Desde una fritura de maíz con forma de dinosaurio, hasta narcóticos como cocaína y marihuana es lo que se comercializa en plataformas digitales como

Perfiles recién creados en esa red social ofertan productos con descripciones creativas, pero que aluden a un contenido completamente distinto al que hacen referencia; incluso, las imágenes que utilizan son una metáfora del servicio o del artículo real, según el caso.

Si bien las reglas de la comunidad no permiten la venta de ese tipo de mercancía, los usuarios utilizan estrategias para evadirlas y cerrar la transacción.

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Uno de esos métodos logra ofertar drogas como cocaína, crystal y marihuana que, con títulos como “flores verdes”, “bolsitas de sal para la nariz” o “gramos de sal de mar”, aparecen a placer en la red social.

En el chat que se genera para finiquitar el pago y la entrega, sin reparo, el interlocutor envía su menú —que no es otra cosa más que una lista con el nombre y precio de los estupefacientes— se negocia y, lo que sigue es concretar el punto para la entrega.

Basta con contactar al vendedor por messenger para obtener hasta el menú de narcóticos.
Basta con contactar al vendedor por messenger para obtener hasta el menú de narcóticos.

Este diario contactó a uno de ellos. En la descripción del producto se leía “bolsitas de sal de mar para la nariz” por onza o por gramo; al entablar comunicación vía chat, el supuesto ciberdelincuente redactó un amplio menú de drogas sintéticas y ofreció una promoción de “dos gramos de nacarado” por 600 pesos.

“Tengo el nacarado de sabor 550. Lavada 600 triple lavada 650. Tusyy 700 hermano más medio gramo de regalo por tu primera compra”, escribió el vendedor, quien agregó que la entrega sería en la estación del Metro Flores Magón porque “la Línea B es otro pedo con la empresa, tú entiendes”.

Eduardo Portillo, oficial de la Policía Cibernética de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México, dijo a EL UNIVERSAL que “es un delito, cuando detectamos un perfil que está vendiendo drogas se hace una investigación, el rastreo de las direcciones IP, en dónde fue creada esa cuenta, cuántas personas la están operando para encontrar una dirección física y se haga una orden de cateo que la emite la fiscalía para hacer una detención física (…) también, a través de perfiles falsos es como logramos contactar a estos vendedores para sacar toda la información y, posteriormente, se haga una detención”, expuso Portillo, quien agregó que de todos los reportes que se reciben en la unidad, “15% tienen que ver con perfiles que se dedican a vender cosas inapropiadas”.

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Diferentes tipos de delitos viven cobijados por el anonimato que facilita Marketplace. En ese mundo virtual también se consiguen pruebas de embarazo con el resultado “positivo” que cuestan 50 pesos, o resultados supuestamente expedidos por laboratorios de prestigio por 150 pesos.

Certificados escolares validados por la SEP y recetas médicas que los vendedores aseguran son del IMSS o del ISSSTE, no se quedan atrás, pues decenas de perfiles los ponen en venta con la garantía de que sus productos cuentan con sellos y códigos QR que sostienen, son de la respectiva institución.

“Venta de documentación de instituciones de gobierno como títulos o certificados, hay que aclararle a los ciudadanos que al comprar este tipo de documentos también están cometiendo un delito, no te pueden vender un documento de una institución de gobierno”, agregó Portillo, quien hizo énfasis en que, de acuerdo a su experiencia, esas transacciones son un fraude en el que “aparte de hacerles perder dinero, se pierde mucha información personal, pueden suplantar nuestra identidad y solicitar un crédito, crear una cuenta falsa con nuestros datos, o pedir dinero a nuestros familiares”.

Anuncios de alimentos como papaya, pepino, melones y conchas son el señuelo para adquirir servicios de índole sexual, desde fotografías y videos hasta encuentros.

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Esas publicaciones van acompañadas de imágenes con contenido erótico implícito que se distribuye a través de paquetes que el vendedor detalla en messenger.

Para eludir al algoritmo, aplican ciertos métodos en los que sustituyen letras por números, utilizan emojis o censuran las fotografías, tal es el caso del comercio de armas de fuego.

“Las redes sociales no te dejan poner palabras específicas, porque lo identificaría el administrador de la red social, (…) tenemos un área específica que se llama Monitoreo y Patrullaje, las 24 horas los oficiales están navegando en internet tratando de detectar modalidades de los ciberdelincuentes o a través de llamadas y correos electrónicos de los ciudadanos, es como también identificamos y le damos seguimiento a los reportes”, dijo el oficial.

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