Fortalecer a las instituciones encargadas del manejo y preservación de la vaquita marina podría salvarla de la extinción, pues su última oportunidad de vida se encuentra dentro de este sexenio, aseguran biólogos marinos.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Sergio Juárez, biólogo especialista en mamíferos marinos, señala que el recorte del presupuesto destinado a las instituciones relacionadas con la protección ambiental fue de 7 mil 68 millones en 2019, sin tomar en cuenta a las unidades, direcciones y subsecretarías más pequeñas.
Este 18 de julio se celebra el Día Internacional de la Vaquita Marina, proclamado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
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El experto añade que la disminución de presupuesto y la falta de estrategias que atiendan a la problemática de forma estructural han abonado a que esta especie de marsopa endémica de México pueda desaparecer el próximo año o en 2024.
“Rescatar a la vaquita es hasta una oportunidad política para esta administración, pues podría jugarles en contra si se extinguen; por otro lado, representaría una anotación a favor si su conservación resulta exitosa”, considera.
Informa que según un avistamiento realizado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en el alto golfo de México sobreviven de cuatro a 10 espécimenes y tres de ellos son crías.
Esta organización estableció que en total se ha perdido 98.6% de esta especie, por lo que lanzó un llamado urgente para conjuntar esfuerzos nacionales e internacionales drásticos, que aseguren la existencia y reproducción de los últimos ejemplares.
Explica que si bien la extinción es un fenómeno natural y a lo largo de la historia del planeta han desaparecido miles de especies, es distinto cuando la pérdida es causada por las personas.
El grave impacto que recibe el ecosistema marino, en el que la marsopa más pequeña habita, es ocasionado por la sobreexplotación pesquera y la pesca ilegal.
Esta actividad engloba la extracción en zonas prohibidas, no respetar periodos de veda, usar métodos no selectivos que atrapan a otras especies y el uso de equipos prohibidos.
“Esta negligencia expone la falta de capacidad del gobierno, los pocos y deficientes esfuerzos y el nulo interés por participar en la resolución de conflictos ambientales”, opina el especialista.
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A su vez, Luis Medrano González, académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), advierte que en la última década, el trabajo de protección se ha complicado, pues el mercado negro de buche de totoaba ha incrementado y trajo como consecuencia el aumento del crimen organizado en zonas protegidas.
Al igual que Sergio Juárez, el académico cree que el gobierno federal debería insistir en la creación de un esquema capaz de detener cualquier actividad ilegal de pesca en el área para generar una vía de salida al problema.
Advierte que de no realizarse acciones de forma inmediata, la vaquita marina se perderá, lo que representaría la segunda extinción prevenible de un mamífero marino en todo el mundo.
“La primera fue en 2007 cuando se declaró extinto al delfín del río Yangtsé en China. La pesca intensiva y las numerosas modificaciones que se le hicieron al río donde habitaba causaron su desaparición. Fue culpa del humano, no causa natural”, detalla.
“Lo que queda por hacer es que el gobierno mexicano sea capaz de detener de inmediato cualquier actividad ilegal de la pesca de totoaba en la región y dar una solución pronta de justicia al problema, es decir, generar un esquema de verdadero desarrollo y bienestar social”, puntualiza.
El experto precisa que en sus avistamientos, las hembras de las vaquitas marinas se reproducen cada año y dan a luz a crías que se encuentran sanas, “lo que demuestra que el problema de su desaparición no tiene nada que ver con su reproducción o sobrevivencia natural”.
“El problema de la vaquita es claro: es altísima la mortalidad en las redes de pesca, específicamente las usadas para pescar totoaba, un pez que también está en peligro de extinción y del que, en principio, está prohibida su pesca”, subraya Medrano.
Los biólogos plantean que además de la NOM-059-SEMARNAT-2010 que protege a la vaquita marina, debería implementarse la acción conjunta con organizaciones internacionales para combatir la pesca ilegal, monitorear las áreas naturales protegidas y establecer objetivos de conservación definidos para priorizarlos en cada comunidad.
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