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José tenía 14 años cuando fue internado en un tutelar de menores, entonces no existía una ley que prohibiera a las autoridades internar a los jóvenes de su edad, como pasa actualmente con la Ley de Justicia para Adolescentes.
Hoy tiene 20 años y dos hijos, después de cumplir una condena de cuatro años ocho meses en prisión por robo agravado, cursa la preparatoria y espera pronto estar en posibilidad de estudiar la universidad.
“Mi familia se dedica al comercio en Tepito, soy el hermano más grande, empecé a robar a los 13 años con mis amigos de ese entonces, algunos eran de mi escuela y otros mis vecinos”, relata.
Un año antes de comenzar a delinquir, la mamá de José falleció de una enfermedad que los médicos no pudieron determinar que padecimiento tenía.
Esto derivó en que su padre comenzara a consumir más alcohol y a que comenzaran los problemas económicos.
Aunque llevaba buenas calificaciones, era un joven querido por sus maestros de la secundaria y tenía buena disciplina, cuenta que la situación económica de su familia lo llevó a envidiar lo que sus demás amigos podían comprar.
“Me empecé a juntar con las ‘malas amistades’, primero robábamos en los locales de las calles del barrio que ya controlábamos, hasta que me agarraron los policías cuando tenía 14 años y me dieron cuatro años ocho meses [como condena].
“Cuando pasó eso [el arresto], mi novia me acababa de decir que estaba embarazada, ella también tenía 14 años. Mi niña nació cuando ya estaba en el tutelar de San Fernando”, señaló.
Después de esta experiencia, José regresó a vivir a su barrio familiar en Tepito, pero la libertad no lo recibió como él esperaba.
“Tuve un accidente que me ocasionó una fractura expuesta de fémur, pero en el hospital donde me atendieron me fue peor porque no lo hicieron bien y me dio una infección; de hecho, dentro de un mes me van a volver a operar, pero desde entonces tengo que andar con muletas”.
José entró a un programa de reinserción y se inscribió a la preparatoria en línea.
La relación con la mamá de su hija continúa, actualmente viven juntos y tuvieron otro bebé de dos años de edad.
Ella trabaja atendiendo una miscelánea en el hogar familiar; él se inscribió al programa Reinserta como facilitador en el programa de reinserción.
Hasta el momento, José no ha logrado conseguir un trabajo estable, porque además de haber permanecido preso durante más de cuatro años, debido a la discapacidad que sufre, en ningún lugar lo admiten, porque no hay condiciones para facilitar su movilidad y acceso.