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Este domingo Morena llevará a cabo su VII Congreso Nacional, en el que sus 3 mil congresistas votarán por los cargos del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), entre estos la dirigencia y Secretaría General de los próximos tres años, así como cargos clave al interior del partido.
Especialistas señalan que el presidente Andrés Manuel López Obrador continuará teniendo una influencia al interior del movimiento, por lo que busca colocar a perfiles cercanos como Luisa María Alcalde y a su propio hijo y operador político, Andrés López Beltrán.
Convertido en un partido hegemónico, sin oposición ni disidencia interna, Morena cambia de dirigencia en un proceso cerrado, sin participación externa, sin encuestas internas, en el que ya hay una línea política definida y en el que no hay cabida para militantes ni simpatizantes.
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La renovación
La única persona que ha levantado la mano para la dirigencia del partido es Luisa María Alcalde, secretaria de Gobernación, cuya familia ha asumido un rol importante dentro del movimiento de la Cuarta Transformación.
Su madre, Bertha Luján, fue presidenta del Consejo Nacional de Morena y antes de que se constituyera como partido fue secretaria general del movimiento.
Otro nombre que se perfila es Andrés Manuel López Beltrán, hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien podría ocupar la Secretaría de Organización o la Secretaría General de Morena, dos áreas clave del movimiento.
La fórmula para ocupar la Secretaría de Organización, así como la de Finanzas, es a propuesta exclusiva de la presidencia, en este caso, de Mario Delgado, según el artículo 37 de los estatutos.
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Como parte de las prohibiciones, los documentos básicos establecen que los órganos directivos no deberán incluir autoridades, funcionarias o funcionarios o integrantes de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial de ningún nivel de gobierno.
Busca dejar legado político: expertos
El analista político Leonardo Curzio apuntó que no hay novedad con la renovación de la dirigencia, y que la presencia de Andrés López Beltrán será parte del testamento político del Mandatario.
“Al Presidente hay que tomarlo literalmente por las cosas que ha enseñado su partido: no es el cargo, es el encargo. Y claramente esté donde esté, el mando lo va a tener él. Tenemos un mensaje claro de una sucesión dinástica. Va a delegar a su hijo buena parte de sus funciones directivas”, apuntó.
Consideró que el reto de Morena, ahora que tiene la mayoría calificada, será promover el debate interno o, de lo contrario, el país tiende a burocratizarse.
“A la larga se va anquilosando. El reto del partido es que al interior del mismo puedan ir procesando ideas diferentes, y algo parecido a un proceso de decisión razonada, y no simplemente decir lo que salga del escritorio de la presidenta; o, en este caso, del secretario de Organización del partido”, dijo.
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Al respecto, Víctor Alarcón Olguín, investigador de la UAM, señaló a El Gran Diario de México que los partidos políticos no tienen expresiones abiertas donde la militancia pueda definir a sus liderazgos, sino que las decisiones son tomadas por las cúpulas y en el caso de Morena, sigue existiendo influencia del Presidente de la República.
“[Alcalde y su familia] son personas extremadamente cercanas a este círculo interior del partido, o sea, son parte de una estructura que desde los inicios mismos del partido, han sido gente muy cercana al presidente López Obrador. Me parece que el Presidente está optando por propuestas que son generadas desde la confiabilidad”, sostuvo.
En cuanto a la posible llegada de Andrés Manuel López Beltrán a un cargo dentro del partido, dijo que representaría la formalización de una tarea que ha tenido desde hace muchos años, que es ser un operador político para el movimiento.
“El hijo de López Obrador, a pesar de que formalmente ha mantenido un perfil bajo, en los hechos es uno de los más importantes operadores que existen dentro de las redes políticas del propio oficialismo. Simplemente se está fortaleciendo la acción de que el Presidente quiere seguir teniendo un medio, un espacio para generar una presencia [en el partido]”, manifestó Alarcón Olguín.
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Crecimiento
Desde la obtención de su registro como partido político en 2014, Morena ha aumentado su presencia en gobiernos locales, Cámara de Diputados y Senado, hasta refrendar la Presidencia un sexenio más, lo que se ha reflejado también en los recursos que recibe cada año.
Morena inició como un movimiento político en 2011, como un respaldo a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, abanderado por el PRD en esa elección; tras perder la Presidencia ante el priista Enrique Peña Nieto, el tabasqueño se dedicó a fortalecer este movimiento que se constituyó como asociación civil al año siguiente.
En 2014 obtuvo el registro como partido ante el INE y López Obrador asumió la presidencia del CEN para que el instituto político compitiera en su primera elección federal en 2015, en la que obtuvo 8% de los votos.
El partido guinda logró 36 curules en la Cámara de Diputados en esa elección intermedia, y para la elección de 2018 el crecimiento fue descomunal: 247 curules, es decir, 586% más en sólo tres años. Y para 2024 tendrá 255 legisladores.
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En el Senado, Morena obtuvo 61 escaños en la elección de 2018. La cifra aumentó a 66 senadurías en el proceso electoral de 2024.
También ha ganado terreno en los gobiernos locales, al pasar de tener seis gubernaturas en 2018 —junto con sus aliados del PT y Partido Verde—, hasta alcanzar 24 entidades federativas en el pasado proceso electoral, modificando el mapa político del país en el último sexenio.
Además, ha tenido un incremento en su financiamiento público, que aumentó de 78 millones 190 mil pesos en 2015 a 2 mil 46 millones de pesos en 2024, convirtiéndose en el partido que recibe más prerrogativas para actividades ordinarias.
Presidencias y crisis
En nueve años, el partido ha tenido cuatro presidencias del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), entre disputas internas que también derivaron en una crisis de organización al interior del movimiento.
El primer dirigente del partido fue Andrés Manuel López Obrador (2015-2017), quien dejó las riendas para competir en la elección de 2018, que lo llevaría al triunfo en su tercer intento por llegar a la Presidencia de la República.
Luego de que López Obrador asumiera la candidatura, la dirección del partido quedó a cargo de Yeidckol Polevnsky (2017-2020), quien en ese momento se desempeñaba como secretaria general, por lo que subió a la presidencia de forma automática.
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Durante su gestión hubo señalamientos de la militancia por una desorganización al interior del partido, y la dirigente también acusó que el padrón de militantes estaba “manoseado” y no daba certeza para una renovación.
En estas condiciones, el instituto político realizó un Congreso Nacional, en el que se eligió a Alfonso Ramírez Cuéllar como presidente interino, cargo que ocupó durante 10 meses mientras definían el método para renovar su dirigencia.
Tras un mandato del Tribunal Electoral, el INE organizó una encuesta abierta a militantes y simpatizantes para nombrar al presidente de Morena, en la que resultó ganador Mario Delgado (2020-2024), quien disputaba el cargo con Porfirio Muñoz Ledo. Además se nombró a Citlalli Hernández como secretaria general.
Pese a que el mandato de ambos terminaba en 2023, se votó una prórroga para que pudieran permanecer en sus cargos hasta septiembre de 2024, a fin de conducir el proceso electoral de este año.