Celebramos que estos temas se discutan a nivel nacional en el contexto de la elección. La inclusión financiera puede ser transformadora para el futuro de México, pero hay que hacerla bien. Desarrollaremos los puntos mencionados en este artículo en próximas publicaciones.Estamos en temporada de campañas y esto implica conocer y contrastar las propuestas de las distintas candidaturas a la Presidencia de la República. Hay dos temas en particular que aparecen en las plataformas electorales y merecen nuestra atención: la oportunidad que representa la tecnología y la inclusión financiera como necesidades improrrogables. Tienen razón en plantear estos temas.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF, 2021), sólo alrededor de 49% de las personas mayores de edad en el país tiene al menos una cuenta bancaria. También existen barreras físicas que limitan el acceso al sistema financiero; por ejemplo, los tiempos de traslado. La ENIF muestra que a una persona le toma en promedio 22 minutos llegar a una sucursal. Este tiempo se duplica para las poblaciones más vulnerables, lo cual resulta en una barrera a la inclusión financiera que la tecnología puede atender.
Tanto Claudia Sheinbaum, candidata por la coalición Sigamos Haciendo Historia, como Xóchitl Gálvez, del Frente Amplio por México y Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano, han mencionado el aprovechamiento de la tecnología y la importancia de la inclusión financiera como motores económicos del país. Sin embargo, para que cualquiera de estas propuestas sea una realidad, es necesario implementar estrategias de digitalización del sistema.
Existen cinco ejes determinantes para una verdadera inclusión financiera: 1) Cambiar el efectivo por los pagos digitales; 2) Impulsar una identificación digital confiable; 3) Garantizar la seguridad y simplificación de los procesos de apertura remota de cuentas; 4) Implementar un sistema de finanzas abiertas; y 5) Promocionar la educación financiera.
Pagos digitales: 90% de las transacciones en México se realizan en efectivo y los pagos digitales están lejos de ser la regla entre personas físicas o morales, a diferencia de otros países como Brasil, Reino Unido o India. Este año, el Banco de México lanzó la iniciativa de pagos digitales, Dimo. Este es un paso sólido en la dirección correcta y una oportunidad que con el compromiso de todos los actores puede hacer la diferencia.
Identificación digital: Estandarizar y simplificar los procesos de validación de identidad es clave para facilitar que las personas accedan a servicios financieros. Contar con bases de datos de identificación confiables, seguras y aceptadas es un detonador clave para la inclusión financiera. Si las personas vulnerables son las más lejanas de las sucursales, la identificación digital es a ellas a quienes más beneficia.
Apertura remota de cuentas: Se requiere simplificar los procesos para que los clientes aperturen cuentas sin poner en riesgo su seguridad. Este es un tema de justicia social pues facilita que todas las personas puedan acercarse al sector financiero desde donde estén. Una carga excesiva impacta a las personas que tienen menos acceso a documentos o teléfonos de menor calidad, que suelen ser las más vulnerables.
Finanzas abiertas: Devolver a las personas el control sobre su información financiera para que puedan compartirla con distintas entidades y tener acceso al servicio que más les conviene, al mejor precio. Para lograrlo, se necesita una regulación secundaria que facilite la implementación y operación de las finanzas abiertas de forma segura.
Todo esto tiene que estar acompañado de educación financiera. No se debe confundir inclusión financiera con acceso al sistema financiero: inclusión viene acompañada de educación efectiva, que ayude a las personas a manejar sus productos financieros de forma que puedan mejorar su economía.
Maestro en Políticas Públicas por la Universidad de Harvard, Director de Políticas Públicas de Nu México y Consejero de México Exponencial