zinacantepec, Zacualpan o Morelos donde los niños andan descalzos y los pisos son de tierra. Allí es donde, como funcionarios federales, vamos a trabajar”.