José Woldenberg, exconsejero presidente del antes Instituto Federal Electoral (IFE), advirtió que de no existir las diputaciones plurinominales Morena y sus aliados habrían alcanzado sin problema la mayoría calificada en la Cámara de Diputados —necesaria para la aprobación de cualquier reforma constitucional— en los comicios federales del pasado 6 de junio.

En un artículo publicado en la edición de ayer de EL UNIVERSAL, titulado Resortes autoritarios, el catedrático hizo notar que, en las elecciones de 2021, la coalición de Morena, Verde y PT y esos partidos por separado obtuvieron 42.6% de la votación para la Cámara de Diputados; la coalición PAN-PRI-PRD y cada uno por su lado lograron 39.8%, y Movimiento Ciudadano, 7%.

Explicó que si no existieran diputados plurinominales, con los resultados del 6 de junio en los 300 distritos federales electorales en que se divide el país, la coalición de la 4T ocuparía 62% de las curules, es decir, 186, mientras que el bloque opositor sólo 107, 35.66% del pleno, y MC, siete lugares, es decir, 2.33%.

“Sí, así es. Con 42.6% de los votos (que a todas luces los configura como minoría de votos) estarían cerca de tener mayoría calificada de asientos (62%). El Presidente pretende volver a los tiempos anteriores a los de la reforma política inaugural de 1977, que le inyectó un cierto pluralismo a la cámara y empezó a naturalizar la coexistencia de la diversidad entre nosotros.

“Porque, en el esquema que propone el Presidente, una cantidad de votos superior a la de la alianza gubernamental (46.8% de votos, sumando los del PRI-PAN-PRD-MC) acabaría con 38% de los escaños”, apuntó Woldenberg.

Explicó que con las reglas actuales, los plurinominales servirán para equilibrar la representación en la cámara. Morena y aliados tendrán 55.8% de los diputados; la alianza PAN-PRI-PRD, 39.6%, y MC, 4.6%.

“Espero que nadie se atreva a decir que la del Presidente es una aspiración democrática, que convertir a una minoría de votos en una supermayoría de escaños es una causa justa. El PRI, en su momento (1976-1977), reconoció que la fórmula exclusivamente uninominal le otorgaba una ventaja que no correspondía con las adhesiones ciudadanas plasmadas en las urnas, y aceptó modificar el esquema de integración de la cámara para que la representación fuera más equitativa.

“Nunca admitió una fórmula de representación estricta, es decir, que el porcentaje de votos se convirtiera en un porcentaje idéntico de diputados, aunque la izquierda democrática una y otra vez la puso sobre la mesa. Pero ahora nuestro Presidente, al que algunos consideran de izquierda, pretende que el país vuelva a un método anterior a la primera reforma político-electoral significativa”, dijo el catedrático de la UNAM.

“Por fortuna”, agregó Woldenberg, el presidente López Obrador y los tres partidos que forman la coalición que lo apoya no tienen los votos suficientes para modificar la Constitución.

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